lunes, 7 de octubre de 2024

CRÍTICA: "STRANGE DARLING" (J. T. Mollner, 2024)

 

Una aventura peligrosa

“STRANGE DARLING”  êêêê

DIRECTOR: J. T. Mollner.

INTÉRPRETES: Willa Fitgerald, Kyle Gallner, Barbara Hershey, Ed Begley Jr.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 96 minutos / PAÍS: EE. UU. / AÑO: 2024

    Han transcurrido ocho años desde el debut del director J. T. Mollner con la muy aseada película Ángeles y forajidos (2016), un western visceral, sangriento y sucio que nos presenta la figura de un cazarrecompensas que persigue el rastro de una salvaje banda de forajidos. Mientras junto estas letras veo que está programada en la sección oficial del Festival de Sitges la exhibición de su nueva criatura que lleva por título Strange Darling (Querido extraño), que en mi opinión es, hasta la fecha de hoy, la mejor película del año.

    Strange Darling narra cómo durante una noche de juerga una joven, The Lady (Willa Fitgerald), conoce a un hombre carismático y atractivo, The Demon (Kyle Gallner), sin imaginarse que es un asesino en serie. Lo que comienza como una aventura de una noche servirá para descubrir la verdadera identidad de su acompañante. La joven finalmente escapa, pero el asesino no la dejará huir tan fácilmente. Comienza entonces una persecución en la que el asesino en cada paso se acerca más a su presa.

     Narrada de forma no lineal y dividida en capítulos desordenados, en Strange Darling nada es lo que parece, por lo que recomiendo a mis lectores que no hagan caso a la sinopsis que acaban de leer, pues el director se encarga de subvertir la lógica interna del relato. Así, la función basa su efecto en varios aspectos esenciales: la tensión y dinamismo de la trama, el gran trabajo de todo el reparto, la narrativa alterada y una fotografía hipnótica a cargo de del actor Giovanni Ribisi que debuta como iluminador. Se hace conveniente subrayar que el orden no cronológico de los capítulos no es un mero capricho, pues sin esa estructura narrativa todo lo que el director cuenta carecería de sentido.

    Sí, ya sé que tenemos muchos ejemplos de películas con narrativas inconexas (Irreversible, Memento), y aun así la creatividad del guión de J. T. Mollner resulta sugerente y los saltos temporales nos ayudan a disfrutar la historia encajando todas las piezas del puzzle. Es curioso el virtuosismo del director para fusionar los planos y la música con el apoyo de una exuberante fotografía que utiliza asiduamente el color rojo como señal de alerta y el influjo de neones de color pastel. Cierto es que este cronista adivinó pronto los derroteros que tomaría la historia a pesar de la disfunción narrativa, aun así, son los giros de la trama, el subversivo juego del gato y el ratón, el humor grotesco, las escabrosas situaciones vividas por la pareja protagonista los elementos que maximizan el impacto de la intriga.

     Con especial mención al actor Kyle Gallner, que lleva una carrera en continuo ascenso y a la cautivadora Willa Fitgerald, que firma una de las mejores interpretaciones del año haciendo uso de un abanico de recursos dramáticos y sarcásticos, Strange Darling se sigue con interés desde el comienzo cuando vemos a la protagonista, The Lady, correr aterrorizada y ensangrentada a través de un bosque, Caperucita Roja huyendo del lobo feroz. Si bien he de reconocer que se me hace muy complicado escribir la reseña de esta película sin caer en spoilers que destripen algunos giros y sorpresas, pues lo recomendable es enfrentarse a su visionado con las menores referencias posibles, una montaña rusa de sensaciones que surgen a medida que vamos desbrozando el rol asignado a cada miembro de la pareja.


    Ejemplo de cine independiente, filmada en 35 mm y con cierta influencia del cine de Tarantino, Strange Darling no se detiene mucho en el perfil de los personajes, pero hay tiempo para fugaces apuntes sobre las relaciones tóxicas, el consentimiento, las perversiones, las denuncias falsas y la búsqueda incesante y desoladora de una conexión genuina.  

domingo, 29 de septiembre de 2024

CRÍTICA: "LA SUSTANCIA" (Coralie Fargeat, 2024)

 

Espejito, espejito…

LA SUSTANCIA(2024) êêê

DIRECTOR: Coralie Fargeat.

INTÉRPRETES: Demi Moore, Margaret Qualley, Dennis Quaid, Gore Abrams, Tom Morton.

