lunes, 11 de diciembre de 2017

CRÍTICA: "SUBURBICON" (Gorge Clooney, 2017)




SUBURBICONêêê
  

   Nos tenemos que remontar al año 2002 para recuperar el debut del actor George Clooney detrás de la cámara con la aceptable comedia Confesiones de una mente peligrosa, basada en la azarosa vida de Chuck Barris, empresario del mundo del espectáculo de día y asesino de la CIA por la noche. Su siguiente película, Buenos días, buena suerte (2005) es un excelente film que cuenta la batalla que tuvieron que librar un periodista de la CBS y su productor contra el anticomunista senador Joseph McCarthy. Clooney baja mucho el listón con la insustancial comedia romántica Ella es el partido (2008), pero recupera la inspiración para firmar Los idus de marzo (2011) adaptación de una obra teatral sobre el jefe de prensa de un candidato del Partido Demócrata que comprobará hasta dónde se está dispuesto a llegar para alcanzar el éxito político. No me gustó nada Monuments Men (2014) fallida incursión en el cine bélico sobre un grupo de historiadores anglosajones que tienen la misión de recuperar las obras de arte robadas por los nazis.


    Ahora, George Clooney nos sumerge en una atmósfera neo-noir para narrar una historia inspirada en hechos reales que nos sitúa a finales de los años 50 en una zona residencial de casas similares y espaciosas en donde aparentemente reina un ambiente agradable. Sin embargo, la armonía del lugar se derrumba cuando una tranquila familia afroamericana se instala en la parcela. En entonces cuando los vecinos comienzan a organizar asambleas para pasar después a la acción directa. Finalmente, se descubrirá que el apacible barrio no es tan idílico como parece y tras la fachada de sus amplias casas se esconde una realidad plagada de violencia, venganza y traiciones.

  
   Como buen simpatizante del Partido Demócrata, Clooney casi siempre se muestra interesado por cuestiones sociales que, aunque universales (la persecución ideológica, la corrupción política, el racismo) han marcado el convulso devenir de su país. En mi humilde opinión, en la sociedad actual se margina más por la pobreza que por la raza, pero cuando se juntan ambos elementos, la respuesta xenófoba y supremacista puede ser letal. Con un guión claramente identificable de los hermanos Coen, el actor y director nacido en Kentucky firma una salvaje sátira de tono costumbrista cuyo eje lo forma una familia típicamente norteamericana que nos mostrará un reverso tenebroso. Al mismo tiempo, comprobaremos cómo a la acomodada comunidad blanca del exclusivo barrio residencial se le hace insoportable que una pacífica familia afroamericana habite una casa del barrio.

    
   Suburbicon, sexta película de su director, contiene ese sesgo pintoresco y caricaturesco que imprimen los Coen a muchos de sus personajes, además de un humor cáustico que se extiende como una mancha de petróleo por el estado de las cosas en los Estados Unidos, la visión liberal sobre el estilo de vida norteamericano, el palurdo moralismo de la middle class, tan pagada de sí misma, y el perpetuo racismo que todo lo pringa de manera ignominiosa… y criminal.


    En realidad, la urbanización que vemos recreada en Suburbicon es una fiel reproducción de las siete grandes urbanizaciones planificadas por Levitt & Sons después de la Segunda Guerra Mundial, constructora encabezada por Abraham Levitt y sus hijos Alfred y William. En la de Pennsylvania se puso la primera piedra en 1952 y se terminó en 1959. Todos estos centros residenciales suburbanos que cuentan con una gran simetría, casas similares con jardín y calles impolutas, daban cobijo a familias de raza caucásica (es decir, blancos rosaditos), algo que constaba como una cláusula en los contratos de venta y alquiler. Repugnante, ¿verdad? Al parecer esta es la parte del film que no estaba en el libreto original que los Coen escribieron en 1985 después de su ópera prima Sangre Fácil (1984), y tal vez, como aportación propia, la que más le interesa a Clooney para subrayar uno de los males endémicos de los Estados Unidos y hurgar en la herida del racismo que no deja de sangrar. Claro, está la otra historia, la de un niño que ve cómo dos tipos asaltan su casa y asesinan a su madre (Julianne Moore en un doble papel de madre y tía del chico). Pero aún más extraño le resultará el comportamiento del padre (Matt Damon).


   No estamos ante una película redonda, incluso me atrevería a decir que, obviamente, tendrá mejor acogida crítica en Europa que en Estados Unidos, pero Suburbicon tiene las suficientes aristas para horadar la conciencia social en los tiempos actuales, y funciona más en su incisiva denuncia que en la banal intriga policíaca. Aunque como ocurre siempre con algo salido de la desbordante imaginación de los hermanos Coen, el absurdo se alterna con lo trágico y la hilarante comedia con el lacerante drama.

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