jueves, 11 de septiembre de 2014

CRÍTICA DE: "EL LOBO DETRÁS DE LA PUERTA"

Cenizas de pasión y muerte
EL LOBO DETRÁS DE LA PUERTA êêêê
(O LOBO ATRÁS DA PORTA)
DIRECTOR: FERNANDO COIMBRA.
INTÉRPRETES: MILHEM CORTAZ, LEANDRA LEAL, FABIULA NASCIMENTO, TAMA TAXMAN, KARINE TELES, ANTONIO SABOIA.
GÉNERO: DRAMA / BRASIL / 2013  DURACIÓN: 100 MINUTOS.    


     La mentira es un cáncer que corroe las relaciones de pareja, en verdad, la mentira lo pudre todo. El debut del director debutante Fernando Coimbra parece apoyarse en este  mantra para construir un áspero y lacerante relato sobre la infidelidad, el engaño, los peligros de las relaciones espontáneas, los celos y las profundas heridas sentimentales que se abren cuando la mentira aflora, y lo que comienza como un intrascendente culebrón acaba derivando en un cuento de horror insoportable. El argumento, basado en un hecho real sacado de la crónica negra brasileña de la década de los sesenta, nos sitúa en un Río de Janeiro actual para narrarnos la inquietud de unos padres porque su pequeña hija ha sido secuestrada por una supuesta amiga de su madre a la salida del colegio. En la comisaría, Sylvia y Bernardo (Milham Cortaz y Fabiula Nascimento), los padres, y Rosa (Leandra Leal), principal sospechosa y amante de Bernardo, dan testimonios contradictorios que conducen a los más sombríos rincones del deseo, la mentira y la perversidad de las relaciones de esos tres personajes, lo que hace sospechar que alguien esconde un oscuro secreto.   


      EL LOBO DETRÁS DE LA PUERTA es un excelente film sobre los horrores cotidianos, las tragedias que engendra el ser humano cuando se deja llevar por los instintos primarios y desconecta todos los mecanismos de alerta. Coimbra acierta con esa cámara impenitente siempre encima de los personajes dotando a la acción de una pegajosa sensación de fisicidad y constante agobio. Resulta asombroso que un debutante demuestre tanta pericia a la hora de situar la cámara, logrando sutiles travellings, encuadres con gran relieve y sentido y unos primeros planos que captan de forma tangible, la tensión, la emoción, el deseo y el tormento.


      Así, la purulenta verdad se va deslizando como una procesión de gusanos por las entrañas de unos personajes que sienten el escalofrío de su terrible naturaleza, sin por ello utilizar recursos morbosos que hubieran restado verosimilitud a la trama. El buscado tono naturalista es el elemento que infunde una dimensión escalofriante a la historia y confiere una pátina malsana al hilo argumental que se va tejiendo alrededor de un triángulo amoroso del sobresale Leandra Leal dando oxígeno a Rosa, una mujer despechada, temeraria, perturbada y tan ciega de venganza que es incapaz de calibrar sus acciones porque piensa que la más atroz no superará nunca su dolor.


       Hacía tiempo que el cine no nos regalaba tan elaborados, extensos e intensos flash backs, y si bien no encuentro grandes hallazgos en las líneas de diálogos que forjan las razones ocultas, las motivaciones y las vulgares vidas de los personajes (Rosa no parece tener oficio ni beneficio más allá de dar algún paseo por si caza alguna presa), el espectador centrará su atención en una escena que va a determinar el derrumbe mental de Rosa y su fatal desequilibrio, una de las grandes secuencias de la función rodada con garra y calculada frialdad y que tiene lugar tras hacerle saber a Bernardo que está embarazada y desea tener el bebé. Un suceso que dejará a Rosa tocada y dispuesta para romper la cancela que mantiene presos a los demonios en su interior.



      Montada sobre una sólida estructura narrativa, una espléndida puesta en escena y un sobrio aspecto formal, EL LOBO DETRÁS DE LA PUERTA es un film deslumbrante en su apartado técnico que pone en el escaparate a un novel y audaz cineasta que juega con las dotes detectivescas del espectador mediante tenues pistas, sensibles cambios de iluminación y, sobre todo, la doblez de los personajes, apartado que deja entrever que es un hábil director de actores. La resolución del enigma, consecuente aunque pueda parecer atropellada, ilumina los más sórdidos pasadizos del alma humana, su ardor por las soluciones extremas, su innata voluntad manipuladora y depredadora. Los ruidos de la vida acompañan ese último y espeluznante acto en un descampado para fundir las cenizas de la pasión y de la muerte.

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