miércoles, 24 de septiembre de 2014

CRÍTICA: "LA ISLA MÍNIMA"

Un thriller que revisa dolorosamente nuestro pasado reciente
LA ISLA MÍNIMA êêêê
DIRECTOR: ALBERTO RODRÍGUEZ.
INTÉRPRETES: JAVIER GUTIÉRREZ, RAÚL ARÉVALO, NEREA BARROS, ANTONIO DE LA TORRE, JESÚS CASTRO, JESÚS CARROZA.
GÉNERO: THRILLER /ESPAÑA / 2014  DURACIÓN: 105 MINUTOS.    
     

    La carrera de Alberto Rodríguez (Sevilla, 1971) es una de las más interesantes del panorama cinematográfico español e incluso internacional desde que debutara codirigiendo con Santi Amodeo aquella chispeante comedia con la inmigración como fondo titulada El Factor Pilgrim (2000). Inspiración que se mantuvo intacta un par de años más tarde con su segundo largo ya en solitario, El Traje (2002), una comedia en la más notable tradición picaresca española que al mismo tiempo componía una interesante sinfonía sobre la marginación social. Pero lo cierto es que fue con 7 Vírgenes (2005), potente drama social con dos poderosas interpretaciones a cargo de Juan José Ballesta y Jesús Carroza, el trampolín que dio impulso a su carrera dándole a conocer entre el gran público. Tal vez mucha gente quedara descolocada con After (2009), aunque a mí el film me pareció muy coherente con la trayectoria del realizador, que logró una visión ácida sobre una generación (la llamada Generación X) que progresivamente fue degradándose y perdiendo toda referencia sentimental. En el año 2011 firma su mejor película, Grupo 7, un magnífico thriller sobre una brigada policial que, en vísperas de la Expo-92 de Sevilla, tiene como misión limpiar de delincuencia el centro de la ciudad, y por la que desfilaban una serie de personajes con graves problemas estructurales y de supervivencia.


      Han pasado tres años desde que tuvimos la oportunidad de disfrutar de aquella muestra del mejor policíaco español y la espera ha valido la pena, tanto que LA ISLA MÍNIMA queda automáticamente clasificada como una de mis imprescindibles de nuestro cine y la mejor película española en lo que va de año. La acción se inicia en 1980 y nos sitúa en un pequeño pueblo de las marismas del Guadalquivir, uno de esos lugares en donde el reloj se paró hace mucho tiempo. Hasta allí se desplazan desde Madrid dos detectives de la policía, Juan (Javier Gutiérrez) y Pedro (Raúl Arévalo), que tratarán de resolver el caso de dos adolescentes brutalmente asesinadas durante las fiestas del pueblo. Ambos tienen personalidades disímiles y, por diferentes motivos, no atraviesan una época dorada dentro del cuerpo policial. Pedro es un policía moderno y tolerante que desprecia los métodos del antiguo régimen, está casado y a la espera de un hijo. Por el contrario, Juan es soltero, un policía de la vieja escuela, hedonista, violento y formado en la siniestra Brigada Político Social. Los dos tendrán que hacer un esfuerzo para limar sus diferencias en pos de atrapar al peligroso asesino de las chicas, el cual lleva años matando a jóvenes de los alrededores. Los detectives descubrirán que, además del arroz, principal fuente de riqueza de la comarca, existe otra fuente de ingresos mucho más sucia: el tráfico de drogas.


      Alberto Rodríguez  es un tipo inteligente, da igual cómo le surjan las ideas y le llegue la inspiración para realizar sus películas, el caso es que siempre se las apaña para determinar con increíble gusto y fortuna los elementos más significativos que componen sus obras y captar en progresión ascendente la atención del espectador. En LA ISLA MÍNIMA si hay algo que imprime carácter a la función es la elección del escenario geográfico donde se desarrolla gran parte de la función, las marismas, un espacio extensísimo y de ecosistema húmedo que se impone como un lugar aislado e ideal para la vida salvaje, en donde las ciénagas y la lluvia crean una atmósfera turbia, desoladora y desasosegante. El hábil cineasta se sentirá hastiado cuando con cansina insistencia le preguntan sobre las similitudes de su magnífica película con la magistral serie televisiva “True Detective” creada por el genial Nic Pizzolatto, que él dice no haber visto (el protagonismo de dos detectives antitéticos, secuestros y asesinatos, paisajes pantanosos, atmósferas enrarecidas) algo que resulta comprensible aunque no es menos cierto que esto es algo anecdótico cuando te sumerges rápidamente desde los pulcros títulos de crédito iniciales para empaparte del aroma de la esquinada vida rural en aquellos años 80, consiguiendo un radiografía nítida sobre la sociedad de la época y los lodos del franquismo.



