domingo, 22 de mayo de 2022

CRÍTICA: "OCCHIALI NERI" (Dario Argento, 2022)

 

La puta y el lazarillo

“OCCHIALI NERI” êê

(DARK GLASSES)

DIRECTOR: Darío Argento.

INTÉRPRETES: Ilenia Pastorelli, Asia Argento, Andrea Zhang, Andrea Gherpelli, Mario Pirrelo, María Rosario Russo, Gennaro Iaccarino.

GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 90 minutos / PAÍS: Italia / AÑO: 2022.

     Aunque han pasado muchas décadas sin ver una película decente del viejo maestro Darío Argento, nunca le agradeceré lo suficiente los buenos ratos que pasé viendo El pájaro de las plumas de cristal, Rojo oscuro (mi favorita), Suspiria y Tenebre. Pero nada dura eternamente, y mucho menos, la inspiración. Tras aquella horrible rareza titulada Drácula 3D (2012), en la que participó en el guión Enrique Cerezo y superados los 80 años, Argento se sitúa detrás de las cámaras para, con un libreto escrito por el mismo director y Franco Ferrini, presentarnos su última criatura, Occhiali Neri, la historia de Diana (Ilenia Pastorelli), una mujer que perdió la vista en un accidente de tráfico al ser perseguida por un acosador. En el siniestro también perdió la vida un matrimonio asiático que viajaba con su pequeño hijo, Chin (Andrea Zhang) que milagrosamente se salvó. Poseída por un sentimiento de culpa, Diana ayuda a Chin, que actuará como su guía en la oscuridad. Juntos intentarán escapar de un asesino en serie en la ciudad y el bosque.

     El regreso de Darío Argento tras diez años de ausencia hace que el recuerdo de sus primeras y mejores obras sea aún más incisivo y agradablemente melancólico. Occhiali Neri se impone como una serie B con un comienzo prometedor en el que asistimos a un eclipse de sol que parece cubrir de brumas la existencia de la protagonista, Diana, una joven que se gana la vida como prostituta. De repente, nos encontramos en la habitación de un hotel en donde vemos a una escort despedirse de un cliente sin saber que será su último trabajo. Un asesino en serie anda suelto.

      Esas escenas de apertura son con diferencia lo más interesante de la función, y siendo ya Diana el eje de la trama, la vemos visitar y recibir clientes en su ajetreado oficio de trabajadora sexual, siendo víctima de un terrible accidente provocado que la ha dejado ciega, ayudando a Chin que se ha fugado de un centro infantil de acogida, tratando de ocultar al niño de unos policías idiotas y viéndose perseguida junto a su lazarillo por un asesino psicópata con debilidad por las prostitutas, algo poco original. Lo peor llega en los siguientes actos, tras eliminar el asesino a la pareja de polis, se suceden una serie de escenas grotescas y sangrientas con abruptas transiciones (que se repiten durante todo el metraje) y nula introspección en la psique del serial killer.

     Presentada en el pasado Festival de Berlín, en Occhiali Neri se escuchan los ecos referenciales de Sola en la oscuridad (Terece Young, 1967) e incluso de Terror ciego (Richard Fleischer, 1971), pero Argento no encuentra el nervio suficiente para mantener la intriga y la sensación tangible de peligro extremo e inventa situaciones ridículas como la del riachuelo convertido en un nido de serpientes o el cúmulo de malas decisiones cuando Diana y Chin están instalados ya en la casa del bosque de Rita (Asia Argento) una cuidadora de personas con discapacidad visual. 

   Desde la escena en que Diana desprecia a un cliente por su mal olor, el espectador imagina ya quién puede ser el asesino (rompiendo así una regla esencial del giallo), pero lo que nunca comprendemos es la conexión  entre el asesinato sin motivaciones de la primera prostituta y el acoso que Diana sufrirá después por aquella peregrina humillación. Sabemos que Darío Argento jamás ha tenido mucho interés en la dramaturgia y siempre ha utilizado actores y actrices con mediocres dotes interpretativas, que siempre ha estado más preocupado por la atmósfera y el suspense de la acción, mezclando elementos del terror, con el thriller y el erotismo, de ahí que no valga la pena comentar el trabajo del elenco. Occhiali Neri no es una película excesivamente truculenta, y su absurdo clímax final, filmado de manera torpe y atropellada, puede ser un regalo para los fans de la casquería, pero a mí me deja frío, con la sensación de haber visto una película con olor a naftalina, de fórmula apolillada, vieja y pasada de moda.  

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