miércoles, 18 de enero de 2017

“TEENAGE COCKTAIL” (John Carchietta, 2016)


TEENAGE COCKTAILêê
        

     No abrigaba grandes expectativas cuando me dispuse a ver la ópera prima de John Carchietta tal vez debido a que su premisa desprendía un tufillo déjà vu para alguien que, como este cronista, ha visto ya demasiadas películas sobre la misma temática. Teenage Cocktail nos presenta a Annie (Nichole Bloom) una adolescente que acaba de mudarse a una pequeña ciudad y no tiene amigos, aunque a su madre le gustaría ser su amiga. En el instituto, tras ser acosada por una matona, conoce de manera fortuita a Jules (Fabianne Therese) que en ese momento se encuentra bailando danza. Entre las dos se enciende una chispa y pronto se convierten en inseparables. La amistad da paso a algo más íntimo en la privacidad de los dormitorios y nos sirven alguna secuencia de bollería fina aunque sin demasiada pasión y sin apenas enseñarnos nada. El sueño de Jules es marcharse a Nueva York, que considera el epicentro del universo, pero no tiene dinero para tal aventura, por lo que le enseña a Annie su modo de ganar dinero fácil posando para una webcam y anima a su amiga para formar una pareja. El método no les proporciona la pasta que necesitan y apuran los límites, pero el camino que van a transitar ahora es peligroso y las consecuencias pueden ser dramáticas.


      Película rodada en 17 días, cine independiente realizado con pocos medios y que propone un tema muy trillado: la incendiaria fusión de internet y juventud. Carchietta no juzga a los personajes ni cuando experimentan con las drogas, el sexo y el alcohol ni cuando toman la temeraria decisión de prostituirse para conseguir el dinero que necesitan para su huida a Nueva York, un salto cualitativo que incluye un chantaje sin medir las consecuencias. Porque Teenage Cocktail es ante todo una historia de amour fou de dos adolescentes separadas de sus padres por un abismo de incomunicación sin puentes para el entendimiento. De ahí que el momento más sentido sea el largo abrazo que Annie le da a su madre en lo que para ella es una despedida.


      Annie y Jules viven en una burbuja adolescente alejadas de la realidad, sin importarles lo que ocurra mañana. La pregunta que se impone es ¿qué hacen los adolescentes cuando no están cerca? Pero Annie parece una chica con una vida convencional hasta que se cruza con Jules, ella es el detonante y su embrujo va mucho más allá de los sentimientos, dueña de una turbiedad que para Annie resulta tan tentadora y emocionante como aterradora. En el último tramo la función bucea por la marea tormentosa del thriller cuando las chicas entran en contacto con un tipo casado e insatisfecho que descubre a las dos gatitas en un sitio web. Esa mala decisión puede destruir sus vidas, su futuro. Ni mucho menos estamos ante una película redonda, pero tampoco el debut resulta desdeñable.


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