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viernes, 17 de octubre de 2014

LA EXHIBICIÓN DE “ANNABELLE” PROVOCA ALTERCADOS EN ALGUNOS CINES FRANCESES

     
    Leí la noticia y no encontré mucho sentido a lo ocurrido: la película Annabelle estrenada en nuestro país el pasado 10 de octubre y en Francia el día 8 ha tenido que ser retirada de varios cines de Montpelier, Marsella y Estrasburgo por los altercados que se produjeron durante su proyección, pases en a los que acudían mayoritariamente un público adolescente. Pero bueno, pienso, si la cinta de John R. Leonetti, que tuve ocasión de ver en su estreno, no es precisamente El Exorcista, sólo un film más de terror clásico que alcanza con dificultades el aprobado.


       La película nos cuenta la historia de un tipo que encuentra el regalo perfecto para su mujer embarazada: una inquietante e inusual muñeca vintage vestida con un precioso vestido blanco de novia que faltaba en su colección. La alegría de la esposa no dura mucho, pues durante una pesadillesca noche la pareja ve como unos miembros de una secta satánica invaden su hogar y les atacan brutalmente tras haber asesinado a sus vecinos. Tras ellos, los miembros de la secta no sólo dejan un reguero de sangre e inquietud, ya que han conjurado a un ente maligno que perseguirá al matrimonio allí donde vayan y les acompañe Annabelle.


        Lo mejor de la función son algunos sustos  muy bien planificados (sobre todo uno, el espectador ya sabrá a cual me refiero), y es que Leonetti es un alumno bien aplicado de James Wan (que le ha tenido como ayudante de dirección)  pero carece de su talento. De ahí que encontremos similitudes en el aspecto estético, la fotografía de colores saturados (al estilo de La Semilla del Diablo) y una temática que se sirve de un modélico retrato de familia al que pronto le van a surgir grietas. La muñeca, que actúa como contenedor de un alma infernal, maldita y condenada, pondrá a prueba la resistencia del matrimonio y su fe, que demandará ayuda espiritual. Annabelle configura con cierto tino el universo visual del Wan de Insidious, Dead Silence y Expediente Warren, y acusa en exceso esa afinidad, aunque nos regala algunos planos secuencia bien enlazados. El problema es que casi todo es previsible, reiterativo y rebosa tópicos, aunque una música bien ensamblada sirve para potenciar algunos sustos que son, insisto, lo mejor de este clásico cuento de horror.


    Pero nos cuentan que en algunos cines franceses, al griterío por los sustos se han sumado el lanzamiento de palomitas, insultos y peleas entre los espectadores que han convertido esos cines en un campo de batalla, de los que han arrancado y roto algunas butacas. Desprogramada la película, se ha colgado el cartel: “Por motivos de los incidentes ocurridos, la película no será proyectada hasta nueva orden. Gracias por su comprensión”. Es lo que se podía leer en un cine de Estrasburgo y también se ha difundido por las redes.


     En esos cines tendrán que gastarse dinero en seguridad para controlar a este público de entre 12 y 15 años tan gamberro y alborotador que parece que asiste a las salas más para pelearse que para ver la película. Gestionan muy mal su angustia o están muy mal educados y acaban generando violencia. Joder ¡cómo está el país vecino! Suponemos que el hecho de que la película haya sido anunciada en programas y emisiones vistas por este tipo de público ha hecho que las salas se llenen de adolescentes, y el cine de terror debe actuar como un espejo de sus naturalezas inquietas, el hecho de estar rodeados de semejantes les hace más fácil expresar sus emociones sin tapujos ni sentirse juzgados. Recordemos que en Paranormal Activity 4 ocurrió algo parecido, por lo que no queda más remedio que reflexionar y sacar conclusiones.

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