Un thriller que revisa dolorosamente
nuestro pasado reciente
LA ISLA MÍNIMA êêêê
DIRECTOR: ALBERTO RODRÍGUEZ.
INTÉRPRETES: JAVIER GUTIÉRREZ, RAÚL ARÉVALO, NEREA
BARROS, ANTONIO DE LA TORRE, JESÚS CASTRO, JESÚS CARROZA.
GÉNERO: THRILLER /ESPAÑA / 2014 DURACIÓN: 105 MINUTOS.
La carrera de Alberto
Rodríguez (Sevilla, 1971) es una de
las más interesantes del panorama cinematográfico español e incluso
internacional desde que debutara codirigiendo con Santi Amodeo aquella chispeante
comedia con la inmigración como fondo titulada El Factor Pilgrim (2000).
Inspiración que se mantuvo intacta un par de años más tarde con su segundo
largo ya en solitario, El Traje (2002), una comedia en la
más notable tradición picaresca española que al mismo tiempo componía una
interesante sinfonía sobre la marginación social. Pero lo cierto es que fue con
7
Vírgenes (2005), potente drama social con dos poderosas
interpretaciones a cargo de Juan José Ballesta y Jesús Carroza, el trampolín que dio impulso a su carrera dándole a conocer entre el gran público. Tal vez
mucha gente quedara descolocada con After (2009), aunque a mí el film me
pareció muy coherente con la trayectoria del realizador, que logró una visión
ácida sobre una generación (la llamada Generación X) que progresivamente fue
degradándose y perdiendo toda referencia sentimental. En el año 2011 firma su
mejor película, Grupo 7, un magnífico thriller sobre una brigada policial que,
en vísperas de la Expo-92 de Sevilla, tiene como misión limpiar de delincuencia
el centro de la ciudad, y por la que desfilaban una serie de personajes con
graves problemas estructurales y de supervivencia.
Han pasado tres años desde que tuvimos la
oportunidad de disfrutar de aquella muestra del mejor policíaco español y la
espera ha valido la pena, tanto que LA ISLA MÍNIMA queda automáticamente
clasificada como una de mis imprescindibles de nuestro cine y la mejor película
española en lo que va de año. La acción se inicia en 1980 y nos sitúa en un
pequeño pueblo de las marismas del Guadalquivir, uno de esos lugares en donde
el reloj se paró hace mucho tiempo. Hasta allí se desplazan desde Madrid dos
detectives de la policía, Juan
(Javier Gutiérrez) y Pedro (Raúl
Arévalo), que tratarán de resolver el caso de dos adolescentes brutalmente
asesinadas durante las fiestas del pueblo. Ambos tienen personalidades
disímiles y, por diferentes motivos, no atraviesan una época dorada dentro del
cuerpo policial. Pedro es un policía moderno y tolerante que desprecia los métodos
del antiguo régimen, está casado y a la espera de un hijo. Por el contrario,
Juan es soltero, un policía de la vieja escuela, hedonista, violento y formado
en la siniestra Brigada Político Social. Los dos tendrán que hacer un esfuerzo
para limar sus diferencias en pos de atrapar al peligroso asesino de las
chicas, el cual lleva años matando a jóvenes de los alrededores. Los detectives
descubrirán que, además del arroz, principal fuente de riqueza de la comarca,
existe otra fuente de ingresos mucho más sucia: el tráfico de drogas.
Alberto Rodríguez es un tipo inteligente, da igual cómo le
surjan las ideas y le llegue la inspiración para realizar sus películas, el
caso es que siempre se las apaña para determinar con increíble gusto y fortuna
los elementos más significativos que componen sus obras y captar en progresión
ascendente la atención del espectador.
En LA ISLA MÍNIMA si hay algo que
imprime carácter a la función es la elección del escenario geográfico donde se
desarrolla gran parte de la función, las marismas, un espacio extensísimo y de
ecosistema húmedo que se impone como un lugar aislado e ideal para la vida
salvaje, en donde las ciénagas y la lluvia crean una atmósfera turbia,
desoladora y desasosegante. El hábil cineasta se sentirá hastiado cuando con cansina insistencia le preguntan sobre las similitudes de su magnífica
película con la magistral serie televisiva “True
Detective” creada por el genial Nic Pizzolatto, que él dice no haber visto (el protagonismo de dos
detectives antitéticos, secuestros y asesinatos, paisajes pantanosos,
atmósferas enrarecidas) algo que resulta comprensible aunque no es menos cierto
que esto es algo anecdótico cuando te sumerges rápidamente desde los pulcros
títulos de crédito iniciales para empaparte del aroma de la esquinada vida rural
en aquellos años 80, consiguiendo un radiografía nítida sobre la sociedad de la época y
los lodos del franquismo.
