Siete jugosas temporadas estuvo en antena la serie de la
cadena Showtime Californication (2007-2014). Una serie que nos relata la vida
del escritor en crisis Hank Moody
(David Duchovny), un tipo promiscuo, que se droga y bebe en exceso. Sin embargo,
a pesar de todos sus defectos consigue hacerse querer y gracias a su pasmosa
sinceridad conseguirá tantos triunfos como fracasos en su carrera. Así, este
mujeriego juerguista trata de compaginar su vida profesional, que surca una
crisis creativa, con su caótica vida personal: tiene una hija de doce años, Becca (Madeleine Martin), una ex mujer,
Karen (Natasha McElhone) y una desenfrenada debilidad por
las mujeres atractivas.
En formato de comedia negra, hechizando al
personal con todos los pecados de la carne de una manera al mismo tiempo
natural e irreverente y una línea de diálogos obscena e inteligente, la serie
nos invita a seguir los pasos de un adorable crápula que entiende la
promiscuidad como el aliciente más revelador de toda existencia. Sería fácil
decir que es una serie guarra, grosera -que lo es- si no fuera porque por
encima de todo es un artefacto entretenidísimo y absolutamente ingenioso.
Así, damos las gracias a su creador, Tom
Kapinos, por alumbrar este oasis donde tienen prohibida la entrada todos los
chocheras reaccionarios o gazmoños puritanos, y por perfilar de forma tan atractiva
el retrato de un encantador y amoral sinvergüenza, que lejos de la hipocresía y
lo políticamente correcto, se hace pis en los cenáculos del establishment para que triunfe el humor y la alegría del sexo. Levanto mi copa por este
encantador de serpientes llamado Hank Moody al que da oxígeno magistralmente
David Duchovny; antihéroe cuarentón, borrachuzo, que vive siempre a la sombra
de las muchachas en flor, escritor en una estación seca al que abandonaron las
musas y al que todo el mundo quiere y necesita. ¡Hip hip hurra!
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