lunes, 26 de octubre de 2020

CRÍTICA: "NO MATARÁS" (David Victori, 2020)

 

Una noche salvaje

“NO MATARÁS” êêê

DIRECTOR: David Victori.

INTÉRPRETES: Mario Casas, Milena Smit, Joaquín Caserza, Elisabeth Larena, Víctor Solé, Fernando Valdivieso, Albert Green.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 96 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2020

 

   Tras una retahíla de cortometrajes, el director manresano David Victori presentó hace un par de años su primer largometraje, la irregular El Pacto (2018), un film que a modo de pacto con el diablo nos presenta a una mujer (Belén Rueda) que hace un pacto con un desconocido que le propone salvar a su hija que se encuentra en coma profundo a cambio de que le entregue otra vida. Una película en exceso esquemática y rebosante de clichés que no aporta nada al género del thriller sobrenatural.

    Me ha convencido más su segunda película, No Matarás, que con un guión escrito a tres manos por el propio director, Jordi Vallejo y Claudia Viola, nos narra la historia de Dani (Mario Casas) un buen chico que durante los últimos años de su vida se ha dedicado exclusivamente a cuidar de su padre enfermo terminal y decide retomar su vida tras la muerte de éste. Justo cuando ha decidido a emprender un largo viaje conoce a Mila (Milena Smit), una joven tan inquietante y sensual como inestable, que convertirá esa noche en una auténtica pesadilla. Un encuentro fatal que llevará a Dani a cometer actos que jamás hubiera podido imaginar.

   Lo primero que me gustaría resaltar de esta aseada película, excesiva en cuanto al diseño de los decorados, contenida en un plano interpretativo y algo disparatada en las situaciones que vive el protagonista, es el magnífico trabajo de Mario Casas dando oxígeno a un joven apocado que tras la muerte de su padre, lo que le ofrece una libertad de la que ha carecido durante los últimos años dedicados exclusivamente a su cuidado, sólo toma malas decisiones tras un funesto encuentro con una chica de aspecto gótico mientras cena en un restaurante. Que es la chica equivocada te lo diría tu madre si tuviese el valor de dejarla de entrar en su casa, sobre todo para Dani, que no fuma ni bebe ni se mete en líos, pero esa noche se verá arrastrado a una espiral de violencia que parece no tener fin.

    A la gran labor interpretativa de Casas se une el buen debut de la actriz murciana Milena Smit, que con atuendo negro y rebosante de tatuajes muestra desde el primer encuentro un temperamento inestable y, como comprobará Dani, se rodea de malas compañías, ella será la culpable de que el honrado y anodino Dani viva una noche de pesadilla tras disfrutar de un atropellado momento de sexo. Bajo la influencia de títulos como Cuando llega la noche (John Landis, 1985), ¡Jo, qué noche! (Martin Scorsese, 1985) y Good Time (Ben Safdie y Joshua Safdie, 2017), No matarás arranca con un nervioso y largo plano secuencia sobre el cogote y la espalda de Dani, sobre ella recaerá el peso de una película que nos alerta sobre el peligro de las relaciones tóxicas por muy fugaces que sean.

   Con una fotografía de colores saturados y una puesta escena estridente, lo más interesante de No matarás lo encontramos en la transformación radical de ese chico tímido y apesadumbrado que representa Dani en su tranquila, rutinaria y, por qué no decirlo, triste existencia al principio de la función, pero que a raíz los terribles acontecimientos vividos en el transcurso de una fatídica noche acabará sumergiéndose en un submundo que le es ajeno, y será capaz de cualquier cosa para sobrevivir, o si es posible, evitar dar con sus huesos en la cárcel. Todo ello genera dilemas morales no sólo en Dani, también en los espectadores, que nos volvemos a situar en el momento en que el protagonista, que sueña ya con un viaje alrededor del mundo que le ha regalado su hermana, conoce y decide irse con la enigmática y sensual vampiresa Mila, que le arrastrará por un camino de perdición. No matarás se clausura con un largo primer plano de Dani que deja el final abierto, aunque todos sabemos que no se puede confiar en una fiera herida cuando el destino está en sus manos.



jueves, 22 de octubre de 2020

CRÍTICA: "EL CONDUCTOR" (Lodewijk Crijns, 2019)

 

Viaje infernal

“EL CONDUCTOR” êêê

TÍTULO ORIGINAL: Bumperkleef (Tailgate)

DIRECTOR: Lodewijk Crijns.

