lunes, 27 de mayo de 2024

CRÍTICA: "LA MESITA DEL COMEDOR" (Caye Casas, 2022)

 

La familia es el infierno

LA MESITA DEL COMEDOR(2022) êêêê

DIRECTOR: Caye Casas.

INTÉRPRETES: David Pareja, Estefanía de los Santos, Josep María Riera, Claudia Riera, Eduardo Antuña, Itziar Castro.

GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 88 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2022


     Tras una serie de cortometrajes, el director catalán Caye Casas debuta con Matar a Dios (2017), codirigida junta a Albert Pintó es una comedia negra que tiene como eje central a un personaje pintoresco que amenaza a una familia con exterminar a la humanidad dejando a dos únicos supervivientes que la familia debe elegir. Así, el destino de los seres humanos quedará en mano de cuatro desgraciados.

   Ahora nos presenta La mesita del comedor, una película rodada hace un par de años que, al no encontrar distribución en los circuitos oficiales, han tenido que ser las plataformas las que apuesten por su estreno a raíz de su éxito tras la proyección en distintos festivales. La mesita del comedor nos presenta a María (Estefanía de los Santos) y a Jesús (David Pareja), que acaban de ser padres, pero su relación de pareja no pasa por un momento dulce. Están en crisis y tienen varios problemas. Lo que no imaginan ni en sus peores pesadillas es que la compra de una mesita para el comedor se convertirá en el mayor drama de sus vidas.


     Manejando un presupuesto irrisorio y rodada en diez días, nos invita a asistir al desarrollo de una comedia negrísima partiendo de un terrible suceso doméstico que se convertirá en la tragedia última. Tan insufrible que sumirá a los protagonistas en un estado de angustia y desolación cuya meta sólo puede ser la puerta del infierno. Es imposible que la conciencia pueda soportar el peso y la dimensión de semejante tragedia. La película comienza con el matrimonio en una tienda de muebles eligiendo una mesita para el comedor de su vivienda. María ha decorado toda la casa y es ahora Jesús quien está empeñado, como acto de autoafirmación, en escoger una mesita en particular que a ella le parece horrible. Cuando llegan a casa, Jesús se dedica a armar la mesita y se da cuenta de que falta un tornillo para fijar el cristal “irrompible” al cuerpo de la mesita. Mientras que espera que el vendedor se lo traiga, María va al supermercado, ya que esperan la visita del hermano de Jesús y su novia vegana. Jesús se queda durmiendo al bebé en sus brazos. Es entonces cuando ocurre la tragedia que conmociona profundamente a Jesús.   


     Es una celebrada tradición española insertar el horror en los actos más banales de la vida cotidiana, recordemos, por ejemplo, La Cabina del gran Antonio Mercero. Aquí unos padres primerizos y tardíos que lo son por un tratamiento de fertilidad, andan liados con el trasiego físico y emocional del cuidado de su bebé. Los dilemas íntimos habituales en la atmósfera reconocible de un piso de una barriada cualquiera. Sin embargo, la rutina se rompe en mil pedazos cuando un accidente doméstico sumerge al protagonista en el abismo más negro e impensable sacudiendo el corazón de los espectadores con una de las pesadillas más recurrentes y espeluznantes de la paternidad. El estrés, el dolor, la angustia y la devastación se apoderan de Jesús en estado de shock, que poco a poco se dará cuenta de la imposibilidad de manejar la cruel realidad.  

    Una de las lecturas de La mesita del comedor puede ser el peaje que se tiene que pagar cuando alguien decide compartir su vida con otra persona, y, por su fuera poca cosa, formar una familia. Convertida en una repetida temática tanto cinematográfica como literaria, la familia es, definitivamente, el demonio. Es en la amenaza interna más que externa (como demuestran muchos casos de la crónica negra), donde el horror fermenta y toma forma a base de rencores y estados alterados. Jesús, que no es un padre convencido y que ha aceptado todas las decisiones de María sin rechistar, incluso el nombre de la criatura, Cayetano, necesita imponerse, aunque sólo sea eligiendo la mesita para el comedor que además de cara es hortera. Será su perdición, y aunque la atroz escena sucede fuera de campo, el horror resulta tangible y cercano con Jesús cubierto de sangre y en una dinámica ascendente de ansiedad paranoica y pesadilla insoportable. Un infierno que él ha creado con la compra de la dichosa mesita y que también atrapara a María, a su hermano y a su joven novia pija y vegana. Cuando el perro de la vecinita que acosa y chantajea a Jesús exponga a la luz el indescriptible horror, los destinos de Jesús y María ya están marcados. No hay salida. Sólo la oscuridad.


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