“THE PERFECT NEIGHBOR”
El documental La vecina perfecta estrenado en Netflix y dirigido por Geeta Gandbhir se inscribe en la tradición de cine documental que combina el registro realista con una reflexión ética sobre las estructuras sociales que sostienen la violencia. A partir del caso real, ocurrido en 2023, de Ajike “AJ” Owens, una mujer afroamericana de 35 años y madre de cuatro hijos asesinada por una vecina blanca, Susan Lorincz, de 58 años, tras una serie de disputas domésticas y un altercado con los hijos de Ajike en el condado de Marion en Florida, Gandbhir construye una narrativa que trasciende el suceso individual para hacer una incisiva introspección sobre las tensiones raciales y las cuestiones jurídicas que lo hace posible. Estamos pues ante un retrato escalofriante de la normalidad estadounidense: un vecindario de casas idénticas, vallas recién pintadas y un paisaje humano vulgar que oculta un miedo latente.
El film destaca por su economía expresiva. La directora prescinde de los manidos recursos testimoniales o narraciones en off para centrar la mirada en material documental: grabaciones de las cámaras corporales de la policía, audios del 911, interrogatorios filmados y declaraciones judiciales. Esta técnica, cercana al cinéma vérité, genera una distancia analítica que evita la sentimentalización del suceso y favorece la interpretación crítica del espectador hasta que, finalmente, se siente la emoción con el dolor de los hijos de la víctima, la impotencia de una comunidad y la frialdad burocrática de un sistema que repite la historia una y otra vez. El montaje articula la cronología de los hechos con un rigor casi forense, lo que convierte la experiencia fílmica en una observación perturbadora de la trivialidad del mal, las absurdas razones que enconan el conflicto y las trágicas consecuencias.
La obra de Gandbhir puede leerse como una crítica a la lógica de la “autodefensa” legitimada por leyes como la Stand Your Ground de Florida, que permiten estirar el límite del uso letal de la fuerza en contextos ambiguos. En este sentido, La vecina perfecta examina la relación entre miedo, poder y racialización dentro del espacio doméstico suburbano, presentado aquí como un microcosmos del sistema social estadounidense. No hay villanos caricaturescos ni héroes redentores, sólo personas comunes atrapadas en una telaraña de prejuicios y leyes que legitiman la desconfianza. La zona suburbial donde se desarrollan los hechos se convierte en el espejo de la nación: el sueño suburbano como pesadilla sistémica y una indagación en las raíces de la violencia racial y la distorsión del concepto de “seguridad” en una sociedad armada.
No contaré si, finalmente, Susan Lorincz, la
homicida, es declarada culpable, tampoco por el delito que
será juzgada, lo descubrirá el espectador, aunque más que ofrecer respuestas,
el documental lanza una pregunta ética sobre la convivencia contemporánea:
¿cómo se define la seguridad cuando el miedo es estructural? Gandbhir sugiere
que la violencia no surge de lo excepcional, sino de la normalización, de la
desconfianza. En ello reside la potencia política y estética de la propuesta,
su fuerza radica en el absurdo sustrato que genera una violencia que no irrumpe
de golpe, sino que germina lentamente, al amparo de la indiferencia. Así, la
directora logra que lo ordinario se vuelva siniestro y que el espectador llegue
a preguntarse si realmente conoce a sus vecinos.
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