“DANS LA MAISON” (2012)
Con En la casa, François Ozon alcanza su cenit creativo porque, además de reunir sus obsesiones temáticas (deseo, identidad, voyeurismo, los límites entre lo público y lo privado), las somete aquí a una resolución formal y ética más compleja y trabajada que en el resto de su filmografía. En esta película Ozon alcanza una madurez autoral que le hace controlar el dispositivo narrativo (metaficción), maneja la ambigüedad moral sin didactismo y articula una puesta en escena que convierte su peculiar mirada en materia dramática. Estos aciertos convierten a En la casa (Dan la maison) en su más lograda obra.
En la trayectoria de Ozon, marcada por la constante oscilación entre el melodrama, la sátira y la experimentación formal, En la casa ocupa un lugar privilegiado. Más allá de estar ante una adaptación de la obra teatral “El chico de la última fila” del dramaturgo español Juan Mayorga, la función, como apuntaba anteriormente, se erige como síntesis de sus preocupaciones temáticas: el poder de la mirada, el deseo de traspasar la intimidad ajena y la débil frontera entre ficción y realidad. Si se acepta que el cine de Ozon se eleva como un laboratorio de narrativas, En la casa es, sin duda, su experimento más perfecto.
La mayor virtud de la cinta reside en su capacidad para hacer del relato un organismo vivo que se repliega sobre sí mismo. La escritura del adolescente Claude García (Ernst Umhauer), no sólo organiza la diégesis, sino que revela el mecanismo mismo de la creación artística: observar, deformar, reconstruir. Ozon convierte el texto en un territorio ambiguo en el que el espectador nunca sabe si lo que ve pertenece al mundo real de la historia o a la imaginación literaria del protagonista. Esa inestabilidad no es un juego gratuito, ya que refleja la tensión fundamental entre la necesidad de contar y la imposibilidad de controlar los efectos del relato,
El cineasta despliega aquí un motivo recurrente en su obra (la casa), pero lo eleva a su máxima expresión. El hogar de la familia Artole se convierte en escenario de proyecciones: para Claude, un laboratorio de observación; para Germain (Fabrice Luchini), su profesor, en un espejo de su frustración literaria; para el espectador, en un microcosmos que refleja la monotonía y debilidades de la vida burguesa. Lo doméstico deja de ser refugio para transformarse en territorio de intromisión y manipulación. Ozon demuestra, haciendo uso de una puesta en escena tan contenida como precisa, que lo inquietante no surge de lo extraordinario, sino de la invasión meticulosa de lo cotidiano.
Uno de los aspectos más brillantes del film es que no se limita a narrar un simple caso de voyeurismo intelectual y nos implica directamente en él. Como el profesor Germaine, el espectador se convierte en lector voraz de las crónicas de Claude, celebra sus hallazgos, desea que la historia continúe, aunque ello implique violar la intimidad de una familia. La película denuncia así la complicidad de quien consume narrativas sin preguntarse el precio ético de su placer. Esta estrategia convierte la experiencia de visionado en un ejercicio de autoconciencia crítica, algo que en raras ocasiones Ozon logra con eficacia.
Mientras que otras películas del director francés se debaten entre la farsa ligera y el melodrama existencial, En la casa encuentra un punto de difícil equilibrio: la narración es ágil, en ocasiones irónica, pero nunca banaliza el trasfondo inquietante e incluso siniestro. El virtuosismo de que hace gala Ozon le permite oscilar entre lo lúdico y lo perturbador sin quebrar la coherencia interna de la historia. El tono híbrido, en lugar de dispersar la obra, la confiere intensidad.
En la casa se convierte así en la culminación de
una extraña poética. Reúne en una misma pieza el interés del realizador por el
artificio narrativo, su fijación por los espacios privados y su interpelación constante
sobre el deseo y el poder. La película revela a un cineasta en plena posesión
de su lenguaje, capaz de hacer de la ambigüedad un método y de la inquietud una
experiencia estética. Por eso afirmo que, dentro de su filmografía (a la espera del estreno de
su adaptación de El extranjero de Albert Camus), En la
casa es
en mi opinión, con diferencia, su película más redonda, la que proyecta mejor
su personal estilo, la más lúcida y enigmática, la más original y la más alarmantemente actual.
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