martes, 16 de abril de 2013

ESTELLA WARREN, UNA BELLEZA EN UN MUNDO DE SIMIOS

                                   

      Para qué engañarnos, la modelo y actriz canadiense ESTELLA WARREN (Peterborough, Ontario, 23-12-1978) no es nadie en esto del cine, pero, glup, miren las fotos. Sí fue, de jovencita, una gran nadadora, llegando a participar en los Juegos Olímpicos de Atlanta´96 y en los Mundiales Junior, donde consiguió una medalla de bronce. Como muchas modelos, su carrera comenzó por casualidad cuando un cazatalentos se fijó en ella en un desfile benéfico de su escuela, convirtiéndose pronto en modelo de bañadores para la revista Sports Illustrated.


     
  Como era previsible, esto le abrió las puertas del éxito, apareciendo en las portadas de las revistas Elle, GQ, Vanity Fair y en tres números de la versión italiana de la revista Vogue. Su reconocimiento más internacional le llega al protagonizar dos spots televisivos del perfume Chanel Nº 5, dirigidos por Luc Besson y que dieron la vuelta al mundo.


      Su escaso talento interpretativo no ha dado para tanto, recordemos su actuación en el remake de de El Planeta de los Simios (Tim Burton, 2001), en donde no hacía otra cosa que correr de un lado para otro, o en la olvidable Driven (Renny Harlin, 2003) un drama de acción protagonizado por Sylvester Stallone y ambientado en el mundo de las carreras de coches, por no hablar de su aportación a la insustancial comedia Canguro Jack (David McNally, 2003). Una filmografía bastante penosa.



      Deseaba hablar con la luna, y no estaba, quise hacerlo contigo, y tú no estabas. Es por eso, Estella, que la gente piensa que lo nuestro es un reto imposible, un sueño inalcanzable. Nada más lejos de la realidad, ellos no saben que vivo contigo al otro lado de la existencia –penosa lasitud-, llorando entre tus pechos mis anhelos y pesadillas. Un secreto y mórbido ritual en el que tus uñas rojas, tus manos blancas, algo húmedas, son siempre el detonante: con mi lengua tengo que llegar hasta allí, no me importa el tiempo, pero sí tus kilómetros de piernas.                       

                                       

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