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martes, 5 de abril de 2016

ANÁLISIS: “IT FOLLOWS” Y EL PECADO ORIGINAL

       
     
    David Robert Mitchell que debutó en el año 2010 con el film El mito de la adolescencia, una cinta sobre unos jóvenes en busca del amor durante el último fin de semana veraniego en un suburbio de Detroit, un debut que nos sirve algunas pistas sobre sus preocupaciones temáticas, nos presentó en el año 2014 una de las más grandes obras maestras estrenadas en los últimos años, It follows.

   
      Recordemos la sinopsis del film para quien no la haya visto porque quien sí lo ha hecho es difícil que la haya olvidado: Jay (Maika Monroe) una estudiante de 18 años en su primer año de universidad, tiene una cita para ir al cine con su novio Hugh (Jake Weary) con quien lleva saliendo poco tiempo y no sabe mucho de su vida.  Una vez en la sala, una perturbadora figura inquieta a Hugh, que le pide a Jay abandonar la proyección, aunque ella se extraña porque no ha visto nada. Al día siguiente, la pareja vuelve a quedar y practican sexo en la parte trasera del coche aparcado en un paraje solitario. Un hecho aparentemente inocente y convencional se enrarece cuando repentinamente Hugh narcotiza a Jay. Al despertar, Jay se encuentra maniatada en una silla de ruedas en un edificio abandonado. Hugh le explica que lo que hizo en el coche fue para ahuyentar a unos espíritus que no cesan de acosarle. Jay es ahora víctima de una maldición que la acompañará hasta que consiga pasársela a otro desafortunado a través del acto sexual.
     
   
    En It follows, que como su ópera prima, Robert Mitchell rueda en la violenta, herrumbrosa y decadente Detroit, un escenario que se convierte en un personaje fantasmagórico más de una película en donde el sexo lo inunda todo, dentro de esa tradición en la que las jóvenes víctimas se ven envueltas en el sexo prematuro y que aquí sirve de vehículo para propagar una especie de infección diabólica  que no deja de acosar a las víctimas hasta que es transferida. Así pues, la transmisión de esa incatalogable  maldición se produce a través de las relaciones sexuales, algo que puede ser entendido como una metáfora sobre la culpa, los peligros de la promiscuidad y el castigo de las enfermedades venéreas. Pero el sexo, es también mostrado como representación de nuestro deseo recordándonos nuestra condición de seres mortales. Está claro que el descubrimiento de la sexualidad marca un punto de inflexión en nuestras vidas, en ese proceso de madurez en el que decimos adiós a la inocencia pura y virginal. Una cuestión que en la biblia viene narrada alegóricamente y que conlleva como castigo la expulsión del paraíso. Toda la trama de It follows parece rondar esta idea, la de una maldición que se contrae y transmite  a través de los dulces efluvios del placer sexual, y para la que una vez contagiados, no existe antídoto ni redención posible.


    Yara lee en un eBook con forma de concha (de nuevo otro simbolismo sexual) esa sentencia: “en un instante el alma abandona tu cuerpo y ya no eres una persona”. Lo más terrible, viene a decir, “no son las heridas mismas, sino el descubrimiento de lo limitado de la existencia”.  La inexistente presencia de los padres como creadores y el protagonismo de los hijos es algo que se puede entender como un intento ejemplarizante y justo de asunción de responsabilidades, puesto que si se sienten maduros ya para mantener relaciones sexuales, también lo son para vivir fuera de su cobijo, cargar con sus acciones y su condición de mortales.

    
    Fuera del paraíso, el sexo es la imagen icónica del pecado original, y durante toda la función se lanzan destellos estimulantes hacia ese objetivo: las terroríficas apariciones que se muestran siempre desnudas o medio desnudas, los niños que espían a Jay cuando se baña en la piscina, el fetiche de los pies desnudos y la laca de uñas rojas, Greg mirando con lascivia las piernas de Yara subida en una tarima, la sugerente ropa de Kelly, el recuerdo nostálgico de Paul y Jay sobre aquellas revistas porno que hojearon en un callejón, la foto de Hugh entre las páginas de una revista para adultos… Hasta el súbito descubrimiento del sexo como fuente de problemas: Jay frente al espejo estirándose las bragas y observando con un gesto, mezcla de resignación y repugnancia, el símbolo de su condena y exilio. Su vida, de la mano de Paul,  se abre ahora a la incertidumbre de la mortalidad, acostumbrándose a vivir perseguidos por espectros, pero ya no hay miedo; arrojados del paraíso, engendrarán nuevas criaturas y con ellas nuevos miedos.

2 comentarios:

  1. Una interesante lectura sobre uno de los títulos más sugerentes de los últimos años.

    Un abrazo.

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  2. Bueno, yo creo que se acerca mucho a las intenciones del director. Un cineasta muy interesante con unas preocupaciones temáticas bien definidas. Después de ver su primera película, es posible entender ésta mejor aunque la premisa y el argumento difieran sustancialmente.

    Un abrazo.

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