El precio de la fama
DIRECTOR: Cameron Cairnes, Colin Cairnes.
INTÉRPRETES: David Dastmalchian, Laura Gordon, Ian Bliss, Rhys Auteri, Ingrid Torelli, Georgina Haig.
GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 86 minutos / PAÍS: Australia / AÑO: 2023
Una de las películas a reseñar del pasado Festival de Sitges es la película australiana El último Late Night, tercera película dirigida por los hermanos Cameron Cairnes y Colin Cairnes, especialistas en el género de terror que ahora nos presentan a Jack Delroy (David Dastmalchian), un presentador que pretende liderar la audiencia en la franja horaria de su late nigth en vivo en la década de los 70 titulado “Buhos Nocturnos”. Un show televisivo nocturno de temática paranormal en el que de manera arriesgada el conductor del programa, animado por el productor, no se pondrá límites a la hora de invitar a excéntricos personajes para montar impactantes números, a veces incluso exhibiendo públicamente las miserias de su vida privada. Todo con el fin de alcanzar la fama absoluta y el lugar más alto de la cuota de pantalla. El programa especial de Halloween presagia un hito con la presencia de una médium y una adolescente poseída por el demonio.
Por supuesto, nosotros como espectadores, al igual de los que se encuentran presentes en el estudio, nos convertimos en testigos excepcionales del espectáculo que el presentador (un magnífico David Dastmalchian), un tipo desesperado, sin escrúpulos y que perdió hace tiempo la brújula moral, ha preparado. Lo cierto es que en puridad la premisa no resulta muy original y me atrevería a decir que toma como referencia clara la película de culto británica Ghostwatch (Leslie Manning, 1992), y aun así la cinta fusiona con inteligencia la comedia y el terror y se impone como un artefacto entretenido al tiempo que se eleva como una cruel metáfora sobre la encarnizada batalla para alcanzar el éxito sin que importen los medios para conseguir tal objetivo. La película cuenta con una impecable labor técnica y artística que nos retrotrae a aquellos convulsos y horteras años 70 con detalles como el rótulo y logo del programa, el vestuario con pantalones de campana y chaquetas con hombreras y el tono cromático pastel, una puesta en escena televisiva que logra una inmersión total del espectador en uno de aquellos late night que en España tuvieron su espejo en los programas presentados por José María Íñigo batiendo récords con el mentalista Uri Geller.
Así, desde nuestra privilegiada posición de
espectadores no sólo vemos lo que sucede en vivo en el plató con las
entrevistas a los invitados y las demostraciones de sus habilidades y poderes,
sino que también asistimos durante las pausas publicitarias a lo que ocurre
detrás del escenario con las maquilladoras, cámaras, productores, presentador e
invitados, algo que no corta el ritmo de la emisión y que, por el contrario,
nos muestra la ansiedad de todos los que tienen intereses en romper el techo de
audiencia y la inquietud de algunos colaboradores del programa por lo que puede
deparar el show en el que una adolescente poseída por el demonio y bajo la
supervisión de una médium llevará hasta el plató la presencia del maligno. Como era previsible, en el
clímax final se desata el caos y el estudio se convierte en una tabla de
carnicero, el programa se dispara en el rating y el presentador, Jack Delroy,
cargará con su propia maldición. Justo precio a su ambición desmedida.
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