Un film academicista y encorsetado
EL MAYORDOMO êê
DIRECTOR: LEE
DANIELS.
INTÉRPRETES: FOREST WHITAKER, OPRAH WINFREY, JOHN CISACK,
JANE FONDA, CUBA GOODING J.R., TERRENCE HOWARD.
GÉNERO: DRAMA / EE.
UU. / 2013 DURACIÓN: 132 MINUTOS.
No hace mucho le
comentaba a un amigo en un foro que tenía ganas de ver una película redonda del
realizador afroamericano Lee Daniels,
porque hasta ahora ninguno de sus films ha logrado conmoverme como para dejar
una huella indeleble en mi memoria, y eso que es un director que vengo
siguiendo desde aquel irregular thriller titulado Shadowboxer (2005), en el
que la explicitud sexual era lo más atractivo. Su obra más conocida hasta la
fecha es Precious (2009), que con 6 nominaciones a los Oscars se alzó
con los de Mejor Guión Adaptado y Mejor Actriz de Reparto, y que es una resultona
historia de maltratos y superación personal que en raros momentos consiguió
emocionarme. En este año hemos asistido al estreno de la infumable El
chico del periódico (2012), mediocre thriller de tintes dramáticos protagonizado por el inefable Zac Efron en
donde lo único reseñable es la interpretación de Nicole Kidman y su maravillosa
piel de nata.
EL
MAYORDOMO nos narra la historia de Cecil
Gaines (Forest Whitaker), un joven que huye de la segregación racial que se
respira en los estados sureños de Norteamérica en la búsqueda de una vida
mejor. En su proceloso viaje a la madurez, Cecil adquiere habilidades
inestimables que le ofrecen una oportunidad única en la vida: un trabajo de
mayordomo en la Casa Blanca. Allí, Cecil se convertirá en testigo directo de la
historia y del funcionamiento interno del despacho oval, mientras se gesta el
movimiento por los derechos civiles, los asesinatos de John Fitgerald Kennedy y
Martin Luther King, los movimientos del Freedom Riders y los Panteras Negras,
la guerra de Vietnam y el escándalo del Watergate. Pero, al mismo tiempo, la
dedicación de Cecil comienza a distanciarlo de su mujer, Gloria (Oprah Winfrey) y crea un conflicto con su hijo Louis (David Oyelowo).
Basada en un artículo de Wil Haygood que
fue publicado en el Washinton Post (algo muy de moda ahora en Hollywood) y
contando con el mayor presupuesto que Daniels ha manejado hasta ahora, EL
MAYORDOMO nos depara pocas sorpresas, pues como suponía el film apunta
a una empresa demasiado ambiciosa, intensa y lacerante en donde algunos recursos
tramposos quedan al descubierto. La historia del mayordomo de la Casa Blanca
que estuvo al servicio de siete presidentes estadounidenses a lo largo de tres décadas, le sirve al
director como vehículo para realizar un apasionado viaje en el tiempo y
levantar acta sobre los avatares de la comunidad negra en su lucha por los
derechos civiles. El problema es que su pulso academicista, el frío y
encorsetado libreto de Danny Strong y la amplitud de la mirada hacen que el
film navegue sin asumir riesgos, de manera rutinaria, pueril y convencional.
EL MAYORDOMO es un
film de visionado fácil, agradable si se quiere, su naturaleza intimista y
sensiblera no debería confundir al espectador sobre el sentido trascendental de
los acontecimientos en su vertiente didáctica, pero es Lee Daniels quien se
empeña en deslizarse con torpeza y un rancio estilo por el terreno de los
tópicos y los formulismo buscando sólo la implicación emocional.
Apoyándose en multitud de imágenes
de archivo (lo mejor de la función) que le sirven al espectador para evocar y
convocar el alma desnuda del relato, el director de Precious nos presenta un
film aseado, elegante en su puesta en escena aunque poco inspirado en su
apuesta por dejar la crudeza de algunas de sus acciones fuera de plano,
utilizando el recurso de la elipsis como medida higiénica o de precaución, algo
que penaliza el sentido dramático de la propuesta pero que tiene un único
objetivo: apuntar al corazón de los Oscars, y que conociendo como se cuecen
estos le otorga bastantes posibilidades. Su compromiso se queda corto en su
proyección universal y en exceso empalagoso su discurso y carácter de documento
histórico, algo así como un Forrest Gump en pro de la causa de la comunidad
afroamericana pero sin la osadía del magnífico film de Zemeckis. El perfil muy
difuminado de cada presidente y la simplona línea de diálogos no ayuda al
loable esfuerzo de sus intérpretes, con un Forest Whitaker algo robótico y una
Oprah Winfrey cuyo magnetismo está fuera de toda duda.
Lo peor es que, aunque cuidada con mimosos
detalles, la función carece de sutilidad y le sobran automatismos, se podía
haber indagado más en la relación paternofilial y el dilema moral que representa el servil
mayordomo y su hijo activista. No se preocupen, ahí aparece Obama para elevar
el clímax final en una victoria tan emotiva como decisiva.
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