“AMERICAN ASSASSIN” êê
Además de su trabajo para
series de televisión, Michael Cuesta
debutó en el cine con L.I.E. (2001) potente drama sobre la
juventud y la adolescencia. Un lustro más tarde dirigió El fin de la inocencia
(2006) que incide en el género y que narra el complicado paso de la infancia a
la adolescencia (tal vez su mejor película). En el año 2009 estrena uno de sus
peores films adaptando el relato corto de Edgar Allan Poe El corazón delator con el título Talle-Tale. Levanta un
poco el vuelo con la comedia musical Roadie (2011), y firma el aseado
thriller Matar al mensajero (2014) basada en la trágica experiencia real
del periodista de investigación Gary Webb.
American Assassin nos narra cómo tras un atentado yihadista en
una playa de Ibiza en donde muere su prometida, Mitch Rapp (Dylan O´Brien) es reclutado por los Black Ops y
entrenado por Stan Hurley (Michael
Keaton) un agente de la CIA. Mitch y Stan tendrán que llevar a cabo una misión que
podría desatar el caos a nivel internacional.
Un
guión endeble marca la categoría de esta cinta de venganza en la que se apuesta
más por el componente testosterónico y anabolizante que por la reflexión más o
menos atinada sobre la amenaza terrorista global y las labores de espionaje e
infiltración en la médula de sus células, que sabemos que tienen la red como
uno de sus aparatos de captación y propaganda. Como es preceptivo, la
venganza del protagonista para que sea lo más rabiosa e implacable debe hundir
sus raíces en alguna herida sentimental, y de eso se aprovechará un grupo de
élite de la CIA para reclutar a Mitch y utilizarlo como arma mortífera.
Las set pieces de acción están rodadas de
manera competente (con la consiguiente escena de tortura) y los continuos
cambios de escenario dotan de dinamismo a una historia que se sube a la ola de
los superagentes secretos al estilo de Jason Bourne, pero sin la profundidad
psicológica y precisión narrativa de esta saga. American Assassin abunda en
la conspiranoia que se apoderó del espacio de la geopolítica tras el 11-S, y se
impone más como un vehículo para la presentación del héroe de una nueva
franquicia que como introspección certera sobre un terrorífico desafío que
alerta sobre la indefensión del mundo ante unos ataques ciegos. Rodada con la
frialdad de las películas de espionaje, con un protagonista que carece del carisma
necesario, estamos ante un film de acción convencional que no dejará huella.
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