miércoles, 13 de abril de 2022

CRÍTICA: "PARÍS, DISTRITO 13 (LES OLYMPIADES)" (Jacques Audiard, 2021)

 

Insípido romance entre millennials

“PARÍS, DISTRITO 13” (LES OLYMPIADES) êê

DIRECTOR: Jacques Audiard.

INTÉRPRETES: Noémie Merlant, Lucie Zhang, Makita Samba, Jehnny Beth, Geneviéve Doang, Lumina Wang, Camille Berthomier, Line Phé.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 105 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2021

     Del director francés Jacques Audiard me gusta casi toda su filmografía, una carrera que comenzó en 1994 cuando presentó su irregular ópera prima Mira los hombres caer. También soy sincero al afirmar que, hasta la fecha, sólo una de sus obras ha alcanzado la excelencia, Un profeta (2009) un absorbente drama carcelario convertido ya en un clásico del cine criminal y que utiliza sin pudor todos los códigos del género.

    En París, distrito 13 Audiard traslada la acción al barrio de Les Olympiades del distrito 13 de París. En ese lugar reside un grupo de jóvenes que mantienen una intensa amistad. Por un lado, está Emilie (Lucie Zhang) que conoce a Camille (Maquita Samba) quien se siente atraído por Nora (Noémie Merlant) que a la vez mantiene una relación virtual con Amber (Jehnny Beth). Son amigos, pero su conexión y libertad amorosa les llevará a ser amantes, y a veces, ambas cosas.

     Con una sugerente fotografía en blanco y negro, París, distrito 13 puede ser entendida como un retrato movido de la generación francesa actual. Basada en tres historias gráficas del escritor y dibujante estadounidense Adrian Tomine, la función surca múltiples senderos para hacer vagas introspecciones sociales, sentimentales y sexuales tomando como figurantes a un grupo heterogéneo de jóvenes millennials que residen en el extrarradio sur de París. Un barrio llamado Les Olympiades que se nos muestra rebosante de bloques de edificios que apuntan hacia el cielo como tristes atalayas que acogen en sus vientres miles de vidas con dilemas existenciales, edificios de una arquitectura vulgar, fría e impersonal semejante a la de muchos barrios de grandes ciudades asiáticas.

      He de reconocer que nada de lo que les ocurre a los personajes me resulta interesante. Audiard firma una crónica generacional insípida más allá de la cálida iluminación en blanco y negro y la desnudez sin pizca de sensualidad del cuarteto protagonista, porque aunque abundan las escenas de sexo casi siempre resultan automáticas e insatisfactorias, salvo la relación más profunda y sin contacto físico que se produce entre Nora y una chica webcam llamada Amber Sweet, con la que, por utilizar su misma peluca la confundirán en una discoteca viéndose humillada.

      La trama se puede entender como una reflexión sobre el vacío y lo insustancial de las relaciones íntima de las nuevas generaciones, de su facilidad para desnudar los cuerpos y su incapacidad para hacerlo con los verdaderos sentimientos que otorguen cierto valor a las relaciones físicas íntimas adquiriendo algún compromiso. El profesor de instituto Camille alquila una habitación del apartamento donde vive Emile, que trabaja de teleoperadora. En apariencia conectan rápido y tienen relaciones sexuales, pero al poco tiempo la cosa deja de funcionar, Camille se siente incómodo, no quiere estar atado a nadie, y abandona el apartamento y se marcha para vivir junto a su profesora sustituta, con quien también se ha acostado y con la que tampoco durará mucho tiempo.

      En este cruce de relaciones, Nora, una mujer algo neurótica llegada de Burdeos, conoce a Camille, que ha dejado durante un año la docencia en el instituto para prepararse el doctorado, y juntos reflotan una agencia inmobiliaria que pertenece a un amigo de Camille. También ellos tendrán sus escarceos sexuales… deficientes, poco satisfactorios. Comprobamos una vez más que las expectativas rara vez se cumplen. Es posible que todos los personajes estén realizando un esfuerzo por trabajar, aprender y tener así una vida mejor gozando de una estabilidad laboral y si es posible, perseguir un sueño. Sin embargo, la realidad es que nadie parece tener sueños ni verdadera pasión por nada, vidas vulgares sin horizontes que buscan la felicidad instantánea entre un laberinto de edificios de un barrio periférico y multirracial donde los trabajos y los salarios son precarios, el futuro un agujero negro y el amor, una quimera.


2 comentarios:

  1. Pues me ha parecido una película interesante.

    Un abrazo.

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  2. Me alegro, Ricard. A mí nada de lo que me cuentan en esta sosa película me interesa. Visto lo visto, y después de tantas películas inanes, tendría que escribir un guión sobre mis aventuras en la edad que tienen los protagonistas. Te aseguro que fueron más salvajes y entretenidas.

    Un abrazo.

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