domingo, 4 de mayo de 2014

CRÍTICA DE: "DIVERGENTE"

 Material reciclado
DIVERGENTE ê
DIRECTOR: NEIL BURGER.
INTÉRPRETES: SHAILENE WOODLEY, THEO JAMES, KATE WINSLET, ASHLEY JUDD, RAY STEVENSON, TONY GOLDWYN.
GÉNERO: CIENCIA-FICCIÓN / EE. UU. / 2014  DURACIÓN: 139 MINUTOS.   

     Empacho, saturación de sagas juveniles pesadísimas e intrascendentes. Tras el fracaso de inventos como Hermosas criaturas y Cazadores de Sombras: Ciudad de hueso, llega la adaptación de la primera novela de Verónica Roth “Divergente”, que como es natural persigue alcanzar el tremendo éxito de la saga Crepúsculo (misión que se nos antoja imposible) o, en menor medida, el obtenido por Los juegos del hambre. Y de paso, lanzar a una nueva estrella hacia el Olimpo de las heroínas adolescentes en la figura de la actriz de 22 años vista en Los Descendientes Shailene Woodley, y que emulando a Kristen Stewart o Jennifer Lawrence se ha propuesto dejar huella en el imaginario colectivo de un sector del público muy dado a crear ídolos evanescentes.


      DIVERGENTE está ambientada en una sociedad distópica y nos presenta la historia de Beatrice (Shailene Woodley), una chica tímida y débil que reside en una futurista y fantasmal ciudad de Chicago en donde los adolescentes al llegar a los 16 años tienen que elegir entre cinco categorías: Verdad, Abnegación, Osadía, Cordialidad y Erudición. Cuando a Beatrice le llega la hora de presentarse a la prueba de aptitud resulta que sus resultados no son concluyentes, lo que le lleva a pertenecer a los llamados “Divergentes”, individuos que son considerados peligrosos y que son perseguidos por los demás ciudadanos. Finalmente Beatrice se decide por la facción Osadía, y su nueva vida de intrépida le hará conocer nuevos amigos, particularmente a Christina (Zoe Kravitz) que será su amiga inseparable, y también al líder, Cuatro (Theo James) de quien se quedará prendada. La vida de los intrépidos es dura, siempre expuesta a pruebas exigentes en las que tendrán que demostrar que no tienen miedo a nada. Beatrice se convertirá en la atlética Tris y su relación con Cuatro irá más allá de la atracción física, pues el hombre que le ha robado el corazón es en realidad Tobias, el hijo de Marcus (Ray Stevenson), el líder de los abnegados a quien los eruditos quieren derrocar con malas artes, y al igual que ella, un divergente.
     

      Como apuntaba, uno acaba cansándose de una fórmula cuya esencia bebe de la literatura de anticipación y distópica como “Un mundo feliz” de Aldous Huxley y “1984” de George Orwell: un futuro marcado por el control de una férrea dictadura, discriminación de grupos sociales, la amenaza y el miedo como herramientas para el sometimiento y la esclavitud, heroína adolescente tímida que poco a poco utilizará sus armas mientras descubre el amor e intenta derrocar un régimen de injusticias. Todo en esta sombría y predecible película recuerda a Los juegos del hambre, todo se me antoja estereotipado y cada situación que Neil Burger nos presenta provoca una sensación déjà vu. En DIVERGENTE apenas se cuida el aspecto artístico y el técnico tampoco deslumbra, todo se fía a la planificación de un objetivo: crear una nueva saga de éxito y al retrato de una chica especial, aventurera, incomprendida y con picores hormonales en la que se puedan ver reflejadas las adolescentes soñadoras, rebeldes y engreídas. Todo está tan  calculado y diseñado que resulta encorsetado y postizo, nada se deja a la improvisación, y así la narración discurre tan distante e impersonal que parece que Burger la dirige con el piloto automático. Además, Shaileen Woodley, que automáticamente pasa de ser una inutilidad a liderar una guerrilla, está muy lejos de mostrar un carisma magnético.



      Con su violencia light e insulsa relación sentimental, la función trata de lanzar un mensaje sobre lo especiales y únicos que somos todos, que basta con que nos propongamos una meta para alcanzarla, imagínense, si además contamos con la inestimable ayuda de un héroe guapo, valeroso y de ceño fruncido que se muere por nuestros huesos… todo el monte será orgasmo, perdón, orgasmo sobre hojuelas… en fin. DIVERGENTE se eleva como un artefacto manierista, maniqueo y de propuestas filosóficas muy pueriles y trilladas hasta el hartazgo, desde el cincelado prototípico de sus personajes hasta el absurdo de esa falsa sociedad por la que deambulan. Ni la presencia de las veteranas Ashley Judd como madre de la protagonista y Kate Winslet, como villana supervisora de los adolescentes que irán a cada facción, aportan una mínimo de sensatez y verismo a la historia, firmando las dos los papeles más planos de sus respectivas e irregulares carreras. Salvar alguna mínima consistencia en las peleas cuerpo a cuerpo o esos momentos en los que Tris se lanza con los ojos vendados desde una terraza, en tirolina atravesando toda la ciudad o subiéndose a un tren en marcha, parece muy poco bagaje para un film que, además, desarrolla un puritanismo repelente y que desprende un tufo a material reciclado insoportable… vergüenza me da señalar ese momento Hitchcock con el ataque de los pájaros. 

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