martes, 11 de abril de 2017

JOYAS DEL CINE ERÓTICO: “LAS HORAS MUERTAS” (2013)


LAS HORAS MUERTAS” (AARON FERNÁNDEZ, 2013)
    

   
   No sabía nada de este director mexicano que debutó en el año 2007 con Partes usadas, un drama adolescente sobre la amistad y con la inmigración como trasfondo. Sin embargo, cuando llegó hasta mi su nuevo y hasta la fecha último trabajo no me sentí decepcionado, porque Las horas muertas, que parte de un guión del mismo director, nos muestra de manera bifocal una realidad social dentro de un país tan peculiar como México y a la vez nos sumerge en una historia intimista recreando una magnética atmósfera.


    La historia sigue a Sebastián (Kristyan Ferrer) un adolescente de 17 años que se ocupa solo de administar un motel en la desolada costa de Veracruz. Miranda (Adriana Paz) es una mujer que le dobla la edad y que tiene encuentros ocasionales en el motel con Mario (Sergio Lasgón) su amante. Pero Mario siempre llega tarde a los encuentros amorosos, por lo que Miranda tiene que esperarle. Durante esas horas muertas, Miranda y Sebastián se van a conocer y poco a poco van intimando a pesar de que los dos saben que lo suyo es una historia pasajera.


      Sebastián se encarga del cuidado del motel porque su tío está enfermo y pendiente exámenes médicos, pero si al principio el trabajo le podía ofrecer alguna motivación, poco a poco la abulia y la monotonía se van apoderando de sus días en el motel. Miranda, una agente inmobiliaria insatisfecha con su trabajo puede representar un punto de inflexión en su vida, pero también en la de ella, cuyos encuentros sexuales con Mario son cada vez más rutinarios y distantes. Aaron Fernández explora esas dos vidas que confluyen en un apartado motel donde las horas se hacen eternas, el atisbo de ilusión de un amor que se nos antoja imposible debido a los prejuicios sociales y a la mala conciencia por la castrante educación recibida; así la historia de amor de Sebastián y Miranda está coronada por un halo tan especial como efímero.

    
    Ni que decir tiene que la belleza inmarcesible de Adriana Paz brilla como el reflejo de la luna en un lago, como el fulgor extasiante de una estrella Sirio. Pero también Kristyan Ferrer se desenvuelve bien en un relato que bucea por las emociones y los estados de ánimo de los personajes. Y es que Aaron Fernández hace uso de larguísimos planos y dilatados silencios para capturar la lentitud del tiempo en un lugar que parece fuera de la órbita terrenal, y hacernos vivir la vertiente más enternecedora del sexo que no siempre sigue una lógica interna. Un film digno con una muy estudiada narrativa.


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