Posiblemente la mejor película española
del año
“PERFECTOS DESCONOCIDOS” êêêê
DIRECTOR: ÁLEX
DE LA IGLESIA.
INTÉRPRETES: EDUARD
FERNÁNDEZ, BELÉN RUEDA, EDUARDO NORIEGA, ERNESTO ALTERIO, JUANA ACOSTA, PEPÓN
NIETO, DAFNE FERNÁNDEZ.
GÉNERO: COMEDIA
NEGRA / ESPAÑA / 2017 / DURACIÓN: 96
MINUTOS.
Su penúltima película El Bar no es un film despreciable aunque muchos coincidamos que
está alejada de la excelencia demostrada por el director bilbaíno Álex de la
Iglesia en obras como El día de la bestia o La
Comunidad, en cualquier caso mucho más aseada que la flojita Mi
gran noche. Hacía años, concretamente desde el 2006 que realizó el
magnífico telefilm La habitación del niño incluido en la serie Películas para no dormir, que De la
Iglesia no rayaba a la altura que lo hace en este remake del film homónimo
italiano dirigido por Paolo Genovese. Película que no se ha estrenado en
España, que recuerdo que vi subtitulada y que a pesar de las deficiencias en la
traducción me pareció un buen hallazgo.
Seamos sinceros, son pocos los móviles que
resisten una simple mirada, tan llenos están de secretos y vergüenzas que hay
quien lo esconde bajo siete llaves cuando se va a dormir por si su pareja se ha
convertido en experto/a en romper contraseñas. La película nos cuenta la misma
historia que el film seminal: En una cena entre cuatro parejas de entre 45 y 50
años, que se conocen de toda la vida, deciden jugar a un juego que pondrá sobre
la mesa sus peores secretos: leer en público todos los mensajes y las llamadas
de sus móviles. Su vida entera volcada en público durante la cena.
Rayando incluso por encima del film
original, Álex de la Iglesia, un director dinámico e inconformista cuya
filmografía abre un amplio abanico multigenérico y que ha demostrado
sobradamente su talento, domina bien los escenarios únicos, los espacios
reducidos que a medida que avanza el metraje se van tornando cada vez más
claustrofóbicos y opresivos. Lo demuestra aquí sumergiendo al espectador en una
cáustica comedia rebosante de situaciones hilarantes, peripetéticas, amargas,
jocosas y ridículas. El tono teatral de la función, la gran dirección de
actores, la precisión del director para colocar la cámara en el sitio exacto,
el gran nivel interpretativo de todo el elenco que hace imposible que nadie
sobresalga y que todos gocen de su momento de gloria, conforman los ingredientes
básicos del éxito de Perfectos desconocidos, además de contar
un argumento de rabiosa actualidad.
A pesar del ingenio que atesora, hacía tiempo que no veíamos al director vasco medir con tanta pulcritud las pautas de la
función, mostrarse tan sinuoso a la hora de captar una actitud, un gesto, una
mirada, un detalle, dotando de gran agilidad al torrente de diálogos y a la
intensidad de las emociones. Surgidas todas ellas de un juego avieso y con más
peligro que un barbero con hipo. Un juego con mil aristas envenenadas que
destapa secretos, desnuda sentimientos y mentiras y hurga en las humillaciones
que se derivan del turbio concepto que tenemos las personas sobre la ética y la
moral.
Con una sublime puesta en escena y una
ejemplar lección de complicidad artística, la reunión de amigos se ve presidida
en la terraza por una impresionante superluna que se va tiñendo de sangre. El eclipse
es cuanto menos motivo de inquietud para
los que piensan que puede afectar a los estados de ánimo, más si se está
inmerso en un juego nada inocente en donde saldrán a relucir las miserias y
secretos más indecentes de los personajes. En
la historia es posible escuchar los ecos del Buñuel de El ángel exterminador y del Polanski de Un Dios salvaje, pero dentro de las sorpresas que nos depara esas
tremendas cajas de Pandora que son los smartphone vale la pena subrayar la emotiva
y genial conversación con el manos libre que mantiene un superlativo Eduard
Fernández con su hija. Un prodigio de ejecución y contención.
Estamos posiblemente ante la mejor
película española del año, y tanto Juana
Acosta (bebiendo vino como si no existiera un mañana), Dafne Fernández (mancillada por el engaño), Eduardo Noriega (un pitodulce incapaz de controlar sus
debilidades), Belén Rueda (a quien
se le hace insoportable el paso del tiempo), Ernesto Alterio (víctima de su personalidad infantil y sus errores)
y Pepón Nieto (sin fuerzas para
convertirse en la brújula moral de esa panda de desdichados), dan el do de
pecho para que la trama alcance una progresión tragicómica nada previsible y
siempre interesante. Hay quien dice que el final carece de la energía y del
tono rompedor del conjunto, pero a mí, irónicamente me resulta devastador.
Da igual que sea un remake, es uno de los grandes títulos de su director.
ResponderEliminar¡Bravo por el bono regalo!
Un abrazo.
De la Iglesia atesora un gran talento, lo ha demostrado sobradamente, lo que pasa es que a veces no fluye. Tienes razón, gran película... y grande (1´79 m) Dafne Fernández.
ResponderEliminarUn abrazo.