"ENREALIDAD, NUNCA ESTUVISTE AQUÍ" êêêê
La directora escocesa Lynne Ramsay se está construyendo una
sólida y sobresaliente carrera que, tras varios cortos, comenzó con el
largometraje Ratcatcher (1999), film de tono social y ambientado a finales
de los 70 cuya trama se levanta tras la trágica muerte de un niño en una pelea.
Fue en 2002 cuando presentó su siguiente película, Morvern Callar, que protagonizada por Samantha Morton sigue a una
joven que tras salir de su trabajo como cajera de un supermercado llega a casa
y encuentra el cadáver de su novio, que al parecer se ha suicidado. Tras agenciarse
la novela que él había terminado recientemente, inicia un viaje iniciático a
Ibiza. Tras nueve años desde esa última película, firma la que es su obra más
conocida, Tenemos que hablar de Kevin (2011), cinta
basada en la novela de Lionel Schriver con Tilda Swinton dando vida a una
escritora que a la edad de 40 años decide tener su primer hijo y tiene que
enfrentarse a las dificultades que ello conlleva.
A pesar de contar con esta escueta y
brillante filmografía, siempre enmarcada dentro del más rabioso cine
independiente, Ramsay logra llegar a un público más amplio con este contundente
thriller titulado En realidad, nunca estuviste aquí que consiguió alzarse con los
premios al Mejor Actor para Joaquin Phoenix y al Mejor Guión en el pasado
Festival de Cannes. Veamos: Joe
(Joaquin Phoenix) ex marine y antiguo veterano de guerra es un tipo solitario
que dedica su tiempo a salvar mujeres que son explotadas sexualmente. No se
permite ni amigos ni amantes y se gana la vida cobrando por rescatar jóvenes de
las garras de los tratantes de blancas. Un día recibe la llamada del senador Williams (Alessandro Nivola) que le
pide que rescate a su hija, Nina
(Ekaterina Samsonov) que ha sido secuestrada por una red de tráfico sexual.
Tomando como base la novela corta de
Jonathan Ames, la última película de Ramsay abraza las claves y códigos del
cine noir para edificar sobre la
negra jungla de asfalto un retrato implacable y turbador de una mente
torturada; de la herida existencial de Joe que sangra a borbotones (un superlativo
Joaquin Phoenix que tiene la estatuilla dorada más cerca que nunca), una
expansiva laceración del alma para la que no encuentra penitencia ni bendición
divina. La redención en forma de despiadada venganza llegará con el peligroso
rescate de la hija adolescente de un político que ha sido víctima de la mafia
de la prostitución infantil. Aunque no todo sale como él esperaba, el infierno
se desatará en un burdel de Manhattan. La bestia que Joe lleva dentro ha
despertado con una determinación devastadora.
Ramsay en ningún momento se aleja de su característico
estilo personal marcado por abrumadores primeros planos de rostros y cuerpos
dotando a la acción y pautas del relato de una pegajosa fisicidad, remarcando
la impenetrable psicología de los personajes, ampliando obsesivamente los
detalles e imprimiendo a la violencia del relato (traumáticamente desarrollada
de forma elíptica o con la cortina del fuera de campo) para conformar el corpus
de un exuberante thriller que alguien ha definido como el Taxi Driver del siglo XXI,
pero que a diferencia de aquella cuartea el clímax final con una magnífica
labor de planificación y montaje con el recurso de las cámaras de vídeovigilancia,
jugando con el tiempo y el espacio y a donde muestro castigado protagonista
llegará para poner fin a la pesadilla con un baño de sangre.
Entre la sensible y tierna relación con su
anciana madre en un ámbito doméstico y su trabajo como rescatador de almas en
la hoguera, transcurre la turbulenta y pesarosa vida de Joe, en consonancia con
la atmósfera, sórdida, opaca y desesperanzadora creada en torno a él, dueño de
una personalidad lacónica y tortuosa y una rutina rebosante de turbulencias. El
guión tiene más aristas de lo que en un primer visionado pueda parecer, y la
sinuosa dirección que alguien puede tildar de amanerada yo lo defino como radiante stilo.
El espectador presume que la tormentosa corriente
existencial de Joe sólo puede arrastrarle hacia una catarata de violencia
infernal, y que el origen de sus traumas, demonios interiores y pulsiones
autodestructivas (explicados de manera modélica a través de incisivos flash
backs) quedarán abiertos en canal por la lógica de una venganza demoledora. Cuando
caen los títulos de crédito, mis ojos brillan como ídolos de jade. Gran
película.
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