    En LA ISLA MÍNIMA todo encaja con exactitud y escrupulosa profesionalidad, nada se me antoja gratuito o rutinario, con dos actores protagonistas inspirados dando oxígeno a dos detectives de perfiles y éticas opuestas que tendrán que conciliar sus discrepancias ideológicas, pues además de la investigación sus vidas dependen de ello. El buen pulso del director y su talento para crear tensión, hacen que la historia avance en un contenido crescendo no exento de oscuridad y realismo (recordemos que algunas chicas fueron secuestradas y asesinadas salvajemente en nuestro país aprovechando las fiestas de los pueblos), el que se vislumbra en esa España profunda, cerrada y lóbrega,  en su hermetismo y amenaza. Al guión firmado por el propio director y Rafael Cobos no le hacen falta subrayados para componer pautas modélicas, sorpresas, situaciones extenuantes, subtramas y giros bien planificados, configurando la función a base de una compleja investigación en la que se haya enredada la dupla protagonista y que temporalmente discurre alternando las pesquisas de cada uno de ellos en paralelo. El telón de fondo está tamizado por un realismo sucio y agobiante en donde se dispersan los cadáveres en putrefacción, caciques arrogantes, incultura, mano  de obra esclava, oscuros secretos y mentiras, un microcosmos degradante y lleno de costras que se impone como una revisión dolorosa y nada estridente de un pasado reciente y un tiempo crucial en donde se construyeron los cimientos en los que se asienta el presente. El final alumbra una lacerante verdad que actúa como metáfora de ese pestilente pozo fecal del que surge nuestra propia historia. Un film notable.

3 comentarios:

  1. Hola Pedro, que tal?: me parece una gran película la que ha hecho A. Rodriguez , After que la ví en la tele. tambié me gustó mucho. De esta quiero destacar el trabajo de Javier Gutiérrez, que esta impresionante, el guión y la fotografía. Me quedo con una escena: Raúl Arévalo (que no alcanza a dar la réplica a nuestro Satur) conduce solo por la noche por una de esas carreteras comarcales, que tan bien conocemos, por el arcén inexistente de su derecha va caminando en su misma dirección una chica, la vemos primero de espalda con la luces de cruce del coche y una vez que este la pasa la seguimos viendo pero ya con la luz roja de las luces traseras hasta que desparece con la escena misma en negro. Pues, yo pienso que la escena es mágica,sugerente, evocadora y define a la perfección el ambiente que el director quiere dar a la película ; si la tuviera en vídeo la estaría pasando una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.
    Saludos.

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  2. La tendrás, si quieres en DVD o Blu-ray dentro de unos meses, en vídeo me parece imposible. Yo la he visto dos veces. Para mí Raúl Arévalo está a la altura de Javier Gutiérrez... pero por poner algunos peros -valga la redundancia-, el final me parece consecuente aunque rodado de una forma un poco atropellada, es decir, el clímax se evapora muy pronto y los orgasmos hay que tratar de alargarlos lo máximo posible. También me resultan desaprovechados los personajes de Antonio de la Torre y Nerea Barros, a los que se les podía haber sacado más jugo. Aun con eso, la película es poderosa y cuenta con una fastuosa ambientación y unos escenarios determinantes. Todavía me queda la duda de si está bien utilizado el logo de "Pamela" con la chica del sombrero, un logo que si no me equivoco tuvo su momento de gloria y fue muy utilizado en las boite´s y pubs en los sesenta y primeros setenta, pero que para el año 80 -la era post-punk e inicios de la new wave- estaba ya obsoleto. Me ha gustado mucho esta película, de lo mejor del cine español en lo que va de año.

    Un abrazo, gracias por vuestros comentarios.

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  3. Por cierto, la secuencia que citas se impone como escalofriante si uno sabe -y te aseguro que yo lo sé bien porque siempre me han interesado estos sucesos- la cantidad de chicas que han sido salvajemente torturadas, violadas y asesinadas en este país, con un modus operandi muy parecido al utilizado con las víctimas del film. Esa chica sola caminando de noche por una carretera de mala muerte se impone como una visión alarmante que infunde pavor y muestra de manera descarnada los dominios de los más crueles depredadores, siempre al acecho de cualquier riesgo.

    Saludos

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