jueves, 19 de agosto de 2021

CRÍTICA: "LA NUBE" (Just Philippot, 2020)

 

Vivir para seguir sufriendo

“LA NUBE” êêê

DIRECTOR: Just Philippot

INTÉRPRETES: Suliane Brahim, Nathalie Boyer, Marie Narbonne, Victor Bonnel, Stéphan Castang, Sofian Khammes, Christian Bovillete.

GÉNERO: Fantástico / DURACIÓN: 100 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2020.

    El cine francés sigue explorando territorios dentro del fantaterror a pesar de ser un vasto paraje muy trillado. No conocía a Just Philippot que, en cualquier caso, cuenta con una escasa filmografía compuesta por un corto titulado A minuit ici tout s’arrete (2011) y que firmó uno de los capítulos de la película episódica 4 Histoires fantastiques (2018), ambas obras encuadradas en los elásticos géneros del terror, el fantástico y la ciencia ficción.

     Estamos, por lo tanto, ante su ópera prima, que con un libreto firmado por Jérome Genevray y Franck Victor nos narra la historia de Virginie (Suliane Brahim) a quien le resulta difícil compaginar su trabajo en la granja con la vida de madre soltera. Para sacar a su familia adelante dedica todo su esfuerzo al agotador trabajo de la cría de saltamontes comestibles. Una vida muy sacrificada a la que se unen las preocupaciones económicas y los problemas de índole familiar, la tensión con sus hijos y vecinos. Poco a poco Virginie comienza a desarrollar un extraño vínculo obsesivo con sus saltamontes, una obsesión que hace que ni sus propios hijos sean capaces de reconocerla.

     El comienzo de La nube tiene un cariz costumbrista que nos hace seguir el devenir cotidiano de una familia con sus problemas económicos y tensiones en el ámbito escolar de la hija adolescente que sufre las burlas de los compañeros de clase debido al trabajo de su madre. También conocemos al hijo pequeño, que adora a su cabra como recuerdo de su padre y la trata como a un perro. Pero el negocio no funciona como Virginie esperaba, demasiado sufrimiento para tan poca recompensa. No obstante, ella es ambiciosa y tras un ataque de rabia y una caída accidental dentro del invernadero de saltamontes que le produce una herida sangrante, encontrará el superalimento que revitalizará a los insectos cargándolos de energía. Entre el terror físico y la alegoría escuchamos los ecos de David Cronenberg para conformar el horror telúrico de una de las diez plagas bíblicas, y Philippot diseña un bucólico escenario que se irá tornando cada vez más espeluznante a medida que la fortuna sonríe a Virginie y su obsesión se vuelve más enfermiza.

     En un ambiente rural y naturalista, el director francés crea una atmósfera desasosegante y enrarecida, dotando a la función de un perturbador aspecto visual que nos remite a la película ya de culto Take Shelter (Jeff Nichols, 2011).  La nube discurre de una forma más o menos sosegada, con un medido y alucinado in crescendo en el que adivinamos un mensaje apocalíptico de tragedia ecologista, un futuro no muy lejano envuelto en tinieblas y desesperación. Con un tono de realismo dramático, la incomodidad del espectador se incrementa con la progresiva locura de Virginie, esa locura monstruosa que nos habita en estos tiempos sórdidos, bárbaros, confusos, y que nos acabará devorando.

3 comentarios:

  1. La cinematografía francesa acostumbra a ragalarnos películas muy aseadas enmarcadas dentro del fantaterror.

    Un abrazo.

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