Espectáculo de lujo para horteras poligoneros
FAST & FURIOUS 6 ê
DIRECTOR: JUSTIN LIN.
INTÉRPRETES: VIN
DIESEL, PAUL WALKER, DWAYNE JOHNSON, GINA CARANO, MICHELLE RODRÍGUEZ, LUKE
EVANS.
GÉNERO: ACCIÓN / EE.
UU. / 2013 DURACIÓN: 130 MINUTOS.
Mentiría a mis
lectores si afirmo que soy fan de la saga Fast & Furious, ninguna de sus
entregas me ha dejado ningún poso y las tomo siempre como un pasatiempo
olvidable que nunca ocupará el mínimo espacio en los laberínticos meandros de
mi saturada memoria. A mí me gustaban las persecuciones automovilísticas en
películas magníficas como Bullit, The french conection, Un
trabajo en Italia (la de 1969), Mad Max, El diablo sobre ruedas…
porque también me interesaban sus historias, estaban protagonizadas por buenos
actores y la velocidad era uno de los variados ingredientes que uno podía
degustar. También he podido disfrutar de algunas de persecución de coches espléndidas
en algunas entregas de los indestructibles James Bond y Jason Bourne.
FAST
& FURIOUS 6 nos cuenta cómo desde que Dom (Vin Diesel, acertado nombre que huele a combustible) y Brian (Paul Walker) robaron 100
millones de dólares a un capo en la entrega número 5 de la saga, los muchachos
se dispersaron por el mundo gozando de una envidiable situación económica.
Claro que sus antecedentes criminales les impiden pisar territorio
norteamericano: un paso y darán con sus huesos, perdón, con sus músculos en la
cárcel. Mientras el agente de la DDS Hobbs
(Dwayne Johnson) lleva tiempo tras la pista de un grupo de mercenarios y
expertos conductores liderados por Owen
Shaw (Luke Evans) que al parecer tiene como mano derecha a Letty Ortíz (Michelle Rodríguez), la
antigua novia de Dom y a quien daban por muerta en una de las acciones del
grupo en el cuarto capítulo de la saga. Ante las dificultades de detener a la
banda de mercenarios, Hobbs le pide ayuda a Dom a cambio del perdón para todos
ellos. Pero lo que en realidad quiere Dom es saber qué se esconde tras la
sorprendente resurrección de Letty.
Lo repito, tengo
asumido que ninguna entrega de Fast & Furious, así llegue la
saga hasta el infinito, va a cambiar mi vida. De modo que esta última entrega,
al igual que todas las anteriores, asienta sus pilares en un terreno tan
trillado como baldío a la hora de extraer de él algo precioso. Lo reiterativo y
simple de la propuesta: tipos con pocas neuronas, exceso de testosterona,
atiborrados de anabolizantes e incapaces de proferir una frase mínimamente
remarcable, pibones exuberantes y bien apretaditas con más curvas que la pista
de un Scalextric y coches deportivos zumbando a toda hostia, no son,
precisamente, premisas como para dar palmas con las orejas.
FAST
& FURIOUS 6 asaltará la taquilla porque la saga cuenta con un público
fiel muy aficionado a estas insustanciales virguerías, y en mi opinión no
deberían perderse esta última porque es de las mejores condensando las
toneladas de estupideces que han hecho tan popular la franquicia, ya que
puestos a subliminar el absurdo, supera cualquier expectativa. Con un rodaje
que tuvo una parada en Tenerife, es aún más disparatada, frenética y
autoparódica que cualquier entrega anterior: un parque de atracciones para
disfrute de horteras poligoneros con los coches tuneados con colores chillones.
Pero como lo
hortera está de moda (ahí tenemos el ejemplo de el triunfo en la música de engañifas
como el pastelazo de Pablo Alborán o los insufribles One Direction) nada mejor
que apuntarse a una corriente que dejará secuelas en unas generaciones ya de
por sí taradas por un sistema educativo lamentable. Justin Lin engendra un
artefacto estrambótico partiendo de un guión demencial al servicio de la
mitología cani de los personajes y las set
pieces de acción sin límites, en
donde a las carreras y persecuciones típicas pone la guinda un tanque que
genera un caos brutal en una autopista del archipiélago canario. Tampoco
encuentro ninguna química en las relaciones interpersonales de los personajes,
en todo caso una cierta tensión homoerótica entre el musculitos calvorota Vin
Diesel y el purito anglosajón Paul Walker, algo que se puede hacer extensible a
sus respectivas relaciones con sus potentes coches, y eso sí que es una
auténtica parafilia.
FAST & FURIOUS 6, sin excesiva
violencia, diálogos vacuos, humor rústico y al ritmo de hip hop, ofrece sus
minutos de gloria a cada uno de los miembros importantes del reparto (en ese
cupo no entra, claro está, la insulsa Elsa Pataky, utilizada como un hermoso
florero) dotando al invento de una impostada familiaridad. Y me lo paso bien
con el bestial enfrentamiento entre esas dos machotas malencaradas que
responden por los nombres de Gina Carano y Michelle Rodríguez, pero el
descojone total llega durante el clímax final, con la superposición de peleas y
ese avión que despega desafiando todas las leyes de la física. Lo dicho, lo
hortera elevado a categoría de arte. Pero eso ya es viejo ¿no? Ay, Dios, tantas
curvas y yo sin freno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario