David Robert Mitchell que debutó en
el año 2010 con el film El mito de la adolescencia, una
cinta
sobre unos jóvenes en busca del amor durante el último fin de semana
veraniego en un suburbio de Detroit, un debut que nos sirve algunas pistas
sobre sus preocupaciones temáticas, nos presentó en el año 2014 una de las más
grandes obras maestras estrenadas en los últimos años, It follows.
Recordemos la
sinopsis del film para quien no la haya visto porque quien sí lo ha hecho es
difícil que la haya olvidado: Jay (Maika Monroe) una estudiante de 18 años
en su primer año de universidad, tiene una cita para ir al cine con su novio Hugh (Jake Weary) con quien lleva
saliendo poco tiempo y no sabe mucho de su vida. Una vez en la sala, una perturbadora figura
inquieta a Hugh, que le pide a Jay abandonar la proyección, aunque ella se
extraña porque no ha visto nada. Al día siguiente, la pareja vuelve a quedar y
practican sexo en la parte trasera del coche aparcado en un paraje solitario. Un
hecho aparentemente inocente y convencional se enrarece cuando repentinamente
Hugh narcotiza a Jay. Al despertar, Jay se encuentra maniatada en una silla de
ruedas en un edificio abandonado. Hugh le explica que lo que hizo en el coche
fue para ahuyentar a unos espíritus que no cesan de acosarle. Jay es ahora
víctima de una maldición que la acompañará hasta que consiga pasársela a otro
desafortunado a través del acto sexual.
En It
follows, que como su ópera prima, Robert Mitchell rueda en la violenta,
herrumbrosa y decadente Detroit, un escenario que se convierte en un personaje fantasmagórico
más de una película en donde el sexo lo inunda todo, dentro de esa tradición en
la que las jóvenes víctimas se ven envueltas en el sexo prematuro y que aquí
sirve de vehículo para propagar una especie de infección diabólica que no deja de acosar a las víctimas hasta
que es transferida. Así pues, la
transmisión de esa incatalogable
maldición se produce a través de las relaciones sexuales, algo que puede
ser entendido como una metáfora sobre la culpa, los peligros de la promiscuidad
y el castigo de las enfermedades venéreas. Pero el sexo, es también mostrado
como representación de nuestro deseo recordándonos nuestra condición de seres
mortales. Está claro que el descubrimiento de la sexualidad marca un punto de inflexión
en nuestras vidas, en ese proceso de madurez en el que decimos adiós a la
inocencia pura y virginal. Una cuestión que en la biblia viene narrada alegóricamente
y que conlleva como castigo la expulsión del paraíso. Toda la trama de It
follows parece rondar esta idea, la de una maldición que se contrae y
transmite a través de los dulces
efluvios del placer sexual, y para la que una vez contagiados, no existe
antídoto ni redención posible.
Yara lee en un eBook con forma de concha (de nuevo otro
simbolismo sexual) esa sentencia: “en un
instante el alma abandona tu cuerpo y ya no eres una persona”. Lo más
terrible, viene a decir, “no son las
heridas mismas, sino el descubrimiento de lo limitado de la existencia”. La inexistente presencia de los padres como
creadores y el protagonismo de los hijos es algo que se puede entender como un
intento ejemplarizante y justo de asunción de responsabilidades, puesto que si
se sienten maduros ya para mantener relaciones sexuales, también lo son para
vivir fuera de su cobijo, cargar con sus acciones y su condición de mortales.
Fuera del paraíso, el sexo es la imagen
icónica del pecado original, y durante toda la función se lanzan destellos
estimulantes hacia ese objetivo: las terroríficas apariciones que se
muestran siempre desnudas o medio desnudas, los niños que espían a Jay cuando
se baña en la piscina, el fetiche de los pies desnudos y la laca de uñas rojas,
Greg mirando con lascivia las piernas de Yara subida en una tarima, la
sugerente ropa de Kelly, el recuerdo nostálgico de Paul y Jay sobre aquellas
revistas porno que hojearon en un callejón, la foto de Hugh entre las páginas
de una revista para adultos… Hasta el súbito descubrimiento del sexo como
fuente de problemas: Jay frente al espejo estirándose las bragas y observando
con un gesto, mezcla de resignación y repugnancia, el símbolo de su condena y exilio.
Su vida, de la mano de Paul, se abre
ahora a la incertidumbre de la mortalidad, acostumbrándose a vivir perseguidos
por espectros, pero ya no hay miedo; arrojados del paraíso, engendrarán nuevas
criaturas y con ellas nuevos miedos.
Una interesante lectura sobre uno de los títulos más sugerentes de los últimos años.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, yo creo que se acerca mucho a las intenciones del director. Un cineasta muy interesante con unas preocupaciones temáticas bien definidas. Después de ver su primera película, es posible entender ésta mejor aunque la premisa y el argumento difieran sustancialmente.
ResponderEliminarUn abrazo.