"GEOSTORM" ê
Debut de Dean Devlin que hasta ahora sólo había dirigido en el campo de la
televisión, Geostorm sigue a un ingeniero diseñador de satélites, Jack (Gerard Butler) que tras un fallo
en cadena de la mayor parte de los satélites meteorológicos de la Tierra,
deberá formar un equipo con su hermano Max
(Jim Sturgess) con quien hace tiempo que no se habla, para viajar al espacio y
salvar al planeta de una tormenta artificial de proporciones épicas… todo ello
mientras en la superficie del planeta se está gestando un complot para asesinar
al presidente de los Estados Unidos.
Si algo no es posible decir de la función
es que cuenta con un argumento original, y es que Devlin, digámoslo ya, ha sido
colaborador habitual de Roland Emmerich, con el que comparte su afinidad
destroyer, el gusto casi erótico por la recreación de catástrofes y la rebelión
de la fuerza de la naturaleza capaz de devastar ciudades enteras, como pueril
alarma o toque de atención sobre el cambio climático y los desastres medioambientales.
La ciencia ficción de la historia se
hace evidente cuando nos presenta a un latino, Andy García, encarnando al presidente
norteamericano, y en él se centra una subtrama en forma de conspiración que tiene
como objetivo eliminarle, relato que se alterna con la tragedia cósmica en
donde los héroes pondrán en juego sus vidas para salvar al planeta… sin
importar que la trama desprecie las más elementales leyes físicas en sus
elucubraciones sobre los desequilibrios geológicos y climáticos.
Avisados de que una trama en la que un
científico (Gerard Butler con el piloto automático) con la ayuda de expertos de
otros países crea una estación espacial para controlar fenómenos meteorológicos
extremos no es muy verosímil, uno puede disfrutar de la recreación digital de
los efectos de las catástrofes climáticas en su más destructora dimensión. Pues
nada es posible resaltar de las insustanciales líneas de los diálogos, las
forzadas emociones de los personajes y sus íntimas batallas.
Geostorm
es cine viejo, caduco, mil veces visto, y aunque como coguionista y coproductor
junto a Emmerich de productos como Independence
Day, El día de mañana o 2012, Devlin maneja con soltura los códigos
de este subgénero, no encuentra nunca el apoyo dramático y la pureza de los
sentimientos, dispersando la historia con subtramas mal ensambladas y buscando
impactar al público con secuencias como la del poblado congelado de Afganistan
y la playa de Brasil, las conducciones de gas de Hong Kong o la terrible
tormenta de enormes granizos. Es decir, la fiebre más superficial del
espectáculo.
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