INTÉRPRETES: Jeroen Spitzenberger, Anniek Pheifer, Roosmarijn van der Hoek, Liz Veerger, Willem de Wolf, Truus te Selle, Hubert Fermin.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 85 minutos / PAÍS: Países Bajos / AÑO: 2019

 

    Simpática película holandesa presentada en el Festival de Sitges en el presente mes de octubre. No había visto nada del director Lodewijk Crijns a pesar de haber comenzado su carrera profesional en 1999, pero tras ver Bumperkleef (Tailgate), que traducido sería algo así como “chupar rueda” o “a rebufo”, me veré obligado a seguirle la pista. La película centra su interés en Hans (Jeroen Spitzenberger), un tipo con tanta seguridad en sí mismo que raya en la prepotencia. Un día, conduciendo de camino hasta la casa de sus padres acompañado de su mujer, Diana (Anniek Pheifer) y sus dos hijas, mantiene una discusión de tráfico con otro conductor (Willem de Wolf). El hombre, resentido por los malos modales de Hans, comienza a seguirle y le exige una disculpa, pero la disculpa de Hans, que en un principio le había negado esa concesión, llega tarde, cuando el extraño hombre ya ha decidido aplicar un correctivo moral a ese conductor tan impulsivo, maleducado e irrespetuoso.

    Catalogada como un cruce entre El diablo sobre ruedas y Carretera al infierno, la nueva película de Crijns se ocupa más de bucear en la tensión psicológica entre los conductores de los coches que en las persecuciones de coches que están bien rodadas pero que ocupan un segundo plano. Y claro, en el primer aspecto siempre sale ganando el maduro y brutal psicópata, de modales elegantes, corazón frío y una peculiar forma de dar matarile a sus víctimas. 

    Con un ajustado metraje, el director holandés (firmante también del libreto) juega con los tiempos de la acción en un in crescendo vertiginoso sin despreciar los momentos hilarantes, como cuando los coches de Hans y del psicópata se encuentran parados en la carretera y Hans se da cuenta (tarde) que no está delante de un pardillo que se amilana fácilmente o que sólo desea asustarlos. La chispa que lo incendia todo no debería haber pasado de una vulgar discusión de tráfico, pero los perfiles de los protagonistas trazados por el director nos anticipan que el viaje de la familia derivará en un terrorífico juego del gato y el ratón.

    Bumperkleef (Tailgate) tal vez no deje mucho poso en el espectador, pero se eleva como una pequeña película sin pretensiones que sumerge al espectador en un día de tráfico denso en la autopista, lugar en donde las prisas del padre de familia se hacen más acuciantes para no llegar tarde a la comida con sus padres y acabarán pasándole a él y a su familia (incluidos sus padres) una mala factura. El coche como un personaje más de la función en un país donde sabemos que la bicicleta es insustituible (atención al prólogo con un ciclista), por lo que cabe destacar la entrada de Hans y su familia que observan temerosos cómo todas las furgonetas similares a la del psicópata parece que esconden un peligro latente. Con un competente trabajo de todo el reparto, la metafórica premisa, sin duda anecdótica, nos invita a reflexionar sobre cómo la perdida del control y las acciones irracionales pueden ser el detonante de una tragedia fácilmente evitable. Créeme, si no ves Bumperkleef (Tailgate) no pasa nada, pero si la ves se te pasará en un suspiro.