Cantaba el gran Joaquín Sabina “Hay mujeres veneno, mujeres imán / Hay mujeres consuelo, mujeres puñal
/ Hay mujeres de fuego / Hay mujeres de hielo /Mujeres fatal / Mujeres fatal”.
Pues sí, la femme fatal, gran icono
del cine negro desde la invención del género, pero también hay destinos
fatales, rutas fatales, atracciones fatales, verdades fatales y, cómo no, tenemos
los descuidos fatales. No, no me refiero a eso de hablar por el móvil, comer e
incluso afeitarse cuando nos encontramos al volante de un vehículo, de manera
más frívola nos encontramos con los descuidos que sufren las famosas que le
hacen ascos a la ropa interior. A MILEY
CYRUS, la popular Hannah Montana, le ha ocurrido esto en varias ocasiones.
La cantante,
actriz y estrella de Disney que tiene fama de díscola (bueno, de juguetona,
pues sólo tiene 19 años), ha sido cazada en distintos momentos subiendo a su
coche y dejando al descubierto sus rasuradas intimidades, aunque ella ha aclarado
que en la foto del vestido negro lo que llevaba, en realidad, era unas
braguitas de color visón. No lo creo, no con un vestido negro ¿y en la del
vestido blanco? Miley, que tenía a sus fans preocupados por la alarmante
pérdida de peso que ha sufrido en los últimos tiempos, se ha apresurado a
declarar que todo se debe a su alergia al gluten y la lactosa, y no, como se ha
especulado en las redes sociales, a problemas de anorexia. Que las chicas no
lleven ropa interior siempre me ha parecido muy práctico y sensual, puede que
no sea cómodo ni higiénico, que se puedan escapar algunas gotitas doradas, que
te delaten en según qué situaciones… Todo eso son cuestiones menores que no
equilibran la excitación que me produce, siempre he pensado que la mejor
lencería es la piel de una mujer adornada con un cielo de pequitas y lunares.
Lúbrica carnalidad que no necesita estar encorsetada ni por el más suave de los
tejidos. Ay, esas feromonas.
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