El camino de la autodestrucción
En The Blackout, que en España llevó por título Oculto en la memoria, Abel Ferrara explora de nuevo los rincones oscuros de la autodestrucción, la culpa y la redención imposible a través de un relato de adicciones, sexo y mentes alteradas, temas recurrentes en su filmografía. La película que cuenta en su reparto con Matthew Modine, Beatrice Dalle, Claudia Schiffer y Dennis Hopper, nos sitúa en Miami y posteriormente en Nueva York, siguiendo el descenso de Matty (Modine), un actor de cine que lucha contra su alcoholismo, su adicción a las drogas y el fantasma de una relación sentimental rota.
Ferrara construye un relato fragmentado, que se alterna entre la memoria nebulosa y el presente, jugando con el título, el apagón no es sólo una laguna etílica, sino una metáfora del vacío moral y emocional que corroe a su protagonista. La cámara se mueve nerviosa y a veces caótica, transmitiendo la sensación de vértigo que siente Matty. Esa estética, junto con el montaje anómalo y los tonos saturados, crea un clima de desorientación que refleja la mente fracturada del personaje.
Las interpretaciones enfatizan
la sensación de pérdida y oquedad. Modine nos entrega una actuación cruda, casi incómoda, que
se aleja del simple melodrama y transmite con naturalidad la vulnerabilidad del
adicto. Beatrice Dalle, como la exnovia, atrapada entre el deseo y el hartazgo, aporta una
intensidad visceral, un magnetismo salvaje. Dennis Hopper, en un rol secundario,
brilla como director de cine y mentor ambiguo, encarnando una figura paterna
retorcida que alimenta la autodestrucción. Y la top model Claudia Schiffer, en
uno de sus escasos trabajos cinematográficos encarnando a Susan, la nueva
pareja de Matty, representa, en apariencia, una salida luminosa: juventud,
belleza y promesa de estabilidad. Sin embargo, su personaje termina reducido a
un símbolo vacío, incapaz de ofrecer al protagonista la salvación que él miso
sabotea. Esa elección refuerza el carácter cruel del film: incluso lo que
parece puro se ve devorado por una espiral autodestructiva.
Siempre tomada como una película menor, The
Blackout
no es una película accesible ni complaciente y condensa lo mejor y lo peor de
Ferrara: su tendencia a la improvisación y a lo caótico puede desorientar al
espectador, pero también le confiere autenticidad y riesgo. En lugar de
ofrecer respuestas, la película muestra un retrato brutal de alguien atrapado
en las redes de sus excesos, incapaz de reconciliarse con su pasado. En última
instancia, The Blackout no ocupará nunca un lugar destacado en la
filmografía del director italoamericano, pero siempre será un ejercicio honesto
de cine confesional, imperfecto, turbador, que no teme mirar de frente a la
oscuridad.
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