GÉNERO: Ciencia ficción / DURACIÓN: 140 minutos / PAÍS: Reino Unido / AÑO: 2024

    Segundo largometraje de la directora parisina Coralie Fargeat tras la escalofriante Revenge (2017), una película enmarcada dentro del subgénero rape & revenge (violación y venganza), que obtuvo el premio a la Mejor dirección y Dirección Novel en el Festival de Sitges con un gran trabajo físico de la protagonista, Mathilda Lutz, dando oxígeno a una mujer a la que un tipo agrede sexualmente y que, junto con sus dos cómplices, abandonan en medio del desierto dándola por muerta. Pero no lo está, y su venganza será implacable.

    El talento de la realizadora francesa se ve confirmado en su nueva propuesta, La sustancia, que nos presenta a Elisabeth Sparkle (Demi Moore), una veterana actriz que dejó atrás sus mejores tiempos y ahora conduce un programa de fitness para la televisión. Debido a su edad es despedida por el jefe de los estudios, Harvey (Dennis Quaid), por lo que ya no tiene ingresos y está desesperada. Tras sufrir un accidente de tráfico es ingresada en un misterioso hospital en donde alguien le ofrece una sustancia que la transformará en una versión mejorada de sí misma, un alter ego más joven, bello y perfecto. El revolucionario producto inyectable la convierte en un pibón llamado Sue (Margaret Qualley), pero tiene unas indicaciones estrictas: debe pasar una semana en su cuerpo mejorado seguida de otra en su cuerpo real, y así sucesivamente. Si rompe este ritmo, las consecuencias serán nefastas.

     De la belleza, el envejecimiento y la perpetua mirada masculina heteropatriarcal trata la nueva cinta de Coralie Fargeat que se impone como una cruda fábula que nos incita a la reflexión sobre el culto a la juventud, la imagen y la marginación de las actrices y modelos cuando llegan a una determinada edad en cumplimiento de unos estrictos cánones de belleza. Escrito está, Demi Moore da vida a una antigua actriz y sex symbol (lo que en la vida real fue en sus años dorados en la gran pantalla), reconvertida ahora en monitora de ejercicios aeróbicos para la televisión. Un día, debido a su avanzada edad, cancelan su programa y acepta el uso de un extraño tratamiento que le permite transmutarse en un alter ego más joven y vital. Así, de su contenedor corporal, un mero cascarón, surgirá la jovencísima y atractiva Sue, con todos los atributos que una mujer anhela y un hombre desea.  

    La directora fija y amplifica su mirada sobre el cuerpo de Sue con planos de detalles, ángulos y encuadres que la cosifican y nos sitúa dolorosamente ante el espejo mostrando nuestra obsesión por las apariencias y condición de vouyeurs. Estimulada por los ecos de la corriente de “La Nueva Carne” entre cuyos mejores popes se encuentra David Cronenberg y la magistral obra de Oscar Wilde El retrato de Dorian Gray, Fargeat crea con La sustancia una punzante sátira sobre los repugnantes códigos por los que se rige desde siempre el show business, mostrando cómo una actriz que antaño ganó un Oscar se ve ahora desplazada por la mella que ha dejado en su cuerpo el inexorable paso del tiempo, dejándola sin su único medio de subsistencia. Algo que al productor sin escrúpulos (un zafio y repulsivo Dennis Quaid), le importa un carajo, pues demanda carne fresca.      

     Todos coincidiremos en que el culto a la imagen y la belleza se ha sobredimensionado en los últimos tiempos con las redes sociales, y el estúpido narcisismo de influencers, streamers, youtubers y demás ralea, aunque los que tenemos cierta edad ya conocimos un fenómeno de más baja intensidad con las top models de los años 80. Sin embargo, todos somos conscientes de que en la industria audiovisual los actores pueden seguir brillando como estrellas en papeles protagónicos encarnando a atractivos galanes aun siendo sexagenarios o septuagenarios, es el caso de José Coronado, Richard Gere, George Clooney, Brad Pitt, Tom Cruise… algo que parece vetado a las actrices, relegadas a papeles secundarios y que una vez traspasada la barrera de cuarentena comienzan a ver cómo sus agendas se vacían y sus carreras descarrilan siendo relegadas a papeles secundarios. Finalmente, La sustancia acaba derivando en una alegoría grotesca sobre nuestros peores males: la cosificación de la mujer, el sexismo, el machismo, la exposición y mercantilización de la intimidad y el desprecio a los ciclos naturales de la existencia. Un final monstruoso que tal vez sea nuestro verdadero yo reflejado en el espejo deforme de nuestra conciencia.



jueves, 19 de septiembre de 2024

CRÍTICA: "LONGLEGS" (Osgood Perkins, 2024)


El aliento de Satanás

“LONGLEGS”  êêê

DIRECTOR: Osgood Perkins.

