sábado, 6 de noviembre de 2021

CRÍTICA: "EL SUSTITUTO" (Óscar Aibar, 2021)

 

Viejos nazis en la Costa Blanca

“EL SUSTITUTO” êêê

DIRECTOR: Óscar Aibar.

INTÉRPRETES: Ricardo Gómez, Vicky Luengo, Pere Ponce, Pol López, Joaquín Climent, Nuria Herrero, Bruna Cusí, Susi Sánchez.

GÉNERO: Thriler / DURACIÓN: 117 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2021.

      Óscar Aibar es un director por el que tengo debilidad a pesar de que no siempre sus películas me convencen. Enamorado del cine de Berlanga, los cómics, la música, el cine y las pulsiones de las décadas de los años 70 y 80 del pasado siglo, le gusta mostrar los ritos, miserias e ilusiones de aquellas generaciones a la que debemos el cambio de piel de este país. El director nacido en Barcelona debutó en la pantalla grande con Atolladero (1997), un irregular western futurista. Platillos volantes (2003) basada en un trágico hecho real sobre dos alucinados tipos que se suicidaron (se postraron en las vías del tren para ser decapitados) porque sintieron la llamada imperiosa de los alienígenas (algo que ocurrió muy cerca de mi domicilio en aquella época), es para este cronista su mejor película junto a El gran Vázquez (2010) un hilarante biopic sobre el mítico dibujante de tebeos Manuel Vázquez Gallego.

    Inspirada muy libremente (diría que fantasiosamente) en el hecho real de los nazis que encontraron cobijo en España tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial y la posterior huida de muchos de aquellos mandos nazis de Alemania con la ayuda de organizaciones secretas y el beneplácito de las autoridades en España, El sustituto nos sitúa en el año 1982 en la Costa Blanca, concretamente en la localidad alicantina de Denia. Allí llega un joven policía, Andrés Expósito (Ricardo Gómez) curtido en los barrios más duros de Madrid con la esperanza de curar a su hija y, de paso, ganar algo de tranquilidad. Una vez instalado, se ve envuelto en la investigación del extraño asesinato del inspector al que ha de sustituir. Las pesquisas le llevan hasta un hotel playero donde una comunidad de ancianos nazis reclamados por muchos países por crímenes contra la humanidad, viven un tranquilo y dorado retiro.

     Con una imponente recreación de aquella añorada España de los años 80, Óscar Aibar nos presenta una sugerente película de ficción inspirada en unos acontecimientos reales conocidos por todas las personas a las que nos interesa la historia, pero que, localizados en otros ámbitos y con otras miradas, ya han sido tratados en múltiples películas como como Maraton Man, Los niños del Brasil, Odessa y La caja de música, por citar algunas de las más conocidas. Hay que reconocer que la nueva criatura de Aibar está bien filmada, cuenta con una acertada estructura narrativa, un competente diseño de producción y una excelente labor de vestuario. Convence también el dibujo de los principales personajes aún en su escueta presentación, sobresaliendo el inspector Andrés, un huérfano de la guerra civil al que da vida Ricardo Gómez, y su compañero apodado Colombo, encarnado por Pere Ponce, un veterano policía que padece un cáncer terminal que lleva años acumulando información y espiando a la comunidad de ancianos nazis asentados en Denia.

     Lo que más chirría y me molesta y de la función son los pueriles subrayados del guión, que dotan a la función de un irritante sesgo ideológico izquierdista, pues parece que los socialistas inventaron la democracia. Un maniqueísmo que hace que, como espectador, no me resulte digerible la escena del homenaje a Hitler, una pomposa fiesta a la que acuden en armonía muchos residentes del pueblo, además de otras secuencias tan inverosímiles como la del tiroteo entre Andrés y los israelitas enviados para atentar contra los nazis. Por no hablar de la escasa preocupación del policía durante décadas por su hija a la que tanto quería, o la grotesca e insidiosa aparición de Fraga en una vieja fotografía. Abusos de un guión tendencioso que resta credibilidad al relato.

      Construida a base de largos flash backs cuando, desde el presente, una periodista, Raquel (Bruna Cusí) se traslada a Denia para entrevistar a una médica jubilada, Eva (Susi Sánchez) que en los años que sucedieron los hechos mantuvo un affaire sentimental con el policía Andrés Expósito, y que de joven está interpretada por Vicky Luengo. La entrevista surge a raíz de un artículo publicado en 1982. Eva es el hilo narrativo que nos introduce en la historia de la poderosa y feliz colonia alemana de Denia que esconde siniestros secretos. La presencia en la cinta de Andrés Expósito (apellido que se ponía a los huérfanos de la guerra civil) en la pantalla es apabullante, dejando menos perfilados los retratos de otros personajes como la esposa de Andrés, que acabará abandonándole y llevándose a su hija sin que a partir de entonces sepa nada de ellas, algo no muy creíble en la época siendo su marido policía. Tampoco parece importar demasiado las figuras de los gerifaltes nazis, dueños de pujantes inmobiliarias, ni del malvado fascista local interpretado de manera solvente por Pol López, que resuelve con varios trazos gruesos y el manido cliché. Cierto es que las escenas de acción están rodadas con buen pulso, que la narración resulta dinámica, que al relato le sienta bien el tono melancólico para generar una deprimente atmósfera sobre un tiempo de incertidumbres, en donde un país dejaba atrás cuatro décadas de penumbras para abrazar un porvenir de libertad y modernidad, no exento de desengaños colectivos y derrotas personales.

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