Trampa para parejas
“BONE LAKE” êêê
DIRECTOR: Mercedes Bryce Morgan.
INTÉRPRETES: Maddie Hasson, Marco Roe, Alex Pigossi, Andra
Nechita.
GÉNERO: Thriller-terror / DURACIÓN: 94 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2024
Es la primera vez que me acerco a la filmografía de Mercedes Bryce Morgan y sólo porque Bone Lake pasó por algunos festivales como el de Sitges. Ni mucho menos ha sido una decepción. La película nos presenta a dos parejas que por error han alquilado la misma propiedad, un caserón precioso junto a un lago, para pasar un romántico fin de semana. Claro que esa escapada de ensueño pronto se convierte en una pesadilla donde se mezclan el sexo, la mentira y la capacidad de supervivencia. Pronto entendemos que nada de lo que pasa es casual.
Bone Lake es un experimento audaz que en gran parte funciona. Fusiona elementos que elaboran un cóctel excitante y la convierten en un divertimento juguetón y peligroso: la ilusión de un retiro romántico se convierte en una trampa emocional y sangrienta. Morgan demuestra talento para adivinar las expectativas del espectador: nos seduce con el componente erótico, pero explora lo grotesco. Me gusta, por ejemplo, como se cuestiona la comunicación de la pareja y expone la desconfianza. No es un slasher vulgar, ya que aquí se reflexiona sobre lo que sucede cuando la vulnerabilidad te exhibe y se convierte en un arma, cuando la seducción se utiliza para manipular y cuando la confianza se rompe bajo la superficie de lo que parece un fin de semana idílico.
Bryce Morgan muestra interés por los límites entre placer y dolor, entre control y sumisión, filmando cada escena con una sensualidad fría, como si el lago que da título a la historia guardara algo podrido bajo su superficie paradisíaca. Lo mejor lo encontramos en su atmósfera, en la fotografía, saturada de reflejos y sombras húmedas, que convierte el entorno natural en una trampa. La cámara se mueve como un testigo molesto, siempre demasiado cerca de los cuerpos, siempre consciente de lo que oculta, hay algo hipnótico en la manera en que el guión desenmascara los juegos de poder dentro de las relaciones, exponiendo cómo el deseo puede tornarse en una forma brutal de dominio
Dicho esto, no estamos ante una película redonda. Tras un crescendo psicológico impecable, el clímax gore, aunque espectacular, se precipita hacia una violencia gore con un frenesí a algo torpe, con el ansia de liberar la tensión acumulada, la tibieza de algunas escenas sexuales puede decepcionar a quien espera una película de horror erótica más explícita. Esas decisiones restan parte del misterio y reduce a los personajes a meros instrumentos del caos. Además, la pasividad de los protagonistas frente a ciertas señales de peligro, me sacaron de una inmersión total: es difícil creer que se quedaran en la casa simplemente por problemas de pareja. Aun así, Bone Lake es un artefacto decente al que merece la pena dar una oportunidad si te atraen las historias de tensiones psicológicas, las dinámicas tóxicas y no te importa que, finalmente, la sangre lo inunde todo.
No es un horror puramente visceral, ni un drama romántico sin garra: se encuentra justo en esa intersección ambigua, y lo logra aparentando ser un espejo deformante de las relaciones de pareja, pero en realidad es una macabra competición que nos presenta a unos psicópatas con una estudiada estrategia de manipulación, un ejercicio de tensión y deseo que transforma la calidez de unas vacaciones románticas en un pantano emocional donde el amor y la violencia se confunden.













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