El Superman tan ibérico
“SUPERLÓPEZ” êê
(Javier Ruiz Caldera, 2018)
Javier Ruiz Caldera, firmante de otra adaptación de un personaje del tebeo español a la
pantalla grande, Anacleto: Agente secreto (2015), que recuerdo olvidé tan pronto
como salí de la sala, y de la comedia juvenil Promoción fantasma
(2012), película generacional nada convincente y rebosante de ñoñerías, se
atreve ahora con la adaptación cinematográfica del superhéroe patrio del cómic
creado por Jan, que no es otra cosa que una parodia de Superman: Llegado a la
Tierra desde el planeta Chitón, la vida de Juan
López (Dani Rovira) no ha sido fácil, pues su superpoderes hace que se
distinga de todos: puede volar, leer la mente, tiene supervisión, evitar que un
vagón de metro descarrile y volver luego a la oficina como si tal cosa. Juan no
necesita nada más que su cruasán matinal para ser feliz. Sin embargo, algo está
a punto de cambiar cuando en su vida aparece Luisa (Alexandra Jiménez), un antiguo amor del instituto que
causará estragos. Ya no es momento de pasar desapercibido, a pesar de que ello
puede llamar la atención de Skorba y su sibilina hija Ágatha (Maribel Verdú), y poner en peligro la supervivencia de su
planeta de origen.
Superlópez nunca alcanzó la popularidad de
otros personajes del cómic español, pero siempre encontró hueco entre una
legión de seguidores que veían reflejadas en sus aventuras muchas de las
miserias que asolan a nuestro país.
Superlópez es tal vez el superhéroe que mejor representa nuestra innata
mediocridad, y es por eso que esta hiriente y a la vez luminosa parodia, que se
desarrolla con un aceptable trabajo a nivel técnico y artístico, resulta tan
eficaz en su cosmogonía costumbrista y social, aunque menos certera a nivel
humorístico. Las esperpénticas aventuras de este Superman de extrarradio
que ya tenía bigote cuando sólo era un bebé, sirven al menos para que los
espectadores se sacudan la caspa de los hombros al ver lo que sucede en la
pantalla. Pero no nos engañemos, el cutrerío que envuelve las relaciones de
Juan López con las personas de su entorno nos devuelve una estampa reconocible.
Incluso cuando hay que hacer frente a las fuerzas del mal, nuestro vuelo es muy
raso.
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