Patriotera,
belicista, superficial: ideal para un público adocenado
BATTLESHIP
DIRECTOR: PETER BERG.
INTÉRPRETES: TAYLOR KITSCH, LIAM NEESON, ALEXANDER
SKARSGARD, BROOKLYN DECKER, RIHANNA.
GÉNERO:
FANTÁSTICO / EE. UU. / 2012 DURACIÓN: 131 MINUTOS.
Que la
imaginación escasea en Hollywood es algo que sabemos desde hace décadas, y
aunque una película se puede inspirar en cualquier cosa (Transformers en unos
juguetes, Piratas del Caribe en una atracción), tomar como base el
popular juego de mesa de Hasbro “Hundir la flota” dice mucho de la parquedad de
ideas en que está inmersa la meca del cine, siempre a la búsqueda de una saga
que como ¿Crepúsculo? ¿Harry Potter?, se convierta en
una fuente inagotable de beneficios. Superando los 200 millones de presupuesto,
BATTLESHIP,
aun con el gancho de la intervención de la famosa diva pop Rihanna, tendrá muy difícil cumplir ese objetivo.
Estrenada
en España antes que en Estados
Unidos (en donde tiene previsto su estreno el mes de mayo), el film nos sitúa
en Hawai, donde la flota naval norteamericana dispone de sus más avanzados
buques de guerra. Es allí donde se plantea una épica aventura que podría
terminar con la destrucción de la humanidad. El enemigo es una extraña y
poderosa raza de extraterrestres que se instaló en la Tierra para hacer del
planeta su esclavo, como proveedor de energía a través del agua. La encarnizada
guerra está diseñada como si fuera un juego de mesa mostrando las decisiones y
acciones de los combatientes, así, personajes como el teniente Alex Hopper (Taylor Kitsch), oficial de
la marina del John Paul Jones; el comandante Stone Hopper (Alexander Skarsgard), hermano mayor de Alex al cargo
del Samson; la suboficial Raikes
(Rihanna), especialista en armas del John Paul Jones, y el almirante Shane (Liam Neeson) oficial superior de
Hopper y Stone y padre de Sam Shane
(Brooklyn Decker), fisioterapeuta de la marina y novia de Alex, intentarán evitar
por todos los medios que la temible raza de alienígenas se haga con los mandos
de nuestro planeta y acabe con la vida tal y como la conocemos.
No me parece a mí que la variante de los
marcianos haga más atractivo este juguete al frente del cual está el actor y
director Peter Berg (Hancock, La sombra del reino), de hecho si el
enemigo fuera saudí o norcoreano tal vez tuviera más sentido lo que no es más
que un artefacto propagandístico de exaltación patriótica y militar. Como era
de esperar por el material en el que se inspira, el guión es simplón y con más
agujeros que un queso de Gruyère (absurda toda la planificación de la
estrategia bélica), lo que no puede esconder unos impresionantes efectos
digitales que se convierten en el único atractivo de la función. BATTLESHIP
es cine palomitero absolutamente olvidable a modo de largo spot para el
reclutamiento, una proclama belicista en donde los vacuos esfuerzos de sus
entusiastas protagonistas (con sus gestos adustos, pecho inflamado y alta
moral), los convierten en meras marionetas al servicio ideológico del Tío Sam.
El diseño y las acciones digitales corren a cargo de los creadores de Transformers,
especialistas en blockbusters y productos fast-food que nos presentan detalles
nada originales de esos acorazados de mecánica muy avanzada. La película, vista
como una explosión de fastuosos fuegos artificiales desde una montaña rusa, no
sorprende ni en el diseño de los marcianos, que parecen clones sacados del
popular videojuego Halo.
Y en ese
maremágnum de estallidos, fogonazos y efectos visuales podemos encontrar
contadas escenas bien planificadas en su dimensión mastodóntica y espectacular,
pero como parece que ni sus responsables se toman en serio el invento,
olvidamos pronto las razones de la invasión alienígena para centrarnos en la
acción de floreros como la cantante
Rihanna, cuya presencia, sin ser testimonial, carece de enjundia, demostrando
que está en buena forma física aunque sus cualidades interpretativas estén muy
limitadas. Todo esto ya lo ha hecho
anteriormente Michael Bay con igual (o superior) soltura, cine que aúna visión
del espectáculo con dogmatismo patriótico, para rememorar dos trágicos acontecimientos
grabados a sangre y fuego en el imaginario norteamericano: Pearl Harbor y el
11-S, y en donde ambos enemigos están representados alegóricamente por
criaturas extraterrestres. En fin, publirreportaje rebosante de estereotipos
(el afán de superación del chico guapo y problemático que se enamora de la
rubia despampanante que además es la hija de su superior), que consigue alojar
su mensaje y que nos recuerda la guerra es un estado viscoso adherido a nuestra
cultura y economía. ¡¡¡¡ Izad las
banderas!!!!
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