viernes, 9 de septiembre de 2022

CRÍTICA: "PROBLEMA CADA DÍA" (Claire Denis, 2001)

 

Ven, devórame otra vez

“PROBLEMA CADA DÍA” êêê

(TROUBLE EVERY DAY)

DIRECTORA: Claire Denis.

INTÉRPRETES: Vincent Gallo, Bèatrice Dalle, Alex Descas, Tricia Vessey, Raphaël Neal, José García, Florence Loiret-Caille.

GÉNERO: Terror, New French Extremity / DURACIÓN: 100 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2001

    Una de las mejores y más radicales propuestas de la directora francesa Claire Denis y la única de sus aportaciones a la corriente New French Extremity (Nuevo Extremismo Francés) tendencia cinematográfica que me he planteado ir haciendo un repaso a sus obras menos populares. Con títulos en su filmografía tan interesantes como Chocolat, Buen trabajo, Viernes noche y El intruso, Denis firma esta película de culto titulada Problema cada día, que en algunos países latinoamercanos se estrenó con el más explícito título de Sangre caníbal.   

     La trama sigue a una pareja, el Dr. Shane Brown (Vincent Gallo) y su esposa June (Tricia Vessey) que supuestamente viajan a París para disfrutar de su luna de miel. En realidad, Shane ha viajado a la capital francesa para buscar al neurocirujano Dr. Léo Sémeneau (Alex Descas) y a su esposa Core (Bèatrice Dalle) a quien una vez conoció y se obsesionó con ella. A pesar de haber tenido una carrera prolífica en el área científica, Léo ahora trabaja como médico de familia para mantener un perfil bajo. Él procura tener encerrada a Core en su casa siempre, pero aun así ella ocasionalmente escapa o recibe visitas inesperadas y asesina a mordiscos a diversos hombres.

    Problema cada día es una película sobre las pasiones más salvajes y primitivas, sobre el instinto incontrolable y los más inconfesables secretos. Su insobornable directora comienza la narración con un prolongado y apasionado beso, prólogo de lo que será el más crudo deseo carnal, el insaciable apetito caníbal y vampírico, el ansia imposible de calmar y que traspasa los límites del amor para alcanzar el éxtasis, y tal vez, abrir las puertas del infierno. En el relato se nos aparece la siempre inquietante figura del “mad doctor” y los experimentos científicos, una coartada para el reflejo de un deseo incontenible que obliga al Dr. Brown (un Vincent Gallo ojeroso y apesadumbrado) a medicarse para no sucumbir a la tentación de devorar a su reciente y amada esposa, la dulce y bella June, insatisfecha con sus devaneos sexuales porque en el orgasmo está la delgada línea que separa la vida y la muerte para ella y sólo su marido lo sabe. El Dr. Brown no encontrará al Dr. Léo en su intrigante viaje a París, pero dará con su domicilio, allí vive encerrada su mujer, Core (una hermosa e indomable Bèatrice Dalle), y tras el efusivo abrazo de dos seres que sufren la misma e irrefrenable voracidad, llega el asco, producto del mínimo poso de humanidad que le queda al doctor, y tratando de desembarazarse del abrazo de la temible Core, totalmente cubierta de sangre, comprende que sólo su muerte pondrá fin a su incurable enfermedad.

    Los tres personajes tienen un pasado que se insinúa (que daría para otra película) y que ha marcado sus vidas, pero la función está construida con retazos, escenas que parecen desconectadas y que pueden confundir al espectador, aunque si tenemos paciencia veremos que todo encaja y las piezas sirven para construir una interesante trama trufada de canibalismo, erotismo, y desastres científicos que obligan a dos seres a vivir un exilio íntimo y a veces físico, haciéndonos partícipes de su desolación. A su llegada al hotel parisino vemos al Dr. Brown mirar hipnóticamente el cuello de una joven y bonita trabajadora del hotel, es a la vez una mirada sucia y piadosa, libidinosa y repulsiva, la mirada de un depredador que apenas puede ejercer un cierto control sobre sus bestiales impulsos. 



    Ella será última víctima en una espeluznante escena final en donde el doctor abandona todo resto de humanidad para entregarse al mayor de los placeres, al más liberador desahogo y dar así por concluida su estancia en París. Claire Denis logra una narración muy física, parca en diálogos, con planos cerrados que escrutan la piel suave como tapiz de la carne magra, de los músculos, nervios y tendones, un subversivo viaje desde los húmedos besos al desgarro y las ávidas dentelladas. La poética de los márgenes ocultos del deseo.  


2 comentarios:

  1. Un día tendré que ponerme con esta directora; éste parece un buen título para empezar.

    Un abrazo.

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  2. Pues sí, Ricard, o cualquiera de los títulos que cito más arriba. Tendré que ver su última película, "Fuego", presentada en el pasado Festival de Berlín y que tiene previsto su estreno el día 30.

    Un abrazo.

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