En LA ISLA MÍNIMA todo encaja con
exactitud y escrupulosa profesionalidad, nada se me antoja gratuito o
rutinario, con dos actores protagonistas inspirados dando oxígeno a dos
detectives de perfiles y éticas opuestas que tendrán que conciliar sus
discrepancias ideológicas, pues además de la investigación sus vidas dependen de
ello. El buen pulso del director y su talento para crear tensión, hacen que la
historia avance en un contenido crescendo no exento de oscuridad y realismo (recordemos
que algunas chicas fueron secuestradas y asesinadas salvajemente en nuestro
país aprovechando las fiestas de los pueblos), el que se vislumbra en esa
España profunda, cerrada y lóbrega, en
su hermetismo y amenaza. Al guión firmado por el propio director y Rafael Cobos
no le hacen falta subrayados para componer pautas modélicas, sorpresas,
situaciones extenuantes, subtramas y giros bien planificados, configurando la
función a base de una compleja investigación en la que se haya enredada la
dupla protagonista y que temporalmente discurre alternando las pesquisas de
cada uno de ellos en paralelo. El telón
de fondo está tamizado por un realismo sucio y agobiante en donde se dispersan
los cadáveres en putrefacción, caciques arrogantes, incultura, mano de obra esclava,
oscuros secretos y mentiras, un microcosmos degradante y lleno de costras que
se impone como una revisión dolorosa y nada estridente de un pasado reciente y
un tiempo crucial en donde se construyeron los cimientos en los que se asienta
el presente. El final alumbra una lacerante verdad que actúa como metáfora de
ese pestilente pozo fecal del que surge nuestra propia historia. Un film
notable.
Hola Pedro, que tal?: me parece una gran película la que ha hecho A. Rodriguez , After que la ví en la tele. tambié me gustó mucho. De esta quiero destacar el trabajo de Javier Gutiérrez, que esta impresionante, el guión y la fotografía. Me quedo con una escena: Raúl Arévalo (que no alcanza a dar la réplica a nuestro Satur) conduce solo por la noche por una de esas carreteras comarcales, que tan bien conocemos, por el arcén inexistente de su derecha va caminando en su misma dirección una chica, la vemos primero de espalda con la luces de cruce del coche y una vez que este la pasa la seguimos viendo pero ya con la luz roja de las luces traseras hasta que desparece con la escena misma en negro. Pues, yo pienso que la escena es mágica,sugerente, evocadora y define a la perfección el ambiente que el director quiere dar a la película ; si la tuviera en vídeo la estaría pasando una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.
ResponderEliminarSaludos.
La tendrás, si quieres en DVD o Blu-ray dentro de unos meses, en vídeo me parece imposible. Yo la he visto dos veces. Para mí Raúl Arévalo está a la altura de Javier Gutiérrez... pero por poner algunos peros -valga la redundancia-, el final me parece consecuente aunque rodado de una forma un poco atropellada, es decir, el clímax se evapora muy pronto y los orgasmos hay que tratar de alargarlos lo máximo posible. También me resultan desaprovechados los personajes de Antonio de la Torre y Nerea Barros, a los que se les podía haber sacado más jugo. Aun con eso, la película es poderosa y cuenta con una fastuosa ambientación y unos escenarios determinantes. Todavía me queda la duda de si está bien utilizado el logo de "Pamela" con la chica del sombrero, un logo que si no me equivoco tuvo su momento de gloria y fue muy utilizado en las boite´s y pubs en los sesenta y primeros setenta, pero que para el año 80 -la era post-punk e inicios de la new wave- estaba ya obsoleto. Me ha gustado mucho esta película, de lo mejor del cine español en lo que va de año.
ResponderEliminarUn abrazo, gracias por vuestros comentarios.
Por cierto, la secuencia que citas se impone como escalofriante si uno sabe -y te aseguro que yo lo sé bien porque siempre me han interesado estos sucesos- la cantidad de chicas que han sido salvajemente torturadas, violadas y asesinadas en este país, con un modus operandi muy parecido al utilizado con las víctimas del film. Esa chica sola caminando de noche por una carretera de mala muerte se impone como una visión alarmante que infunde pavor y muestra de manera descarnada los dominios de los más crueles depredadores, siempre al acecho de cualquier riesgo.
ResponderEliminarSaludos