lunes, 6 de abril de 2020

CRÍTICA: "SEBERG: MÁS ALLÁ DEL CINE" (Benedict Andrews, 2019)


Un juguete roto
“SEBERG: MÁS ALLÁ DEL CINE” êê
DIRECTOR: Benedict Andrews.
INTÉRPRETES: Kristen Stewart, Jack O’Connell, Anthony Mackie, Vince Vaughn, Zazie Beetz, Margaret Qualley.
GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 96 minutos / PAÍS: EE. UU. / AÑO: 2019

     
   El director australiano Benedict Andrews debutó con el irregular drama Una (2016), película protagonizada por Rooney Mara y Ben Mendelsohn que reactuliza el tema de “Lolita” pero que no resulta satisfactoria al no arriesgar en los aspectos escabrosos que se desprenden del tema de la pedofilia, muy diluido por el estigma teatral de la historia, la excesiva languidez de la protagonista y la racanería expositiva. Andrews, en su segundo largometraje, se atreve con un bipopic de Jean Seberg, actriz estadounidense que comenzó su carrera protagonizando dos películas de Otto Preminger (Santa Juana y Buenos días tristeza) y que se convirtió en uno de los mayores iconos de la Nouvelle Vague al encarnar a Patricia, la vendedora callejera del New York Herald Tribune por los Campos Eliseos de París en el mítico film Al final de la escapada (JeanLuc Godard, 1960), formando inolvidable pareja con Jean-Paul Belmondo.


    Seberg: Más allá del cine narra cómo a un joven y ambicioso agente del FBI, Jack Solomon (Jack O’Connell) le encargan la investigación de la estrella de cine estadounidense afincada en Francia Jean Seberg (Kristen Stewart) a partir de que la actriz se ve envuelta en la lucha del combativo movimiento de los derechos civiles, asociación a la que ayuda económicamente a finales de la década de los 60 en Los Ángeles. La relación de Seberg con el activista de los derechos civiles de la población negra Hakim Jamal (Anthony Mackie) la convierte en objetivo de los despiadados intentos del FBI para desacreditarla a ella y al movimiento Black Power.


    Seberg: Más allá del cine, que destila un viscoso tufillo a telefilm de lujo, centra el eje de su acción en la labor de espionaje que el FBI llevó a cabo contra la actriz nacida en Iowa y cómo poco a poco, creando bulos hirientes sobre su vida la van arrastrando hacia el abismo de la depresión y tal vez el suicidio. Todo debido a su apoyo y compromiso con el movimiento de los derechos civiles y los Panteras Negras. El problema es que el relato nunca coge el tono y apenas aporta profundidad narrativa a la función, que transcurre entre los mohines y gestos de desesperación e impotencia de una Kristen Stewart que a pesar de los esfuerzos no logra plasmar la representación de la figura trágica, la emotividad, tristeza y desolación del proceloso vía crucis por el que pasó Jean Seberg. 


   El film está planteado de un modo didáctico, academicista y hasta formulario, con apuntes sobre la convulsa situación sociopolítica de la época, personajes secundarios que no aportan nada y una explícita narrativa que alterna los problemas matrimoniales de la actriz, su affaire con Hakim Jamal, el acoso cruel del FBI y su deprimente carrera profesional participando en películas mediocres. Finalmente, con su estabilidad mental erosionada y debatiéndose entre la paranoia y la frustración, Seberg sólo alcanza a ser otro juguete roto con obsolescencia programada. Murió en 1979 con 40 años por una sobredosis de barbitúricos. ¿Suicidio o asesinato?

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