lunes, 19 de agosto de 2019

CRÍTICA: "ÉRASE UNA VEZ EN... HOLLYWOOD" (Quentin Tarantino, 2019)


Una hermosa oda al cine
“ÉRASE UNA VEZ EN… HOLLYWOOD” êêêê
DIRECTOR: Quentin Tarantino.
INTÉRPRETES: Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Margot Robbie, Al Pacino, Margaret Qualley, Timothy Olyphant, Kurt Russell.
DURACIÓN: 165 minutos / PAÍS: EE.UU / AÑO: 2019


   Las últimas películas de Quentin Tarantino (Malditos bastardos, Django desencadenado y Los odiosos ocho) no han estado en mi humilde opinión a la altura de lo que se espera de uno de los mayores genios del Séptimo Arte surgidos en las cuatro últimas décadas. A diferencia de gran parte de la crítica oficialista, me gustó mucho más aquella divertida gamberrada titulada Grindhouse: Death Proof (2007), que los films anteriormente citados. Pero si tuviera que elegir las tres mejores películas de su filmografía hasta la fecha las situaría en este orden: su gran obra maestra Pulp Fiction (1994), su brutal ópera prima, Reservoir Dogs (1992), y la salvaje Kill Bill (2003), contándola como una sola película. Eso sí, estaremos de acuerdo en que ninguna de sus obras debe ser calificada como despreciable, pues todas tienen momentos que han quedado grabados como muescas en mi saturada memoria cinéfila.

    
   Érase una vez en… Hollywood (título extraído de Érase una vez en el Oeste y Érase una vez en América, las dos firmadas por uno de los ídolos del director, Sergio Leone) nos traslada al Hollywood de finales de los 60 para seguir a la estrella del western televisivo en decadencia Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) que intenta hacerse un hueco y adaptarse a la nueva ola en Hollywood junto al especialista que hace de su doble en las escenas de riesgo, Cliff Both (Brad Pitt), que además pone un poco de orden en la caótica vida del actor. Una vida que discurre ligada a Hollywood, y además es vecino de la bella y prometedora actriz Sharon Tate (Margot Robbie), esposa del cineasta polaco Roman Polanski, uno de los más cotizados de la época tras el estreno de La semilla del diablo.


    Como apuntaba, Érase una vez en… Hollywood es la mejor película de Tarantino desde Kill Bill, la más tarantiniana porque tal vez sea la que mejor muestra su amor por el cine de serie B y por géneros tan populares como el Spaguetti Western y de artes marciales, un cine en los márgenes, carne de videoclubs y sesiones dobles en cines de barrio. Sin olvidarnos de las míticas series televisivas de aquella década. Al director nacido en Knoxville le gusta atiborrar a sus criaturas de ecos y referencias cinéfilas, en su nueva película, entre un viejo Hollywood que agoniza y otro nuevo que emerge con nuevas formas e ideas, mezcla personajes reales con ficticios para componer un escenario apasionante, chispeante y dinámico en una ciudad luminosa, Los Ángeles, en plena ebullición, rebosante de glamour, sueños y tentaciones que atraía a todo tipo de personajes… también a los más siniestros. Como aquel mesías de baratillo llamado Charles Manson y su “Familia”, una cohorte de hippies que ejercen de siervos y que van todo el día puestos de ácido hasta las cejas. 


   Así, la función homenajea también a Sharon Tate, cuya pavorosa y trágica muerte en la matanza perpetrada en su casa del 10050 de Cielo Drive por los mansonitas Tex Watson, Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Linda Kasabian, acabó con los juegos florales del largo verano del amor y el hipismo. Tarantino ejerce de cronista para explorar una época irrepetible y que el espectador sienta el latido de lo que fue el inicio de la última gran época dorada de Hollywood, y en el film encontramos, el aroma, el color, la textura y muchas de las claves que abonaron aquel fascinante momento.


    Sin el ingenio en los diálogos al que nos tiene acostumbrados en otras películas suyas y con un guión de estructura lineal pero sólido, Tarantino se apoya en un excelente reparto para regalarnos momentos como el de un Dalton depresivo conversando con una niña en una pausa del rodaje, o ese maravilloso en que Sharon Tate, tratada siempre con exquisita sensibilidad e inocencia, se acerca para comprar una primera edición de “Tess de los d´Urberville” con intención de regalársela a su marido, poco antes de entrar ilusionada en el cine para ver su propia actuación en La mansión de los siete placeres, o el breve pero muy inquietante momento en que Charles Manson se acerca decidido a la casa de Tate, un personaje que queda muy desdibujado debido a esa fugaz aparición. Porque Tarantino es consciente de que cada vez rueda con mayor virtuosismo, como lo demuestra la forma en que tensiona el ambiente a plena luz del día en esa arriesgada incursión de Cliff Both en el rancho Spahn, filmada de un modo tan alarmante, terrorífico y realista. 


   Érase una vez en… Hollywood, con un bestial clímax final que sirve de desagravio a Sharon Tate y se ensaña con sus asesinos, es una hermosa película sobre un momento crucial (descrito de forma magistral por Peter Biskind en su libro “Moteros tranquilos, toros salvajes”) en el que unos cineastas tomaron el relevo y mudaron la piel del viejo Hollywood, pero también un sentido relato sobre la amistad de dos personajes que se necesitan y una preciosa crónica sentimental de aquella ciudad de Los Ángeles que Tarantino conoció en su niñez y juventud y que marcó para siempre su condición cinéfila y su existencia. Queda una película para completar las diez que según afirma el director pondrá fin a su filmografía. Ojala todo sea una mala broma.


4 comentarios:

  1. Coincido con tus preferencias en la filmografía del director, incluida la muy divertida "Death Proof", y con tu valoración de su última película estrenada. Aunque, en realidad, no tiene títulos despreciables y me atrevería a decir que, viendo "Érase una vez en Hollywood", he añorado los densos diálogos de "Los odiosos ocho" o los continuos gags de "Django desencadenado", aunque se trate éste sin duda de un título compacto y sincero; y las secuencias Bruce Lee o el violento final son verdaderamente antológicas.

    Un abrazo.

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  2. La película, Ricard, se ve necesitada de algún minuto más dedicado a Manson, un personaje cardinal en el discurrir de los acontecimientos. De hecho, ese gif que he incluido más arriba ni siquiera aparece en el montaje final. Pero cierto es toda la película raya a una altura notable aunque algunos personajes, como el citado, queden con el perfil muy desdibujado debido a esas fugaces apariciones.

    Tengo entendido que habrá un montaje de cuatro horas dividida en cuatro capítulos para Netflix. Esperemos a ver.

    Un abrazo.

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  3. Tarantino no hace malas películas, pero casi todas podrían ser consideradas como programas de radio: abundan los diálogos...hasta la saciedad. Aún así, sus productos no son malos; pero tampoco, para mi gusto, son nada del otro mundo. Metrajes excesivos donde la imagen pierde su valor y el diálogo (radio) se impone. Esta película en concreto, no es más que una venganza cinematográfica (ojalá hubiera ocurrido así) por el asesinato de Sharon Tate. Un aprobado. Y eso sólo por portarse bien.

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  4. Ah! Gracias por tu blog y por tu trabajo

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