“EL MUÑECO DE NIEVE” ê
No me esperaba una decepción
tan grande del firmante de aquella hermosa, melancólica y perturbadora fábula
sobre el vampirismo titulada Déjame entrar (2008) y de la potente
y atmosférica cinta de espionaje El Topo, adaptación de la novela
homónima de John Le Carré.
Tomas
Alfredson es mucho mejor director de lo que demuestra en esta traslación a
la pantalla grande de una novela de Jo Nesbo que nos presenta al detective Harry Hole (Michael Fassbender) que
investiga la desaparición de la madre de un niño. Sus pesquisas le hacen
sospechar que un antiguo asesino en serie vuelve a estar activo haciéndose
llamar el asesino del muñeco de nieve. Su objetivo son mujeres cuya conducta
desaprueba. Con la ayuda de la perspicaz agente Katrine Bratt (Rebecca Ferguson) el policía trata de encajar las
piezas del rompecabezas a partir de viejos casos sin resolver.
Primera gran cagada de Tomas Alfredson que
uno sólo puede ver para refugiarse del pegajoso calor mientras observa en la
pantalla un paisaje nórdico con un metro de nieve. Porque la acción de esta
producción británica nos sitúa en las ciudades noruegas de Oslo y Bergen,
lugares en los que te pueden explotar los pulmones si respiras muy fuerte. Nada
del talento demostrado por el director sueco encontramos en este thriller de
pésimo guión y torpe dirección. Para abundar más en el desastre, la pareja
protagonista carece de química, y tanto Fassbender
como Ferguson nos brindan unas
mediocres y apáticas interpretaciones. Las
investigaciones de la pareja de sabuesos para desenmascarar a un asesino en
serie se ven constantemente alteradas con interludios sobre la vida íntima de
los personajes, lo que conlleva que todo gire sin rumbo durante casi la primera
hora de metraje, en donde se acumulan personajes irrelevantes y subtramas sin
ningún interés provocando un galimatías notable… e innecesario, pues a esas
alturas de la función el espectador avispado sabe ya quién es el vulgar asesino.
Rodada con frialdad y sin alma, El
muñeco de nieve carece de emoción y más bien parece un mediocre
telefilm de sobremesa: personajes planos sin el más mínimo carisma, un guión
con más agujeros que un campo de minas, imágenes gores insatisfactorias y
prescindibles, cabos sueltos que quedarán
siempre suspendidos en el limbo y una raquítica escena cuasi sexual
(entre Gainsbourg y Fassbender) que provoca verdadero sonrojo de lo mal que
está ejecutada. Todo en el film resulta impostado, artificial e inverosímil,
tanto en el aspecto psicológico (traumas infantiles, fracasos sentimentales,
adicciones) como en la acción física y las relaciones interpersonales de todos
los personajes, tan gélidas y desapasionadas. Finalmente, a nadie le importa la resolución de un caso que transita
por la pedante superchería de una falsa angustia existencial y la trascendencia
de una intriga criminal que se transforma en humo muy pronto. Un fiasco.
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