miércoles, 18 de noviembre de 2015

JOYAS DEL CINE ERÓTICO: "LUCÍA Y EL SEXO" (JULIO MEDEM, 2001)


     No me gusta el cine de Julio Medem. Aclarado esto, sólo hay una película que por sus estrictos valores cinematográficos salvo de la quema de su hasta ahora no muy extensa filmografía: Los amantes del círculo polar (1998). Un film protagonizado por Fele Martínez y Najwa Nimri que narra una apasionada historia de amor de una pareja, Ana y Otto, desde los ocho años hasta los veinticinco. Un encendido romance que comenzó un ya lejano día a la salida del colegio y que se cierra en Finlandia al borde del Círculo Polar. Películas como Lucía y el sexo (2001) y Habitación en Roma (2010) también serían salvadas de la hoguera, pero por otros motivos más lúdicos y/o  frívolos. 


      En la película que nos ocupa, Lucía (Paz Vega) es una joven que trabaja como camarera en Madrid. Tras la misteriosa desaparición de su novio, Lorenzo (Tristán Ulloa), un escritor en crisis, decide marcharse a la tranquila isla de Formentera. La libertad que allí se respira, la lleva a enfrentarse a los aspectos más oscuros de su pasada relación, como si se tratara de una novela.

        Con música de Alberto Iglesias y una espléndida y luminosa fotografía a cargo de Kico de la Rica, Lucía y el sexo obtuvo un considerable éxito de taquilla más por el tórrido componente erótico que por una historia tan aseada en su estética como banal en su contenido. Por supuesto, el look visual derivado del idílico paisaje que sirve de escenario infunde una notable armonía sensual a un argumento rebosante de retruécanos narrativos, dilemas morales, filosóficos y espirituales muy deslavazados que pretenden aportar luz sobre la soledad, los sentimientos, el destino y la muerte en una maraña que Medem se muestra incapaz de desenredar. El espectador se desconecta pronto de la paja mental que supone la trama para concentrarse en las escenas de sexo y el deleite que produce la visión de los cuerpos desnudos de Paz Vega y Elena Anaya.  


      La turbiedad de la relación de la pareja y los conflictos existenciales barnizados con trazo grueso de los personajes, un escritor en shock y con gusto por el sexo enfermizo y una chica que desde niña quiso emular a su madre (una actriz porno), que hacen del sexo su principal leitmotiv a pesar de las coartadas filosóficas y pseudointelectuales, se imponen como fragmentos de unas vidas en donde el pasado, el presente y el futuro se confunden y quedan marcados por el azar, en un intento por dotar de lógica a una historia que carece de ella, más allá de que la vida es un estado de ánimo y el sexo es su mejor estímulo. Lucía y el sexo tiene una estructura radial pero Medem nunca logra cerrar el círculo de vidas cruzadas dotando de simbolismos de tono naïf a lo que sólo es un cuento de pasiones desenfrenadas y personalidades escindidas.

2 comentarios:

  1. Bueno, no me disgustó. Recuerdo la escena en que Lucía llega a Formentera y advierte que la soledad es incompatible con la paella (porque siempre hay que encargarla para dos); me pareció una observación ingeniosa. Desde luego, los desnudos de Paz Vega son lo mejor de la película.

    Un abrazo.

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  2. Y el de Elena Anaya, y Najwa Nimri masturbándose como una gata. Con el cine de Medem me pasa como con el de Amenábar, no logro entrar casi nunca. Sólo una película de cada uno de ellos me ha dejado poso, eso sí, al menos a Medem le tengo que agradecer los desnudos que nos regala en films como éste o en otros como Habitación en Roma.

    Un abrazo.

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