domingo, 3 de agosto de 2025

CRÍTICA: "DEVUÉLVEMELA" (Danny Philippou y Michael Philippou, 2025)

 

Cuando el dolor conduce a la locura

“DEVUÉLVEMELA”  êêê

(BRING HER BACK)

DIRECTOR: Danny Philippou y Michael Philippou.

INTÉRPRETES: Billy Barrat, Sally ok Hawkins, Sora Wong, Jonah Wren Phillips, Sally-Anne Upton, Stephen Phillips.

GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 99 minutos / PAÍS: Australia / AÑO: 2025

    Los hermanos australianos Danny Philippou y Michael Philippou consiguieron una enorme popularidad a través de una serie de cortometrajes que fusionaban el gore con la comedia y que difundieron por la red, lo que les otorgó la oportunidad de debutar con el largometraje Háblame (2022), una película de terror sobrenatural aseada pero lejos de ser memorable.

   Ahora nos presentan su segundo largo, Devuélvemela (Bring Her Back), que nos relata cómo tras morir su padre y quedarse huérfanos, un hermano Andy (Billy Barrat) y su hermana invidente Piper (Sora Wong) descubren un aterrador ritual en la apartada casa de su madre adoptiva, Laura (Sally Hawkins). Así, lo que parece un hogar seguro pronto se convierte en el escenario de una espeluznante pesadilla, donde figuras siniestras, extrañas imágenes en vídeo y una sucesión de inconcebibles actos paranormales les rodean. Descubren que su medre forma parte de una macabra ceremonia y se verán abocados a luchar por sus vidas.

   En su segunda película, los hermanos Philippou se proponen contagiar emocionalmente al espectador. Devuélvemela más que un ejercicio de horror convencional es un descenso lento, espeso y febril hacia las obsesiones, el vacío que deja la pérdida y el duelo no resuelto. Si Háblame representó su carta de presentación como artesanos del terror juvenil, aquí apuntan más alto y quieren que su nueva y desgarradora propuesta duela. Lo que arranca como un melodrama social casi minimalista se va convirtiendo en una historia de posesión, dolor intrafamiliar y rituales oscuros.

    Los Philippou no tienen prisa por ir al grano y se toman su tiempo para construir una intriga que, insisto, es más emocional que sobrenatural. El terror no está en lo que pasa, sino en cómo pasa, no está en lo que se ve, sino en lo que se siente: la incomodidad en las miradas, los gestos y los silencios, en lo desapacible de una casa en donde la muerte aún late y respira. Sally Hawkins es el alma podrida de esta película. Su interpretación no busca la simpatía o el rechazo, su presencia tan inquietante nos muestra a una madre devorada por la pérdida que ya no distingue entre amor y egoísmo porque ya no sabe vivir sin su dolor.

      Billy Barratt y Sora Wong aportan una sensibilidad que enfatiza el drama: dos adolescentes cuya relación fraternal se siente real, confusa, rebosante de códigos no confesados y afecto genuino. Sora Wong destroza el molde de niña vulnerable debido a su discapacidad, y se convierte en el único personaje de la función con transparencia moral dentro del caos. Por otra parte, los Philippou dan un giro interesante a su estilo, pues en lugar de bombardearnos con sustos y cámaras frenéticas, eligen la contención para aportar un mayor arco dramático a la historia. Las escenas más impactantes no están amplificadas con música ni montajes veloces, son largas, tensas, insufribles. El horror emerge del asombro cotidiano: un siniestro niño mudo que no parpadea, un cuerpo que se agita como si su alma quisiera evadirse, una madre que canta a la hija muerta como si estuviera viva.

     La casa en sí, con su decoración grotesca, su luz enfermiza, sus habitaciones en donde se detuvo el tiempo, es un personaje más. Un espacio envenenado de recuerdos, donde el pasado no se ha ido, sino que se ha quedado para pudrirlo todo. Más allá de los momentos más descarnados, Devuélvemela asusta porque plantea una pregunta perversa: ¿qué somos capaces de hacer para negar la muerte? La respuesta sólo existe en forma de autoengaño. No se trata de brujería o fantasmas, sino de la necesidad tan humana de aferrarse a lo perdido, aunque eso signifique destruir a los vivos. Devuélvemela es una propuesta más madura que Háblame, está mejor realizada, y los Philippou demuestran que no son una moda, que tienen voz propia y que habrá que tenerlos en cuenta cuando se analice el terror de estas décadas.