lunes, 8 de septiembre de 2025

CRÍTICA: "PRESUNCIÓN DE INOCENCIA" (LE FIL, Daniel Auteuil, 2024)

La fe del abogado

“PRESUNCIÓN DE INOCENCIA” (LE FIL) êêê

DIRECTOR: Daniel Auteuil.

INTÉRPRETES: Daniel Auteuil, Grégory Gadebois, Sidse Babett Knudsen, Isabelle Candelier, Alice Belaïdi.

GÉNERO: Drama judicial / DURACIÓN: 115 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2024

    Quinto largometraje como director del actor Daniel Auteuil que nos avisa de que está basado en un caso real y que nos presenta a un abogado, Jean Monier, encarnado por el propio Auteuil, que desde que logró la absolución de un asesino reincidente hace ya quince años no ha vuelto a enfrentarse a un tribunal. Sin embargo, al conocer a Nicolas Milik (Grégory Gadebois), un padre de familia numerosa acusado de asesinar a su esposa, Monier se siente conmovido y sus certezas se tambalean. Convencido de la inocencia de su cliente, está dispuesto a hacer todo lo posible para ganar el juicio. Lo que en principio parecía un caso rutinario, acabará poniéndole a prueba.

   Con Presunción de inocencia (Le fil), Daniel Auteil dirige y protagoniza un drama judicial sobrio y academicista, pero que en realidad funciona como una trampa emocional para el espectador. Desde la primera escena, Milik, el acusado, se nos presenta como un hombre frágil y torpe, un padre cariñoso, atento y preocupado por el cuidado de sus hijos, alguien en quien resulta tentador depositar nuestra mirada empática y confianza. El abogado, Monier, se aferra a esa humanidad, y nosotros con él.

    La película reconstruye el proceso con una paciencia inusual en el cine actual: planos largos, frialdad expositiva y silencios expresivos, repeticiones, un tempo gris y agotador. Es el reflejo del verdadero ritmo judicial, sin adornos ni apenas artificios. Auteuil apuesta por mostrar como las certezas se van desgastando con los preparativos y las horas de audiencias, hasta que lo único que queda es la duda.

   Vale la pena advertir que cuando se dicta sentencia, la sensación no es de alivio para el abogado, sino de derrota y desconcierto. Y lo que ocurre después -que no conviene revelar- va a transformar el relato en una devastadora reflexión sobre la confianza depositada y los errores de apreciación. Así, el título original (El hilo) cobra sentido: existe un hilo invisible que une al abogado, al acusado y al espectador… un hilo que se irá tensando hasta romperse.

   Auteuil ofrece una actuación contenida, casi exhausta, que transmite la erosión moral de un defensor atrapado entre la duda y la imperiosa necesidad de creer en alguien. Frente a él, Grégory Gadebois aportando al acusado una mezcla de oscuridad y vulnerabilidad que mantiene viva la ambigüedad hasta el final, cuando llega ese mazazo moral que reconfigura la percepción del espectador sobre el acusado y sobre la propia noción de la justicia, que nos puede hacer diferenciar que una cosa es la verdad judicial y otra la verdad, y que unas veces no coinciden -como bien sabe el abogado-, y otras sí.

    No estamos ante una película redonda, el ritmo lento del segundo acto y ciertos pasajes explicativos pueden exasperar al espectador impaciente, pero forman parte del compromiso del director con su línea de sobriedad. Lo mejor de Presunción de inocencia (Le fil), lo encontramos en la forma que el Auteuil director manipula nuestra fe y nos hace sentir el mismo abatimiento que el abogado, y nos aboca, sin mostrar nada explícito, a una de las conclusiones más perturbadoras e insospechadas del cine judicial reciente.

2 comentarios:

  1. El film , según parece basado en un caso real, da mucho que pensar. Como abogado que soy (o que fui, ya que ejercí pocos años y nunca llevé casos tan graves), diría que el letrado de la película, quizás por el trauma que arrastra desde un caso anterior, tiene una vinculación emocional con su cliente a todas luces excesiva. Entiendo que a veces es inevitable, pero los abogados no deben juzgar sino defender, y siempre desde la más estricta profesionalidad.

    Un abrazo.

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  2. Llevo media vida rodeado de abogados, en la familia hay tres, que por cierto ejercen en Barcelona, y varios amigos/amigas que ejercen en Madrid. Estos últimos me dijeron este verano que hay más abogados en Madrid que en toda Francia. No van muy descaminados, pues sólo en la Comunidad de Madrid hay ejerciendo 35.000 abogados, más de la mitad que en toda Francia con 70 millones de habitantes. Me da la impresión de que hiciste bien en dedicarte a ganarte la vida con otro trabajo.

    Es cierto lo que comentas, el compromiso sólo debe ser profesional, intimar hasta ese grado con el cliente puede deformar la percepción, la familiaridad hace que se acorte la distancia necesaria para analizar fríamente el caso y ejercer una defensa impecable y contundente. De ahí que la película nos avise de las taras del sistema judicial. Porque una cosa es la verdad judicial y otra la verdad. Una victoria para el abogado puede llegar a ser una derrota para la sociedad. Aunque su deber siempre sea defender a su cliente sin pensar si puede ser culpable.

    Yo me dedico a la docencia, una profesión con un desgaste y un estrés aún mayor que la abogacía, y no veo el momento de dejarlo todo atrás. Aunque ya queda menos.

    Una abraçada.

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