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“CRÓNICA NEGRA” (UN FLIC) êêêê
DIRECTOR: Jean-Pierre Melville.
INTÉRPRETES: Alain Delon, Richard Crenna, Catherine
Deneuve, Riccardo Cucciolla, Michael Conrad, André Pousse, Paul Crauchet.
GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 96 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 1972.
La banda de Simón (Richard Crenna), buen amigo del comisario Edouard Coleman (Alain Delon) en su tercera colaboración con Melville) atraca una sucursal bancaria en una pequeña y desértica localidad turística de la costa en periodo invernal. El atraco no sale todo lo bien que lo habían planeado: uno de los atracadores sale herido y un empleado del banco cae muerto. Seguidamente interceptan un alijo de cocaína en un tren que pertenece a una banda rival. Simón regenta un nigth club llamado “Simon’s” con la colaboración de Cathy (Catherine Deneuve). Junto a los otros miembros de la banda, Marc Albouis (André Posse), Paul Weber (Riccardo Cucciolla) y Louis Costa (Michael Conrad), se muestra duro, implacable, codicioso y desconsiderado. Igualmente, el comisario Coleman exhibe un carácter frío, descortés y duro como los malhechores.
Con una brillante fotografía en tonos azulados
cortesía de Walter Wottitz, el film arranca con un perfecto trávelin en una
calle de la localidad turística de Saint-Jean-de-Monts. Con insertos de un
tempestuoso oleaje, un Plymouth Fury III (que al igual que el Pointiac de
Coleman pertenecían a Melville) estaciona cerca de la sucursal bancaria del
Banque Nationale de París. El día es frío, lluvioso y el viento azota con fuerza. Simón se acerca a
la sucursal y detrás de él, uno tras otro, dos miembros más de la banda, menos Costa, el
conductor. Con buen pulso y maestría, Melville resuelve los casi doce minutos
de la escena con una composición genial de planos y miradas en cadena que
generan una súbita angustia y una sostenida ambivalencia. Intercalando planos
generales de la vacía localidad costera con la potente ebullición de lo que se
está cociendo en el banco. La activación de la alarma es un mal menor porque
pronto se inicia un breve y seco tiroteo que hace huir de manera desenfrenada a
la banda.
La delación, la amistad varonil, la
imposibilidad de demostrar los sentimientos, los dilemas entre la amistad y el
cumplimiento del deber, los romances en un segundo plano dotados siempre de un
sentimiento teñido de una corrosiva melancolía, hacen que el cine de Melville
nos muestre una fisicidad cotidiana que es la de todos nosotros, con nuestros
miedos, frustraciones y esperanzas. Si bien esos hombres tocados con sombrero y
vestidos con gabardinas que sueñan, dudan y actúan son meros arquetipos del
cine negro clásico que el director tanto adoraba. El director galo paseaba por
Saint-Jean-de-Monts esperando la lluvia, finalmente tuvo que recurrir a los bomberos
y hacer uso de fuelles y reactores para reproducir la sublime y lívida ambientación
azul polar con lluvia y viento que deseaba. Para la ocasión, el bar Le Cardinal
fue transformado una sucursal del Banque Nationale de París. Y resulta
asombroso observar cómo Melville aprovecha la prodigiosa iluminación para generar
una atmósfera fatalista y adaptar los códigos del cine negro en una serie
singularmente brillante de crímenes existenciales y procedimientos policiales. El
asalto al tren, penalizado por unas chapuceras maquetas de juguetes, está muy bien desarrollado poniendo énfasis en cada uno de los detalles que le sirven a
Simón para robar las maletas de cocaína con precisión y altas dosis de tensión.
Todo en Crónica negra proyecta una sensación de fatalismo y gelidez, incluso
ese ángel rubio tan sensual como evanescente al que da oxígeno Catherine
Deneuve, vértice de un triángulo de pasiones enfrentadas en un final triste y
doloroso, mirando al suelo, desconsolada, mientras Coleman con el rostro y la
mirada congelada se marcha en el coche policial número 8. Magnífica película.