lunes, 21 de diciembre de 2015

CRÍTICA: "STAR WARS: EL DESPERTAR DE LA FUERZA"

Nostálgico homenaje
STAR WARS: EL DESPERTAR DE LA FUERZA êêê
DIRECTOR: J.J. ABRAMS.
INTÉRPRETES: DAISY RIDLEY, JOHN BOYEGA, OSCAR ISAAC, HARRISON FORD, CARRIE FISHER, ADAM DRIVER.
GÉNERO: CIENCIA FICCIÓN / EE.UU. / 2015  DURACIÓN: 135 MINUTOS.   
           

      Tras la compra en 2012 por parte de Walt Disney de LucasFilm por un montante superior a los 4.000 millones de dólares, un negocio que supuso la retirada de George Lucas de la industria cinematográfica y que abría una nueva etapa para la franquicia Star Wars, somos muchos los que hemos dado por supuesto que Lucas, sin vínculo creativo o empresarial con los nuevos proyectos, ha supervisado desde la distancia la toma de decisiones. Lo cierto es que estamos ante la séptima entrega de La Guerra de las Galaxias, primera de la tercera trilogía, un film que dirigido por el talentoso J. J. Abrams (Super 8, Star Trek, Monstruoso) vuelve a contar con el concurso de un ya muy veterano Harrison Ford en su última aparición en la franquicia y que no aparecía en ella desde su participación en La Guerra de las Galaxias VI: El retorno del Jedi (1983).


       Han pasado más de 30 años desde la caída del Imperio Galáctico, derrotado por la Alianza Rebelde. Luke Skywalker (Mark Hamill) ha desaparecido, pero existe un mapa que rebela dónde se encuentra el último guerrero Jedi con vida. Muchos de los antiguos héroes: Han Solo (Harrison Ford), Leia (Carrie Fisher), Chewbacca, R2-D2 y C-3PO, están cautivos y luchan por la resistencia. La galaxia se encuentra todavía en guerra y una nueva República ha surgido aunque su gobierno es un mero títere. Ante el convulso panorama político, un misterioso guerrero, Kilo Ren (Adam Driver) está obsesionado con acabar con los Jedi y amenaza la paz. Ren pertenece a la Primera Orden, una fuerza leal a la memoria de Lord Vader y Palpatine. Frente a esa amenaza, el único recurso es un androide: BB-8, pues en él se encuentra el mapa para localizar a Luke Skywalker. Entregar esta valiosa información será el objetivo de dos nuevos personajes: el soldado imperial, Finn (John Boyega) que reniega del ejército imperial y Poe Damaron (Oscar Isaac), un piloto enviado por Leia (Carrie Fisher) para una misión importante. En su huida, los pilotos se estrellan en el desierto de Jakku. Allí, aparecerá un nuevo personaje: Rey (Daisy Ridley) una joven chatarrera, de gran fortaleza, que ha aprendido a valerse por sí misma. El encuentro cambiará sus vidas y les embarcará en un intenso viaje para encontrar al más poderoso guerrero de la galaxia, el Maestro Jedi Luke Skywalker.
     

      
      No soy un gran fan de esta incombustible saga y, como era previsible, Star Wars: El despertar de la Fuerza alojará poco poso en mí saturada memoria. No obstante, he seguido la carrera de J. J. Abrams desde Misión Imposible III (2006) y me parece un director mitómano realmente interesante. Con un guión en el que ha participado Lawrence Kasdan, el artefacto no aburre -que ya es mucho decir- aunque casi todo me suena a ya visto, una sensación déjà vu que nada molestará a sus fanáticos e iconoclastas seguidores, y que supongo es lo que el director persigue. Como se esperaba, el diseño de producción es fastuoso y el alarde de imaginería visual absolutamente aplastante, con el objetivo de recuperar la esencia de la saga y hacer babear a los fans de cuatro generaciones distintas. La función es muy previsible, pero el ritmo vertiginoso que imprime Abrams logra que el relato no decaiga en ningún momento, y en las escasas secuencias de calma, ahí está el adorable androide BB-8 -y su potente lazo con la heroína Rey- para protagonizar los momentos más cómicos y tiernos de la función. La séptima entrega de la saga se impone como un sentido homenaje realizado por un fanático rendido del universo Star Wars, y es por eso que toda la historia es una caja de resonancias, un eco que resuena en el túnel del tiempo, con una media hora magnífica con la presentación y el encuentro de los personajes.


      John Williams incide en la clásica banda sonora, una sinfonía mítica que todo el mundo asocia con la saga y que inflama la pasión de millones de fieles. Pero en esta fiesta-homenaje, o medido ejercicio de reciclaje, muchos espectadores echarán en falta una evolución más profunda de la trama (que siempre lleva implícita una denuncia a los sistemas totalitarios) sin despreciar el tono nostálgico, y se quedan con la miel en los labios preguntándose por los nuevos derroteros por los que transitarán los personajes y la historia. Teniendo en cuenta que el argumento arranca varios años después del fin de El retorno del Jedi, resulta importante señalar que los personajes veteranos de la franquicia quedan integrados en la acción de forma muy natural, y Harrison Ford (Han Solo) que es de todos ellos el que goza de más minutos, no desentona nunca vistiendo su legendaria cazadora, con su inseparable Chewbacca protagonizando uno de los momentos más emocionales del film. Star Wars: El Despertar de la Fuerza rememora estilemas clásicos e intenta un difícil equilibrio aportando toda la artillería tecnológica para subliminar las sucesivas batallas y esos sugerentes cambios de escenario (el desierto, el valle, la montaña) que consiguen rejuvenecer la saga y hacer más soportable el ritmo a los más pequeños. La película no es un prodigio, pero sirve para relanzar la franquicia, y sobre todo, para que estas navidades se vendan millones de muñecos BB-8.



     

2 comentarios:

  1. De eso se trata, de relanzar la franquicia; de respetar el espíritu de la primera trilogía y hacerla más accesible para el público más joven mediante un ritmo frenético.

    Como a ti, me ha divertido pero no me ha parecido especialmente memorable.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Eso creo, pero yo no soy un fan rendido de esta saga que siempre me pareció muy folclórica y nunca he tenido a Lucas como un Tótem de la ciencia ficción cinematográfica. Siendo éste uno de mis géneros favoritos, mis gustos se bifurcan por otros derroteros muy distintos. Aun así, Abrams ha hecho un trabajo digno dentro de ese cine palomitero que raramente deja en mí mucho poso.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar