El ocaso de un mito
“MULA” êêê
DIRECTOR: CLINT EASTWOOD.
INTÉRPRETES: CLINT EASTWOOD,
BRADLEY COOPER, TAISSA FARMIGA, MICHAEL PEÑA, DIANNE WIEST, ALISON EASTWOOD.
GÉNERO: DRAMA / EE.UU / 2018 / DURACIÓN: 116 MINUTOS.
Cerca de 40 películas (creo
que ésta hace la número 37) lleva dirigidas el casi nonagenario (88 años)
director californiano Clint Eastwood
desde su debut con Escalofrío en la noche (1970), y por su trabajo en Sin
perdón (1993) y Million Dollar Baby (2004) fue
galardonado con los Oscars al Mejor Director y Mejor Película. Nacido en San
Francisco en 1930, debuto como actor en pequeños papelitos en Lady
Godiva (Artur Lubin, 1955), El regreso del monstruo (Jack Arnold,
1955) y Tarántula (Jack Arnold, 1955), pero su gran oportunidad le
llegó cuando un olvidado actor llamado Eric Fleming (entonces compañero de
Eastwood en la serie televisiva Rawhide)
rechazó protagonizar un western hispano-italiano titulado Por un puñado de dólares (1964).
La película resultó un hito del género Spaghetti western y el éxito de la
película convirtió a Eastwood en un ídolo en Europa. Aunque las últimas
películas del director Poder absoluto me han decepcionado (15:17
Tren a París es horrorosa), le estaré eternamente agradecido por su
legado cinematográfico, que incluye un buen puñado de películas entretenidas y
un ramillete de obras maestras.
Mula nos presenta a Earl Stone (Eastwood) un octogenario
cultivador de flores que vive solo, está en quiebra y se enfrenta a la
ejecución hipotecaria de su casa y su negocio. Un día se le ofrece un trabajo
aparentemente fácil en el que sólo tiene que conducir. Pero, sin saberlo
inicialmente, se convierte traficante de drogas para un cartel mexicano, y pese
a estar bajo el radar del agente de la DEA Colin
Bates (Bradley Cooper) seguirá haciendo de “mula” para ayudar a su
distanciada familia.
Película superior a sus
últimas obras, Clint Eastwood se vuelve a dirigir a sí mismo desde que lo hiciera
en Gran
Torino, su última gran película y con la que guarda gran similitud: la
soledad del personaje, un hombre jubilado, ex combatiente de Corea y desubicado
en un mundo cambiante que no entiende. Sólo que aquí no ha perdido a su esposa,
sino que vive desde hace años separado de ella, de su hija y de su nieta, con
la única que mantiene un vínculo cercano. Los apuros económicos le empujan a
aceptar un trabajo que parece fácil pero que esconde una misión peligrosa. A
punto de perder su casa porque su labor como cultivador de lirios no le da para
pagar la hipoteca, los narcos ven en él a la “mula” perfecta porque nadie
sospechará de un anciano que consume ya los últimos años de su vida y al que
jamás le han puesto una multa. Inspirada
en el caso real de Leo Sharp, que trabajó para el cartel mexicano de Sinaloa por
los mismos motivos que el protagonista y cultivaba rosas para George Bush
padre, el interés de Eastwood se centra sobre todo en la visión de un mundo
decadente y la mirada de arrepentimiento que desde un aspecto crepuscular puede
ser entendida como un testamento fílmico y personal del propio director y su
reflejo en el espejo.
La investigación que lleva a cabo el agente
de la DEA encarnado por Bradley Cooper (un actor mediocre) no tiene mucho
interés, pero sí algunas reflexiones que plantea la historia en su vertiente
social y emocional: el humor negrísimo que aguijonea sobre las identidades
sociales y los comportamientos racistas endémicos de una sociedad construida a
base de acontecimientos violentos, el turbio egoísmo humano que hace que
descuides lo más importante de la existencia que es la familia, la redención
que te obliga a hurgar en los errores y pecados cometidos sin la certeza de que
serán perdonados y una herida abierta que supura desde hace años. Con un guión económico y una espléndida
iluminación, en este ejercicio de introspección sobre la culpa (su veneno) y la
expiación, Earl Stone/Clint Eastwood se encuentra ante una toma de conciencia
teniendo que recapitular en el final de su vida, cuando siempre se mostró
amable con todo el mundo menos con los suyos (prefirió quedarse bebiendo
mientras se casaba su hija), y su dolor, su confusión, sus dilemas morales le
llevan a una huida hacia adelante en la que nada tiene que perder, todos
pensamos que el anciano camello se merece una segunda oportunidad, al fin y al
cabo, hablamos de un antihéroe arrepentido y autocrítico… De la salvación de su
alma.
En broma he dicho alguna vez que el careto de palo atravesado de Eastwood es patrimonio de la cultura USA, qué digo, de la Humanidad. En cuanto a sus películas, algunas como actor las he disfrutado (Los puentes de Madison no, por dios, qué fantasía otoñal en la que sólo se salvan esas estructuras de madera); las firmadas como director (con la excepción anterior) me parecen soberbias algunas de ellas, por ejemplo, El Gran Torino. Haré por ver la que reseñas.
ResponderEliminarNo esperaba menos de este actor y director.
ResponderEliminarAunque el argumento no es nada del otro viernes, Eastwood lo lleva a su terreno con pasmosa facilidad y construye un film sensible y simpático, puede que inferior a "Gran Torino", título bastante parecido por el tono crepuscular y su personaje, pero muy superior a los biopics que ha venido dirigiendo en los últimos diez años.
ResponderEliminarUn abrazo.
Totalmente de acuerdo, Ricard. Su mejor film desde "Gran Torino", un film testamento ya que tengo entendido que es su última película como actor.
ResponderEliminarUn abrazo.