La doble vida de Christian
Wolf
EL CONTABLE êê
Director: Gavin O´Connor.
Intérpretes: Ben Affleck, Anna Kendrick, J.K. Simmons, Jon
Bernthal, John Lithgow, Jeffrey Tambor.
Género: Thriller
/ EEUU / 2016 Duración: 128 MINUTOS.
Tengo como asignatura pendiente ver la ópera prima de Gavin
O´Connor titulada Comfortably Numb (1995) aunque sólo sea porque además es el
título de uno de mis temas favoritos de Pink Floyd. Lo cierto es que comencé a
interesarme por la carrera de este director a raíz de visionar un film titulado
El
milagro (2004), que protagonizado por Kurt Russell narra la hazaña
conseguida por un joven jugador y
entrenador de hockey sobre hielo. En 2008 O´Connor firma su película más
conocida hasta la fecha, Cuestión de honor, que con Edward
Norton y Colin Farrell al frente del reparto es un digno drama sobre la
corrupción dentro de la policía. Pero la mejor película de este cineasta lleva
por título Warrior (2011) un film que está ambientado en el mundo del
boxeo, que lamentablemente no se ha estrenado en España y que cuenta con las
superlativas actuaciones de Tom Hardy y Joel Edgerton. Una cinta absolutamente
recomendable.
En formato de thriller laberíntico, El
contable sigue a Christian Wolf
(Ben Affleck) un contable y genio matemático además de un tipo extremadamente
cauto y tranquilo, obsesionado con el orden y con más debilidad por los números
que con las personas. Christian lleva una doble vida, pues combina su trabajo
en una empresa durante el día con la de asesino implacable durante la noche.
Antes de comprar la entrada en la
taquilla para ver esta película sería oportuno que el espectador tuviera claro
qué es lo que busca, porque ya adelanto que El contable poco tiene
que ver con los thrillers protagonizados por Jason Sthatam, que no necesitan
ninguna guía para ser comprendidos. El andamiaje de la película, construido a
partir de continuos saltos temporales, nos invita a armar un puzzle partiendo
de una premisa muy simple: el protagonista, un autista con una inteligencia
superior, que hace uso de un extraño código ético y tiene una vida aburrida se
transforma cuando cae la noche en un astuto, puntilloso y eficaz asesino, además de blanqueador de fortunas ilegales. Un argumento algo
desquiciado, aunque válido… si no estuviera narrado de forma tan confusa.
La
explicación no tarda en llegar, Christian padece la enfermedad de Asperger,
arrastra terribles traumas de su infancia y fue educado y entrenado por su
padre en un centro militar. Así, se trata de justificar su condición de máquina
de matar hierática, enérgica e inclemente, pues ha sabido aprovechar todos los
recursos que le ofrece el trastorno neurológico que padece y que deriva de una inteligencia
suprema y un brutal entrenamiento castrense. Insisto, sería conveniente que el
espectador tuviera esto claro porque la película tarda en arrancar y así no se
sentirá defraudado si no consigue hilvanar todos los hilos de la trama y las
subtramas, que parecen complicar la acción con la aparición de personajes
secundarios e imprevisibles giros.
El contable cuenta con muchas papeletas
para convertirse en una franquicia al estilo de Jack Reacher o Jason
Bourne (ha funcionado muy bien en la taquilla de los Estados Unidos) pero
si esto llega a concretarse O´Connor debería cuidar mejor la atmósfera y el
guión, dos elementos que acaban penalizando la función e impidiendo que se
convierta en una sólida primera piedra. Acompañado de magníficos secundarios
(J. K. Simmons, Jeffrey Tambor, John Lithgow, Jon Bernthal) y una Anna Kendrick
como el único personaje con el que el personaje logra empatizar, Ben Affleck nos regala una correcta
interpretación, y la empresa no era nada fácil cuando de lo que hablamos es de
mantener un equilibrio para hacer creíble la historia de un (anti)héroe sumido en
el contraste brutal de una doble vida como consecuencia de un pasado tormentoso
explicado de manera machacona a través de múltiples flash backs. Gavin O´Connor, que tiene un hijo autista,
se equivoca tratando imprimir
trascendencia y misterio al relato, enredando la acción con secuencias y
personajes de puro relleno para un artefacto que no pasa de ser puro exploitation, una mezcla entre Rain Man
y Jason Bourne, que dibuja de manera
deslavazada un personaje que se mueve entre el aislamiento y las místicas
laceraciones del samurái y la iconografía pop del superhéroe introspectivo.
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