MARSHRUT POSTROEN (Oleg Assadulin, 2016)
(PARANORMAL DRIVE)
Película rusa que podemos englobar dentro de ese subgénero del terror de los coches malditos en donde ocupan un lugar prominente films como The Car (1977) y Christine (1983), por poner dos ejemplos. Dirigida por Oleg Assadulin, el film narra cómo una disputa familiar termina trágicamente con la mujer asesinada. El marido, después de cortar su cuerpo en pedazos, lo oculta en el maletero del coche con la esperanza de deshacerse de él más tarde. A pesar de los intentos de engañar a la policía, es detenido más tarde, mientras el cuerpo ha permanecido ocho días en el maletero. Andrey y Olga (Pavel Chinaryov y Svetlana Ustinova) no dan crédito a la suerte que han tenido, pues acaban de comprar de segunda mano el coche de sus sueños a un precio de ganga. Lo que no saben es que el coche es una trampa infernal, y alguien (o algo) que viaja con ellos y su pequeña hija, va a convertir su viaje en una pesadilla.
(PARANORMAL DRIVE)
Película rusa que podemos englobar dentro de ese subgénero del terror de los coches malditos en donde ocupan un lugar prominente films como The Car (1977) y Christine (1983), por poner dos ejemplos. Dirigida por Oleg Assadulin, el film narra cómo una disputa familiar termina trágicamente con la mujer asesinada. El marido, después de cortar su cuerpo en pedazos, lo oculta en el maletero del coche con la esperanza de deshacerse de él más tarde. A pesar de los intentos de engañar a la policía, es detenido más tarde, mientras el cuerpo ha permanecido ocho días en el maletero. Andrey y Olga (Pavel Chinaryov y Svetlana Ustinova) no dan crédito a la suerte que han tenido, pues acaban de comprar de segunda mano el coche de sus sueños a un precio de ganga. Lo que no saben es que el coche es una trampa infernal, y alguien (o algo) que viaja con ellos y su pequeña hija, va a convertir su viaje en una pesadilla.
Con sólo un millón de dólares de
presupuesto, Assadulin nos presenta un aseado producto de serie B realizado
teniendo presente múltiples referencias pero sin muchas pretensiones. Ya en
la tienda de coches de ocasión, Olga siente que algo extraño ocurre con ese coche
y ni siquiera ha tenido tiempo de sentirse sugestionada, pero el primer aviso
serio se produce cuando al apagar el equipo de música, recibe una descarga
eléctrica. Será el inicio de una aterradora road movie en la que no
sólo correrá peligro las vidas de la pareja, también la de su pequeña hija, que
les acompaña para quedarse con la madre de Andrey mientras ellos se van unos
días de vacaciones para intentar encauzar su vida matrimonial, que se encuentra
en su momento más bajo y de mayor desconfianza, ya que Olga sospecha que Andrey
mantiene una relación íntima con su hermana.
Marshrut Postroen (Paranormal Drive) no inventa la
pólvora, y la trama puede resultar previsible e incluso nos puede invadir una
molesta sensación déjà vu, pero logra mantener el interés del espectador a lo
largo de su ajustadísimos 85 minutos. En parte por los continuos
sucesos paranormales que se van sucediendo durante la función, y en parte,
también, por el atractivo que representa su bella pareja protagonista, sus
discusiones sobre las infidelidades de Andrey y lo remisa que se encuentra Olga a mantener relaciones sexuales con un hombre que ya la ha engañado y que
sospecha que sigue haciéndolo. Objetos inquietantes van apareciendo en el coche
durante el viaje: una linterna, que se enciende sola, viejas fotografías de las
que no son capaces de deshacerse y unas tijeras, que tendrán un protagonismo
esencial en la trama. Instrumentos alarmantes a los que hay que unir los fallos
mecánicos del coche sin que aparentemente se observe ninguna avería, diversas
apariciones espectrales y una tensión in crescendo dentro del automóvil sin que
la pareja sepa exactamente qué está sucediendo, y eso que cuando se encuentran
en un taller revisando el coche, las noticias les ofrecen una pista a la que ellos no prestan demasiada atención.
Excelentemente fotografía, buena creación
de atmósfera, medidos efectos visuales, inquietantes secuencias que tienen como
escenario las carreteras y autopistas rusas, correctas interpretaciones y un
giro final inesperado que nos recuerda a Alta
Tensión (Alexandre Aja 2003), son elementos que demuestran la pericia del
director para generar misterio y que hacen que esta película se imponga como
una buena apuesta para el aficionado al género. Peores cosas se estrenan todos
los días y tienen mayor difusión. Mi consejo es que le den una oportunidad.
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