viernes, 24 de julio de 2020

CRÍTICA: "BECKY" (Jonathan Milott y Cary Murnion, 2020)


La ira de Becky
“BECKY” êêê
DIRECTORES: Jonathan Milott y Cary Murnion.
INTÉRPRETE: Lulu Wilson, Kevin James, Joel McHale, Amanda Brugel, Robert Maillet, Ryan McDonald.
GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 100 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2020.

  
   Jonathan Milott y Cary Murnion debutaron en el año 2014 dirigiendo la simpática comedia de terror Dulces criaturas, film que versa sobre un misterioso virus que se extiende por un colegio y transforma a los alumnos preadolescentes en una cuadrilla salvaje de zombis. Tres años mas tarde, presentaron en el Festival de Sitges Bushwick (2017) irregular cinta que está protagonizada por el actor y exluchador profesional de artes marciales mixtas Dave Bautista y que narra la odisea de una chica que al salir del metro de Buswick se encuentra con un grupo de hombres armados que no dudan en disparar a matar.

  
    Becky (Lulu Wilson) es una adolescente que pasa el fin de semana en una cabaña en el bosque junto a su padre viudo y la que pretende ser su madrastra y su hermanastro. Pero todo toma un giro inesperado cuando un grupo de convictos que se han fugado durante un traslado aparecen de repente invadiendo su hogar y sus vidas.

  
    Partiendo de la base de que la premisa no tiene nada de original y que el subgénero “home invasion” está ya muy trillado, Becky se impone como un film aseado en el que asistimos a la explosión de ira de una adolescente que ha tenido que pasar por acontecimientos tan dramáticos como la muerte por enfermedad de su madre además de haber sufrido el acoso escolar en el colegio por parte de sus compañeros. La repentina aparición de un grupo de convictos supremacistas de la Hermandad Aria que buscan una llave escondida en la casa (lo que se llama un aunténtico MacGuffin), será el detonante para liberar toda la ira, el dolor, la tensión y la frustración acumulada.

   
    Becky es un relato sobre un alma herida en donde se despliega una violencia visceral y los aspersores de hemoglobina salpican la pantalla con momentos gores que pueden resultar muy desagradables para los estómagos delicados. Podemos aceptar que algunas escenas están filmadas de forma efectista pero el buen pulso de Milott y Murnion hace que la tensión atrape al espectador durante todo el metraje. Con una rápida y eficaz presentación de unos personajes apenas dibujados, un comienzo en donde brilla el montaje paralelo y momentos que trazan el arco dramático (la trágica muerte del padre) y otros diseñados con una sencilla y calculada planificación (el diálogo a través del walkie-talkie entre Becky y el líder de los villanos), que inciden en el mensaje de hasta dónde puede llegar una persona que está dolida y se siente traicionada, amenazada y herida.  

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