sábado, 7 de noviembre de 2015

JOYAS DEL CINE ERÓTICO: "BÁMBOLA" (BIGAS LUNA, 1996)


     Bámbola está considerada unánimemente como la peor película de Bigas Luna. Puede que sea cierto. No obstante, cuando me enteré del rodaje y comenzaron a sonar los nombres que formaban parte del reparto, encontré que entre ellos estaba Anita Ekberg (ya saben, la diosa sueca que se convirtió en mito tras su baño en la Fontana de Trevi junto a Marcello Mastroianni en La dolce vita de Fellini) y que la protagonista de la película era una bomba sexual italiana llamada Valeria Marini. Con esos mimbres como alicientes no tuve ningún empacho en acudir al estreno a ver si el director barcelonés me regalaba un homenaje rememorando el cine erótico italiano de los años 70 y 80 que tantas fantasías e inspiración nos provocó a los onanistas irredentos que asistíamos a aquellas sesiones dobles mortales por donde desfilaban musas como Edwige Fenech, Laura Antonelli, Stefania Sandrelli, Ornella Muti, Gloria Guida… y que nos servían como huida o refugio de una realidad plomiza y poco esperanzadora.

      El film, de chusco argumento, narra la historia de Mina “Bámbola” (Valeria Marini), una joven campesina italiana que desborda vitalidad y para quien ha supuesto un duro golpe la muerte de su mejor amiga, una simpática cabra. La escultural Bámbola siente una fijación sexual por su novio, Furio (Jorge Perogurría) un delincuente brutal y sin escrúpulos. Éste, estando en prisión, envía a su novia unos calzoncillos como muestra de amor, siendo correspondido con unas bragas de ella. Pese a tener varios encuentros homosexuales dentro de la cárcel, a su salida da rienda suelta a su energía sexual acosando a Bámbola con sus arremetidas de macho en celo. 

        Cuando vi hace casi veinte años esta película, salí frustrado porque el guión parecía escrito en un trozo de papel higiénico mientras el guionista se encontraba jiñando; por la irrelevante y brevísima presencia de una Anita Ekberg ya mayor; y  porque la siempre perturbadora mirada de Bigas Luna había derivado en zafiedad sin ninguna justificación dramática. Haciendo uso de un erotismo anacrónico y desplegando desastradas líneas de diálogo, Luna nos presenta a una macizorra y pechugona campesina que con su natural poderío sensual inflama los más bajos instintos de todo aquel que le sale al paso. Valeria Marini (que con los años acabó desfigurada de tantas operaciones) luce aquí en todo su esplendor (atributos indescriptibles que me siguen poniendo brutote), auténtica metralla para erotómanos como el director –y como yo-, que sabe sacar de ello todo el partido a pesar de las carencias interpretativas de la actriz italiana.


      Valeria Marini, jamás encuentra el tono conmovedor para hacer creíble su personaje, una hermosa chica que sufre carencias afectivas a pesar del deseo que despierta en el sexo opuesto, confundida con sus sentimientos y arrastrada por una corriente de autodestrucción en la que tiene mucho que ver ese animal al que da vida el actor cubano Jorge Perogurría. Estamos ante una película en donde la misoginia alcanza un carácter hiriente e insufrible hasta el punto de resultar imposible su encaje en la actualidad sin levantar agrias polémicas. Por supuesto, la gastronomía ocupa, como casi siempre en la obra de Luna, un papel distinguido (atención a la escena de la langosta), en esta ocasión con más suciedad de lo habitual, pero resulta patético ver a la pobre Bámbola intentando domar al salvaje macarra de su novio que sólo ve en ella un jugoso trozo de carne con vagina, y cómo se va sintiendo cada vez atrapada e impotente en su intento de que le demuestre su amor con sensibilidad y suaves caricias, que la trate con respeto, como a un ser humano, no como a un animal. Más cercano a Tinto Brass que a Fellini, Bigas Luna naufraga haciendo uso de una dirección burda que sólo tiene como objeto apretar los pantalones ahí donde se encuentra la bragueta.   


2 comentarios:

  1. Bueno, no es la mejor película de Bigas Luna, pero me pareció simpática por su falta de pretensiones. Si la valoramos en función de su sencillo y llano objetivo -mostrar a una señora increíblemente jamona rodeada de machos en celo-, puede considerarse incluso lograda.

    Un abrazo.

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  2. Pes sí, un tributo a aquellas tórridas películas italianas de los 70 y primeros 80, con una Valeria Marini como bomba sexual absolutamente "derramaplaceres"y que, posteriormente,se desfiguró a base de absurdas operaciones, pero que en esta película me puso como burro en primavera.

    Un abrazo.

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