PAPRIKA (Tinto Brass, 1991)
La cámara obscena de Tinto Brass
filmó a principios de la década de los 90 esta historia tan simple como
deliciosa: En la Italia de finales de los 50, una chica de pueblo de 18 años, Mimma (Debora Caprioglio) está llena de
encantos y enamorada hasta el tuétano de su novio, Nino (Luigi Laezza) un electricista muy
espabilado que quiere ganar dinero fácil para montar un negocio, por lo que
Mimma acepta trabajar, en secreto, un par de semanas en un prostíbulo y entregarle el
dinero que necesita. En el burdel encentra su vocación y deja babeando a los
hombres y mujeres que la conocen por su entrega a la profesión. Conocida a
partir de entonces por el alias Paprika, que le ha impuesto la dueña del prostíbulo, Madame Colette (Martine Brochard) comienza una nueva aventura en busca de
la autodeterminación y luchando por escapar del mundo de la prostitución, en el
que una y otra vez cae debido a sus ansias de sexo y el amor a los hombres, que
sólo quieren su dinero y gozar de su espléndido cuerpo.
Los burdeles de Paprika
es una adaptación libérrima de las novelas fundacionales de la literatura
erótica, “Fanny Hill”, y representa el último gran éxito de la carrera del
erotómano irredento Tinto Brass, que con esta película rinde un sincero y
nostálgico homenaje a la época dorada de los prostíbulos antes de que fueran cerrados,
que para él significó la muerte del arte del erotismo, por lo que también se
impone como una oda la profesión más antigua del mundo. Con el protagonismo de aquella voluptuosa derramaplaceres llamada
Debora Caprioglio, que luce unas curvas vertiginosas, una pechonalidad
incomparable y unos cuartos traseros mullidos (dato importante, ya que Brass
siempre fue un redomado fetichista de los culos), la función avanza por un sexo
fronterizo entre el romanticismo más primario y la crudeza pornográfica,
mezclando en dosis mordaces lo trágico con lo cómico, como en esa escena en la
que se está muriendo una prostituta y nadie tiene que salir del local para
hacerse con los servicios de un médico y un cura.
Paprika abraza su
nueva profesión y descubre juegos sexuales excitantes, también cae en la cuenta
de que su novio es un vulgar proxeneta que la engaña, pero no será el único, ya
que otros hombres también intentan sacar beneficio de ella, que triunfa allá
donde va con sus enormes atributos naturales y realiza perfectamente la
transición de joven pueblerina desaliñada a sofisticada prostituta de lujo.
Porque Paprika, cansada del chantaje de su novio, hará una tourne por los
mejores prostíbulos del país, frecuentados por gente del mundillo artístico y
empresarial, alcanzando cada vez más prestigio en su profesión.
Con una asombrosa
cantidad de desnudos y escenas sexuales explícitas, una galería de
impresionantes actrices que en aquella época renegaban del “efecto bisturí” y
de los cuerpos sintéticos mostrando sus generosas carnes, su celulitis y
sus bosques púbicos sin podar, Los burdeles de Paprika es un film
optimista, hedonista, colorista y erótico-festivo, que nos muestra el interior
barroco y recargado de los burdeles bellamente fotografiados con un filtro de
intensos azules acuosos. La exuberante protagonista conocerá, en su deambular
por las casas de citas, las más extrañas y excitantes fantasías sexuales,
también personas de todo tipo, como el inteligente y apuesto Franco, o el
ladrón sin escrúpulos, Rocco, pero hay en ella cierta desconfianza y amargura por la
traición de Nino, que la utilizó y luego la dejó tirada. El logro de Brass no está en intentar equilibrar la insultante y
sensual carnalidad de la Caprioglio con los ingredientes más sombríos del
mercado de la prostitución, su interés, como casi siempre, está en levantar un enorme
campamento de tiendas de campaña. Y lo consigue.
ESTOS SON CUERPOS NO LOS DE AHORA QUE NO TIENEN CURVAS NINGUNA.
ResponderEliminarLas mujeres quieren estar delgadas para gustar a las demás mujeres, no para gustar a los hombres. Una tiparraca llamada Wallis Simpson, fea como un tiro en el estómago y flaca como un regaliz, dijo una vez: "Una mujer nunca es demasiado rica ni está lo suficiente delgada". Nadie la metió en la cárcel y todo se fue al carajo.
ResponderEliminarUn abrazo.