INTÉRPRETES: Maika Monroe, Nicolas Cage, Blair Underwood, Alicia Witt, Dakota Daulby.

GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 101 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2023

     El actor y director Osgood Perkins, hijo del mítico protagonista de Psicosis, Anthony Perkins, debutó en la dirección con la película titulada La enviada del mal (2015), una ópera prima que, a pesar de la floja recepción crítica, es en mi opinión su mejor film hasta la fecha, una película de terror en donde tres chicas encerradas en una escuela femenina en medio de un paisaje nevado verán cómo del lugar se apoderan unas fuerzas oscuras. Más irregular, aunque ni mucho menos detestable, me pareció su segundo largometraje, Soy la bonita criatura que vive en esta casa (2016), sobre una enfermera que se va a vivir a una casa llena de misterios para atender a una anciana escritora de novelas de terror. En el año 2020, Perkins estrenó una nueva y aseada adaptación del popular cuento de los hermanos Grimm Gretel y Hansel: un oscuro cuento de hadas.

     El director nos entrega ahora su cuarto largometraje, Longlegs, relato que sigue a Lee Harker (Maika Monroe), una joven y talentosa agente del FBI que le han asignado un caso sin resolver de un asesino que ha matado a diez familias en las últimas décadas. A medida que la investigación avanza y se complica descubre pruebas ocultas. Harker, que tiene una habilidad lindando con la telepatía, se da cuenta de que existe un vínculo personal con el despiadado asesino y debe actuar con rapidez para evitar otro asesinato.

       Longlegs es un caso típico del cómo una potente campaña publicitaria puede hacer albergar al aficionado unas altas expectativas que en demasiadas ocasiones se ven defraudadas, sobre todo si la campaña de marketing mayormente te la han hecho influencers a quienes personalmente no doy ningún crédito. Lo que está claro es que a Osgood Perkins le tiene que gustar mucho El silencio de los corderos, con la que Longlegs guarda muchas similitudes, aunque también hay guiños dedicados a Zodiac y otras películas del género. Tenemos a una agente del FBI novata que debido a sus habilidades intuitivas anda detrás de un asesino que masacra a familias enteras sin dejar rastro y que deja unas cartas escritas en un críptico alfabeto con la firma de Longlegs. Parece ser que el asesino manipula de algún modo al padre de familia para que asesine al resto de la familia y luego se suicida. Esto viene sucediendo durante décadas y la única pista es que las familias elegidas para las matanzas cuentan con una hija que cumple años el día 14 de un mes cualquiera.

    La agente especial Lee Harker es introvertida, retraída y solitaria, su rostro frío e inexpresivo parece delatar algún trauma y en su obsesión por resolver el caso parece esconderse el origen, unos flash-backs irán desbrozando algunas señales, una clave evidente la encontramos ya en la escena introductoria de la función.  Ambientada en el Oregón de los años 90 durante la presidencia de Bill Clinton, el espectador se ve pronto sumergido en una atmósfera ominosa y amenazante cortesía del fotógrafo mexicano Andrés Arachi con la utilización de lentes angulares que distorsionan los espacios y que configura un clima siniestro de continua alerta al que, finalmente, Perkins no sabe exprimir todo su potencial, perdiéndose por terrenos trillados y haciendo uso de trucos efectistas de ruidos y sobresaltos que hacen Longlegs carezca de originalidad. Tampoco es una novedad ver a un Nicolas Cage chillón y trastornado dando oxígeno a Longlegs, cuyo rostro parece haber pasado por varias cirugías realizadas por un carnicero.

     Longlegs no es una película despreciable, aunque está muy lejos de ser la mejor cinta de terror del año. Nos quedamos con el uso de la luz, la oscuridad y los encuadres de Arachi, con la interpretación de una Maika Monroe estoica y sufriente, con la nueva sobreactuación de un Nicolas Cage grotesco, y sobre todo, con la primera parte de la función, que nos introduce en un escalofriante caso siguiendo la investigación de Harker, las visitas a los lugares de las masacres y el vuelo de nuestra imaginación para adivinar la corriente subterránea que vincula a la agente especial con el caso y su sobreprotectora madre. Todo se derrumba al final ante la incapacidad de Perkins de idear algún subterfugio satisfactorio, utilizando como coartada la ocurrencia de unas muñecas diabólicas alentadas por Satanás. Un clímax tan anodino como artificioso.