domingo, 12 de diciembre de 2021

LAS MEJORES PELÍCULAS DE CULTO: "PUTA" (Ken Russell, 1991)

 

“PUTA” êêê

DIRECTOR: Ken Russell.

INTÉRPRETES: Theresa Russell, Benjamin Mouton, Antonio Fargas, Sanjay, Jason Saucier, Daniel Quinn, John Diehl, Jack Nance, Elizabeth Morehead, Danny Trejo.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 92 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 1991.

     Todos los cinéfilos conocíamos al director británico Ken Russell por películas como la tercera entrega del agente Harry Palmer El cerebro de un billón de dólares (1967), una película de espías inferior a las dos primeras entregas. Por el drama romántico Mujeres enamoradas (1969), sensual historia de amor entre dos mujeres, por la aceptable adaptación de la novela de Aldous Huxley “Los demonios de Loudon” titulada Los demonios (1971), por la alocada ópera musical Tommy (1975) protagonizada por el cantante de The Who Roger Daltrey, y sobre todo, por el clásico de cine fantástico Viaje alucinante al fondo de la mente (1980), que con unos espectaculares efectos especiales narra la historia de un científico que utilizando la privación sensorial y alucinógenos investiga los estados alterados de la mente sobrepasando los límites de la locura. Tras dirigir La pasión de China Blue (1984), film protagonizado por Kathleen Turner que narra la doble vida de una diseñadora de arte que trabaja de prostituta por la noche, no nos sorprendió que comenzase la década de los’90 con Puta, un pequeño film de culto que incide en el tema de la prostitución con otra musa de la época, Theresa Russell.


     Puta está rodada en un tono semidocumental y sigue a la prostituta Liz (Theresa Russell), que mirando a la cámara cuenta los avatares, sinsabores y peligros de ejercer su profesión en la calle. Un día, cuando está haciendo un servicio a un cliente, recibe una brutal paliza (no será la única) y es rescatada por Blake (Benjamin Mouton) un chulo de baja estofa con muy mal carácter y comienza a ser su protegida. Blake la explota y degrada, pero un día le da esquinazo y se pone a trabajar por su cuenta en barrios peligrosos rebosantes de delincuencia. Liz nos cuenta sus aventuras con todo tipo de clientes, pero no puede evitar la violencia de algunos hombres y su constante humillación. Eso sí, cuenta con un ángel de la guarda, Rasta (Antonio Fargas), un homeless con ropajes de vagabundo que siempre estará cuando lo necesite.

     Siempre tuve debilidad por Theresa Russell, la actriz californiana nacida en San Diego en 1957 fue para mi una estimulante presencia en la pantalla grande desde su debut junto a Robert De Niro y Robert Mitchum en El último magnate (Elia Kazan, 1976). Estuvo casada con el director Nicolas Roeg y jamás alcanzó la fama de otras bombas sexuales de los ’80 como Kim Basinger y Sharon Stone, pero bastará una revisión a su filmografía para que se imponga como otra de las más atractivas musas cinematográficas de las últimas tres décadas del pasado siglo. Aquí da vida a la prostituta Liz que, tras un matrimonio fracasado con un tipo alcohólico, deja a su hijo con su madre y se busca la vida vendiendo su cuerpo por los barrios más degenerados de la ciudad. Puta no cuenta nada que no sepamos sobre los peligros de la prostitución, pero Ken Russell confiere un humor cáustico a la devastadora realidad para hacerla más digerible sin dulcificarla, también para que el relato no derive en una lección moral.

     Estaremos de acuerdo en que las reflexiones de la protagonista carecen de trascendentalismo o profundidad psicológica/filosófica, su discurso, anhelos e inquietudes apuntan más bien a los problemas que genera la encrucijada existencial y la indefensión a la que se encuentra expuesta cualquier mujer que ejerza la prostitución y sus preocupaciones por esa quimera llamada amor y por el dinero, y el director, con unos significativos flash backs nos muestra apuntes sobre su penoso itinerario emocional. Ken Russell opta por el recurso de la ruptura de la cuarta pared para hacer cómplice al espectador del proceloso recorrido al que nos invita la protagonista, perseguida por un proxeneta frío y cruel y el horror que acecha en cualquier esquina.

      Puta no sólo retrata las aventuras de una prostituta y su desesperanza, también las razones que la empujaron a dedicarse a la profesión más antigua del mundo y las complejas relaciones con la gente tras haber tomado esa decisión. Theresa Russell muestra una sensibilidad tan pícara como artificiosa, tan natural como magnética, haciendo partícipe al espectador como testigo incómodo pero necesario de todos sus encuentros. Benjamin Mouton da oxígeno al chulo sin escrúpulos de forma visceral, su presencia crea siempre desasosiego y repulsión. El otro gran invitado es Antonio Fargas, ese príncipe pordiosero y de alma luminosa que vigila a distancia los pasos de Liz. La ciudad y sus miserias, la ciudad y sus horrores, rebosante de personajes excéntricos y siniestros, una jungla por donde deambula con su hermosa figura Liz, con su vulgar verborrea, su insinuante atuendo, sus contoneos y mirada vivaz, su vida sin horizontes y su inalterable verdad aun fingiendo los orgasmos. Puta no es ni mucho menos una celebración, tampoco tiene un cariz doctrinario, es sólo una pequeña película que da voz a una puta para que nos cuente cómo es su azarosa vida en las calles de cualquier gran ciudad. Escuchémosla.


2 comentarios:

  1. No recuerdo haber visto la película pero coincido contigo en que Theresa Russell fue una de las presencias más estimulantes del cine de los ochenta y noventa.

    Un abrazo.

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  2. Con la temática de la prostitución, Ken Russell también dirigió en 1984 "La pasión de China Blue", con otra musa de los 80 y 90, Kathleen Turner. La comentaré.

    Un abrazo.

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