La actriz británica Katherine
Waterston (Westminster, 3 de marzo de 1980) que debutó con un film
aceptable sobre el drama de la prostitución titulado The Babysitters (David
Ross, 2007), cuenta en su filmografía con algunos títulos en los que ha
participado con mayor o menor relevancia pero cuya presencia no pasó
desapercibida para el aficionado: Destino Woodstock (Ang Lee, 2009), Night
Moves (Kelly Reichardt, 2013) o La desaparición de Leonor Rigby: ellos
(Ned Benson, 2014). Pero no fue hasta su interpretación de la lánguida y
seductora femme fatale Shasta Fay en
la fallida película de Paul Thomas Anderson Puro Vicio (Inherent
Vice, 2014) que su carrera parece haber tomado cierta altura. Tanto es
así que compartirá protagonismo con Michael Fassbender en la secuela de Prometheus
(2012) que también será dirigida por Ridley Scott y que lleva por título Alien:
Covenant, cuyo estreno está previsto para 2017.
INHERENT VICE (Paul Thomas Anderson, 2014)
La función nos traslada
a la soleada California de 1970. Doc
Sportello (Joaquin Phoenix) es un peculiar detective privado de Los
Ángeles. Después de mucho tiempo sin verse, su ex, Shasta (Katherine Waterston) una seductora femme fatale, solicita
su ayuda para encontrar a su amante desaparecido, un magnate que pretendía
devolverle a la sociedad todo lo que había expoliado. Sportello se ve sumergido
así en una trama con muchas aristas.
Como apuntaba, el calificativo “de culto”
le hace a Thomas Anderson un flaco favor y le incita a atreverse con cualquier
cosa, él sabe que una legión de rendidos y alucinados críticos rebozará su
indigesto pestiño con el caviar de la excelencia. Puro vicio es una tomadura de
pelo, una película enmarañada, confusa, rodada sin convicción y tan desordenada
que se hace imposible saber de qué va el asunto; personajes apenas esbozados
que entran y salen de la pantalla sin decir nada interesante y, lo que es peor,
dando la impresión de estar más perdidos en la historia que los sufridos
espectadores (en la sesión a la que este crítico asistió casi la mitad de los
espectadores abandonaron la sala antes de que terminara la película).
Uno se dispone a ver la película tras leer una sinopsis que le
recuerda mucho, por la época y la trama, a espléndidos films inspirados en las
novelas pulp de detectives como La noche se mueve (Arthur Penn, 1975)
o Adiós
Muñeca (Dick Richards, 1975) y lo que se encuentra es con una galería
de personajes excéntricos, absurdos e histriónicos pululando por una historia
laberíntica, dispersa y muy mal narrada que esconde un vacío absoluto. Su
kilométrico metraje no tiene ningún sentido y lo único reseñable es la puesta
en escena, la ambientación, la conseguida atmósfera de las playas hippies
californianas de principio de los 70, y la visión siempre agradable de algunos
cuerpos femeninos muy saludables; de ese totum revolutum que forman el detective
fumeta con patillas a lo Curro Jiménez al que da vida Joaquin Phoenix, sectas a
la búsqueda de percepciones extrasensoriales, policías surrealistas, diálogos
que rozan la paranoia y la anticlimática resolución del caso, mejor no
hablamos. Puro vicio es un film vacuo, soporífero, un relato en el que
Anderson desprecia a los personajes y la historia para poner énfasis en los
escenarios y regodearse en su grimoso estilo, un pretencioso e insoportable
ejercicio de estilo firmado por un director cuyo ego e ínfulas de artista
único, por mucho que se empeñe su camarilla de abducidos críticos, acabará
condenando al ostracismo.
Pues, como te dije en su momento, no la encontré tan mala. Creo que es un título a reivindicar y que ganará con el paso de los años. Por de pronto, el plano de Katherine Waterston acariciándose el pezón que destacas en tu galería -y que me pasó desapercibido en su momento- ya suma unos cuantos puntos.
ResponderEliminarUn abrazo.
La película es horrorosa... pero reivindico a Katherine Waterston y su despreocupada a la vez que sofisticada languidez que no puede ocultar una inclinación natural por la búsqueda de sensaciones bizarras.
ResponderEliminarUn abrazo.