domingo, 30 de octubre de 2016

CRÍTICA: "DR. STRANGE" (Scott Derrickson, 2016)

DR. STRANGE êêê
Director: Scott Derrickson.
Intérpretes: Benedict Cumberbatch, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams, Tilda Swinton, Mads Mikkelsen.
Género: Fantástico / EEUU / 2016  Duración: 115 MINUTOS.   
      
  
    El director Scott Derrickson está considerado por el aficionado al género de terror como uno de los más proteicos especialistas aparecidos en los últimos años. Su carrera comenzó con una muy irregular quinta entrega de la saga Helraiser, Helraiser V: Inferno (2000) que fue directamente a parar al mercado del vídeo. No obstante, en el año 2005 nos entregó una aseada cinta sobre posesiones que se publicitó con el “basada en hechos reales”, El exorcismo de Emily Rose, que incluye algunas secuencias verdaderamente conseguidas. No convención a nadie su primera incursión en el cine de ciencia ficción, Ultimátum a la Tierra (2008), pobre remake del clásico de 1951 firmado por Robert Wise. En 2012 regresa al género que más domina con Sinister, película protagonizada por Ethan Hawke dando vida a un periodista que investiga una serie de salvajes asesinatos. No rayó a la misma altura con su siguiente película, Líbranos del mal (2014) sobre un policía que interpretado por Eric Bana investiga unos asesinatos relacionados con una posesión.

   
     Con Dr. Strange Derrickson se adentra en el universo Marvel para trasladar a la pantalla grande el cómic creado por Stan Lee y Steve Ditko que tiene como protagonista al Dr. Steven Strange (Benedict Cumberbatch) cuya vida da un giro tras sufrir un accidente de coche que le deja inmovilizada las manos. La medicina tradicional no puede hacer nada por él y busca la cura en una comunidad aislada llamada Kamar-Taj. Pronto descubre que no es sólo un centro de recuperación sino que también actúa como lugar de operaciones contra las fuerzas oscuras empeñadas en destruir nuestro mundo. En poco tiempo, Strange, armado con poderes mágicos recién adquiridos, se encontrará ante el dilema de volver a su antigua vida de riqueza y privilegios  o dejarlo todo para defender el mundo como el mago más poderoso del planeta.

      
    Parece que existe bastante unanimidad en calificar Dr. Strange como lo único salvable de la desdeñable filmografía de Derrickson. De acuerdo que es su film más conseguido, pero como apuntaba anteriormente el director ya había mostrado su oficio anteriormente. El mayor activo de esta nueva adaptación de un personaje menor de la Marvel lo encontramos en su protagonista, un Benedict Cumberbatch que resuelve su “extraña” incursión en este delirio surrealista y tono espiritual de una manera sobresaliente. Así, el espectáculo tiene entidad y resulta entretenido tanto en su abracadabrante vena mística como en el frenesí de la acción que mantiene un buen ritmo durante todo el metraje. 
  

   Cambios de escenarios, distintas dimensiones de mundos que se alternan y desdoblan, personajes tan sugerentes como extravagantes, un humor descacharrante y una arquitectura ornamental colorista y visualmente fascinante conforman el corpus de un espectáculo desarrollado con mimo y amor por el personaje, una espiral de locura psicodélica y hechicería, de universos paralelos y bucles temporales levantados sobre, esta vez sí, una chispeante imaginación y potentes efectos visuales.

       
    Al igual que el Dr. Strange, doctor en Medicina y Artes Místicas, la función resulta excesiva y excéntrica en su apartado técnico (el CGI alcanza una dimensión ultrahiperbólica) superando todas las leyes físicas y la más febril imaginación, lo que sin duda dejará ojiplático al espectador amante de este tipo de artefactos  (que encontrará referencias a Origen, Batman Begins...) que serían difícil de desarrollar sin los más rabiosos avances tecnológicos, un compendio de artificios y pirotecnia muy bien elaborado. 


     Pero es que Dr. Strange funciona también en un plano artístico, con un arrogante y carismático Benedict Cumberbatch muy bien acompañado por Rachel McAdams (su entrañable colega), Tilda Swinton (sabia gurú), Chiwetel Ejiofor (aventajado discípulo) y Mads Mikkelsen (como cautivador villano) que despliegan todo su oficio sin complejos, sabedores de que el mejor modo de que el invento funcione es no tomárselo demasiado en serio. El mensaje: Sólo la fe puede lograr que un hombre renazca de sus cenizas.


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